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Martes, 11 de octubre 2016, 22:18
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La pérdida de suelo fértil y de biodiversidad son dos de las principales amenazas que se ciernen sobre la Región por el cambio climático. Por eso, resulta fundamental «no eliminar zonas con vegetación natural, no solo bosques, sino espacios con buena cobertura de matorral, si este escasea empieza la degradación del suelo, que es el mayor sumidero de CO2 terrestre que existe -acumula el doble que la atmósfera y el triple que la vegetación-», advierte Juan Albadalejo, investigador del Cebas-CSIC.
Para evitar la fragmentación de los hábitats, la ley propone la regeneración de corredores ecológicos y reservorios de biodiversidad; y Albadalejo añade, «la restauración ecológica forestal de las zonas de matorral en proceso de degradación para que el suelo vuelva a ser sumidero de CO2». A este respecto, Francisco Gil, secretario de Coag, alerta del proceso de desertización y erosión que sufre el Noroeste; «necesitamos masa verde generadora de humedad en la que el factor humano sea imprescindible» y propone «la plantación de espartizales, que absorben 10 veces más CO2 que los pinos, y que se investiguen nuevos usos» que garanticen un medio de vida a los agricultores.
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