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Albarrada para evitar la erosión.
La vida resurge en Salmerón

La vida resurge en Salmerón

El verano, uno de los más largos de los últimos siglos con una duración de 93 días y 15 horas, arrancó oficialmente el pasado viernes, aunque ya se había adelantado algunos días en la Región de Murcia, con temperaturas muy por encima de los 30 grados. Con la llegada de la época estival, el riesgo de incendios forestales aumenta considerablemente, y los precedentes no son nada alentadores. El año pasado se cerró como uno de los peores en España, con casi 210.000 hectáreas arrasadas, más del doble que en 2011 y cuatro veces más que en 2008. Las escasas lluvias y las altas temperaturas durante los meses de julio y agosto se convirtieron en los mejores y más peligrosos aliados del fuego.

MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Viernes, 17 de junio 2016, 09:54

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Comunidad y Ministerio de Medio Ambiente aceleran los trabajos de restauración de los terrenos de Moratalla afectados por el incendio del pasado julio, que arrasó más de 1.300 hectáreas del paraje

Aunque muchos incendios son ocasionados por causas naturales o imprudencias de las personas, también hay un número significativo que son provocados de forma intencionada, como es el caso del ocurrido en Moratalla el verano pasado. El fuego se inició en el municipio de Hellín, Albacete, el 1 de julio, aunque a las pocas horas pasó a tierras murcianas, afectando a los montes que rodean la pedanía moratallera de Salmerón. Las llamas alcanzaron un perímetro de 42,31 kilómetros, con una superficie calcinada en la Región de 1.370,10 hectáreas, y más de 5.000 en Albacete.

Las condiciones climatológicas del Sureste facilitan la aparición y propagación de incendios forestales. A este factor natural hay que añadir el abandono generalizado de las tareas forestales (talas, podas, desbroces,) en los montes murcianos por la escasa rentabilidad económica de la madera, lo que ha motivado que la incidencia del fuego se haya incrementado en los últimos años.

El Gobierno regional, a raíz de grandes incendios recientes como el de Calasparra (580 hectáreas quemadas), en 2010, y Atamaría (418 hectáreas), en 2011, ha llevado a cabo diversos proyectos destinados a mejorar el estado general de la masa forestal surgida tras el fuego (tratamientos selvícolas y fitosanitarios), así como a la mejora de las infraestructuras existentes (caminos, corrección hidrológica,).

En el caso del desastre de Salmerón, el Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, aprobó el pasado 12 de abril realizar una inversión de 728.651 euros para la restauración forestal y medioambiental en la zona afectada, y el Ejecutivo murciano, a su vez, se ha comprometido a aportar la misma cantidad para continuar en otoño las actuaciones iniciadas junto al Ministerio, a través de una línea de cofinanciación de los Fondos Feader.

Roque Pérez, ingeniero de montes y técnico de la dirección general de Medio Ambiente de la Comunidad, destaca que, tras una valoración de los daños durante los primeros meses, se establecieron una serie de acciones prioritarias encaminadas a favorecer la regeneración natural del bosque, así como a evitar la proliferación de plagas forestales (insectos, microorganismos y hongos).

La primera fase de los trabajos, que se inició en abril y en la que intervienen unas 50 personas, se ha centrado en eliminar del monte las maderas quemadas y los restos vegetales y residuos existentes. A partir de otoño, el número de efectivos participantes en las labores se incrementará hasta 100.

Los árboles muertos por la acción del fuego se apean mediante motosierra, se desraman y los fustes de mayores dimensiones, con un diámetro superior a 20 centímetros, se sacan por arrastre mediante un tractor forestal ('skidder') hasta los caminos de servicio.

También se realiza el triturado de ramas y arbolado fino. Una vez cortado, el árbol se desrama y el tronco se trocea en secciones inferiores a un metro de longitud. Todo el material se acordona y se tritura en una desbrozadora de cadenas o una trituradora de grandes dimensiones acoplada al tractor forestal. Con esta operación, indica el técnico de Medio Ambiente, se consigue que la madera se descomponga más rápidamente y pase a formar parte del suelo del futuro bosque. Del mismo modo, se favorece la dispersión de los piñones que todavía permanecen dentro de las piñas cerradas.

Otro de los trabajos que se están realizando consiste en la instalación de albarradas de madera, unas pequeñas estructuras que se construyen transversalmente a los cauces naturales (cárcavas y barrancos) y que sirven para retener los arrastres de sedimentos cuando se producen lluvias torrenciales o de cierta intensidad. Normalmente, se aprovechan los troncos mejor conservados y se busca la ubicación más adecuada en los cauces para que resulten efectivos.

