Borrar
Una chimenea industrial expulsando gases.
Contaminación ambiental, problema de salud pública

Contaminación ambiental, problema de salud pública

La contaminación ambiental es un problema de salud pública y un riesgo contra el que no hay capacidad de protección individual, recalca el médico y radiólogo Nicolás Olea a propósito de la publicación reciente de un informe europeo sobre la importancia de la precaución ante los químicos tóxicos emergentes.

EFE

Viernes, 17 de junio 2016, 09:39

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Un informe europeo alerta sobre los efectos nocivos de los químicos tóxicos emergentes asociados a nuevas tecnologías

La Agencia Europea de Medio Ambiente reedita su informe de 2000 con nuevas «lecciones» para prevenir daños en la salud y el entorno medioambiental, tras las advertencias de los efectos nocivos de algunos productos químicos asociados con las nuevas tecnologías. Es el caso de los insecticidas DDT, el plomo o los clorofluorocarbonos (CFC), cuya demostrada acción sobre la capa de ozono provocó su total erradicación.

El documento, 'Lecciones tardías de alertas tempranas: ciencia precaución e innovación', reúne en 750 páginas el «verdadero impacto» en la salud de los nuevos productos y la tecnología, como teléfonos móviles, tabaco, nanoproductos o combustibles fósiles y sus derivados.

«Se ha demostrado que hasta que una campaña cívica no se convierte en cuestión de Estado, no hay resultados. Somos como francotiradores contra un ejercito organizado», señala Olea sobre las iniciativas privadas que desde la ciencia o las organizaciones ecologistas o sindicales alertan sobre la contaminación ambiental.

Olea recuerda que, como genéricos, los más peligrosos contaminantes ambientales, porque están casi en todas partes, son los que se conocen como alteradores o disruptores endocrinos (EDC), sobre los que actualmente legisla el Parlamento Europeo.

La Comisión de Medio Ambiente del Europarlamento ha votado por la posibilidad de limitar la exposición de estos químicos entre la población más vulnerable: niños, mujeres gestantes o en edad fértil y adolescentes, cuyos organismos aún sufren transformaciones y son más sensibles a cambios hormonales. Los EDC interrumpen o alteran los procesos naturales del metabolismo y provocan desarrollos tempranos o interrumpen la normal comunicación hormonal. Cánceres hormonodependientes, algunos grados de autismo, infertilidad en hombres y mujeres, además de diabetes se asocian con la exposición temprana y prolongada a EDC.

Identificar la presencia en los productos de consumo de éstos contaminantes, entre los más comunes los parabenos y el bisfenol A, es un primer paso para crear conciencia colectiva del riesgo, apunta Olea, catedrático de la Universidad de Granada.

La meta es que la legislación europea establezca criterios que garanticen la identificación del mayor número posible de EDC a los que está expuesta la población y que se haga en base a las propiedades intrínsecas de las sustancias, como con los tóxicos cancerígenos o mutágenos, según el debate que se sigue en la Comisión de Medio Ambiente del Consejo Europeo, que en menos de un mes debatirá en Pleno un documento final. Olea, del Comité de Dirección del Instituto Niñez y Medio Ambiente (INMA), aboga por el principio de precaución ante las dudas sobre los efectos, porque «si estamos en lo cierto y no se hace nada, las consecuencias, irreversibles, se pagarán durante generaciones».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios