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Antorchas de parafina encendidas para combatir las heladas.
El 'top 5' de  los sistemas antiheladas

El 'top 5' de los sistemas antiheladas

Cuando la temperatura del aire cae por debajo de los 0°C, los cultivos sensibles pueden sufrir daños y tener efecto negativo sobre la producción. El perjuicio que causan las heladas no se debe a las temperaturas frías en sí mismas, sino principalmente a la formación de hielo extracelular -fuera de las células- dentro del tejido de la planta, que causa la salida de agua y daña sus células por deshidratación.

MIGUEL A. MUÑOZ

Viernes, 17 de junio 2016, 09:45

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Antorchas de parafina, riego por aspersión, ventiladores de aire y productos químicos, algunas de las opciones de los agricultores como alternativa a la quema de paja

Existen diversos métodos pasivos para combatir las heladas, como evitar el cultivo de especies o variedades sensibles a las bajas temperaturas en zonas donde hay probabilidades muy altas de que haya heladas y no sembrar praderas, cereales, arbustos o viveros en la cercanía de un huerto frutal, puesto que actúan como aislantes del flujo de calor del suelo, aumentando los riesgos de daño.

Por otro lado, hay métodos activos para aplicar justo cuando comienza la helada y durante ella. El objetivo de todos es simple: evitar el enfriamiento. La quema de pacas de paja es el más tradicional y el más empleado por los agricultores murcianos porque es económico (100-200 euros por hectárea y noche) debido al bajo coste de la paja, aunque requiere bastante mano de obra. No obstante, no es el método más efectivo, además de todos los inconvenientes medioambientales y para la salud de las personas que conllevan las nubes de humo que se generan.

Además, la combustión de las pacas es «irreversible», puesto que no se detiene hasta que se agotan. Lo indica Agustín Marín, profesor de Física y Química del IES Villa de Abarán y socio de la sociedad agraria de transformación Los Marines, quien señala que una de las alternativas que ha probado en sus fincas es el uso de antorchas de parafina, una especie de cera que no produce cortinas de humo y calienta el aire en torno a la planta.

El principal problema, indica, es que se requieren de 150 a 300 unidades por hectárea en función de la intensidad de la helada, lo que supone un gasto de 450 a 900 euros por hectárea y noche (cada 'vela' cuesta unos ocho euros). En general, tienen un uso de hasta 12 horas y permiten detener la combustión en cualquier momento, por lo que se pueden emplear en varias heladas. El elevado coste reduce su uso a momentos y zonas muy puntuales.

Otra técnica interesante es el riego por aspersión, que aprovecha la liberación de calor que se produce al congelarse el agua (80 calorías por gramo). Cuando se aplica una pequeña capa de agua sobre un árbol que se está enfriando, la energía liberada por el agua al congelarse la aprovecha el árbol. Si la aspersión se mantiene constante durante el periodo de temperaturas bajas y hasta que el hielo se haya fundido por acción del sol, la temperatura de la fruta y de la flor no desciende de 0ºC.

Para que el llamado 'efecto iglú' sea efectivo -el hielo actúa como una capa protectora que evita la pérdida de calor-, la aspersión debe comenzar en el momento que la temperatura baje de un grado y debe mantenerse sin interrupción hasta después de la salida del sol, de modo que el calentamiento de la atmósfera compense la absorción de calor producida por la fusión del hielo. El mayor inconveniente, apunta Marín, es que la Región es una zona con déficit de agua, por lo que no todas las fincas podrían instalar este sistema, ya que se necesita gran cantidad de este recurso limitado.

Además, los agricultores deben disponer de unas instalaciones adecuadas, lo que requiere una elevada inversión. El gasto se situaría entre 2.000 y 3.000 euros por hectárea. «Solo sería viable si se utiliza en la zona más fría de una finca, pero no en toda», puntualiza. También cabe la posibilidad de utilizar una variante que consume menos agua, los denominados microaspersores, aunque no se ha probado su eficacia en la zona.

Otro método con base científica es la recirculación del aire, ya sea con grandes ventiladores o turbinas e incluso helicópteros. La idea básica es mezclar el aire frío cercano al suelo con el aire cálido de las capas atmosféricas más altas. El principal problema es que requiere una inversión inicial muy elevada. Una turbina de las que se están empleando ya en algunas partes de España, como en El Burgo de Osma (Soria) o Lérida, cuesta entre 30.000 y 40.000 euros, aunque en comparación con otros métodos necesita menos mano de obra. El ruido de los ventiladores es un inconveniente, si los cultivos están cerca de poblaciones.

Marín opina que se trata de la opción más eficaz, puesto que el efecto de las corrientes de aire puede evitar «casi con total seguridad» una helada por inversión térmica. Estos aparatos, que son básicamente una torre de más de 10 metros de altura con hélices en la parte superior, cubren de cuatro a siete hectáreas, por lo que, si se reparte la inversión en 10 años de amortización, el gasto podría situarse entre 400 y 500 euros por hectárea y año. Y señala que las administraciones deberían valorar la posibilidad de conceder alguna ayuda para afrontar la inversión.

La otra opción es alquilar un helicóptero entre varios agricultores para que sobrevuele la zona que se quiere proteger, puesto que mueve el aire caliente desde la parte superior hacia la superficie más fría. Un único helicóptero puede cubrir, en función de su tamaño y peso, entre 22 y 44 hectáreas, a una altura de vuelo de 20 a 30 metros. El problema, además del coste que puede variar entre 600 y 1.500 euros por hora, son las restricciones que existen para los vuelos nocturnos. Así, partiendo de que el helicóptero podría abarcar 20 hectáreas de frutales y de un precio razonable, se podrían pagar unos 240 euros por hectárea durante una helada de cuatro horas, una cantidad que sería más asequible si se unen varios agricultores.

Por último, se pueden emplear productos químicos, a base de alfa-tocoferoles (un tipo de antioxidante natural relacionado con la vitamina E) que previenen la congelación del citoplasma celular y de otras sustancias crioprotectoras -aumentan el descenso crioscópico o disminución de la temperatura de congelación del agua pura- que actúan como anticongelantes dentro de la célula y evitan o reducen los daños por helada, explica Marín.

Para que sean efectivos, se deben aplicar en los frutales entre 24 y 48 horas antes de la helada y el efecto se prolonga hasta una semana. Así, señala que es un método que se ha probado y es efectivo en heladas de uno o dos bajo cero, pero que no está contrastado a temperaturas más bajas, puesto que a partir de los tres y cuatro bajo cero «el daño es irreparable». Se trata de una técnica muy económica; cuesta unos 120 euros por hectárea.

La realidad es que el precio de las frutas no soporta más 'lastres', es decir, incorporar un nuevo gasto a la larga lista que ya tienen que afrontar los agricultores, como la mano de obra para la poda, el aclareo y la recolección, los seguros sociales, las 'royalties', la fertilización, el coste del agua, de la luz y los tratamientos o la amortización de la maquinaria e instalaciones. Por lo que el uso de cualquiera de estos métodos está muy condicionado a su coste final.

Ventajas:

Inconvenientes:

Precio por hectárea:

Ventajas:

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