Pérez, quien es responsable de los proyectos en los bosques ubicados en la comarca del Noroeste y participa en las labores de recuperación de Salmerón, apunta que los extremos de los troncos tienen que quedar bien empotrados en los taludes del cauce para soportar la fuerza de empuje del agua y los sedimentos. Asimismo, deben ser fijados por varillas metálicas verticales al suelo y atados a éstas con alambre y también entre sí, de manera que todo quede perfectamente unido «para asegurar su funcionalidad en el tiempo».

También se colocan albarradas de mampostería, que se construyen a base de piedra natural unida con mortero de cemento y realizan una labor similar a las de madera.

Una vez finalicen los trabajos de restauración ecológica, se tiene previsto reparar aquellos tramos de caminos de servicio de los montes que hayan resultado dañados por los desprendimientos de rocas, el arrastre de sedimentos por las lluvias torrenciales y el tránsito de maquinaria.

Tareas urgentes

Lo que el fuego devora en unos pocos días puede tardar más de un siglo en recuperarse. Si no se actúa en la zona, el resultado es la pérdida de bosque de manera definitiva y, en áreas tan áridas como la Región, su sustitución por el desierto.

Las actuaciones en la zona del paraje de Salmerón van encaminadas a recuperar las condiciones previas al incendio y facilitar su regeneración natural. Ana Atienza, técnico de la Dirección General de Medio Ambiente que también participa en el proyecto, explica que mediante la corta, retirada y triturado de la madera muerta en una etapa tan temprana, es decir, antes de que se cumpla un año de la catástrofe, se pretende, ante todo, evitar el daño a los árboles y plantas que se regeneran de manera natural, puesto que todavía no han germinado todas las semillas. Los árboles quemados se extraen para abrir espacio a los nuevos que nazcan y gran parte de las leñas trituradas se dejan en el monte para proteger el suelo del golpeo de la lluvia y, por tanto, de la erosión. Asimismo, de esta forma se incrementa y acelera el aporte de nutrientes y se mejora el sustrato.

Los trabajos no se detendrán durante el verano, debido a la gran extensión de la zona a tratar y la urgencia de las actuaciones, que se prolongarán hasta diciembre. El próximo año se llevará a cabo un seguimiento para estudiar la evolución del regenerado natural. Si la vegetación que ha brotado es abundante, no se tendrá que volver a actuar hasta dentro de cinco años. En aquellas zonas donde la recuperación natural sea escasa o nula, se deberán realizar trabajos de repoblación forestal pasado un año del seguimiento y, donde sea excesiva, se llevarán a cabo tratamientos selvícolas (podas, clareos,).

La principal premisa del proyecto, indica Atienza, es conservar el medio ambiente, procurando minimizar en todo momento las «interferencias» con la reproducción de la fauna local. En este sentido, asegura que hay estudios que revelan que la biodiversidad animal en otras zonas afectadas por incendio que han sido tratadas «no solo no ha disminuido», sino que incluso ha aumentado tras los diferentes tratamientos selvícolas. La explicación radica en que los trabajos de recuperación hacen posible la aparición de gran cantidad de hierba, lo que favorece el aumento de poblaciones de especies presa como el conejo y la perdiz que, a su vez, propician una recolonización del territorio por parte de diversas aves rapaces.

En definitiva, los objetivos marcados para los trabajos en el paraje de Salmerón son la mejora del ecosistema afectado, lo que contribuirá a aumentar la biodiversidad y optimizar las condiciones de vida para la fauna, incrementar la cobertura forestal, reducir la erosión y proteger la zona frente a futuros incendios.

Regeneración natural

Debido a la climatología de este año, que ha estado marcado por la presencia de intensas lluvias, y a que la masa de pinar incendiada se encontraba en condiciones óptimas, con eevada presencia de piña, Pérez señala que en muchas zonas se ha producido una «regeneración adecuada». Esto permitirá que en el futuro no deban realizarse repoblaciones artificiales, además de justificar la importancia y la urgencia de los trabajos que se están llevando a cabo y cuya continuidad supondrá no dañar el regenerado incipiente, que dará lugar a una masa de pinar natural de mayor calidad, con ejemplares más vigorosos que si se replantaran árboles.

El técnico de Medio Ambiente explica que la regeneración da lugar a numerosos beneficios ecológicos, entre los que destaca la mejora de la biodiversidad dentro de los espacios naturales de la Red Natura; la disminución del índice de peligro de incendio forestal, hasta en un 50%; y el incremento de la tasa de fijación de dióxido de carbono en la vegetación tratada. Este tipo de proyectos, además, generan numerosos empleos a nivel local, puesto que la mayor parte de los trabajos forestales son de carácter manual, casi artesanal, debido a las peculiaridades del medio en el que se trabaja.

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