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JOSÉ SÁNCHEZ CONESA
Miércoles, 4 de enero 2017, 00:35
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Ayer tuvo lugar la representación del Auto de los Reyes Magos en la localidad de Perín, ante un numeroso público. Allí hubo también una nutrida representación del Ayuntamiento, con el alcalde, José López, al frente. Dos años y cinco representaciones festejan la recuperación de una tradición perdida a lo largo y ancho de 54 años, en un plausible esfuerzo de la asociación Acueducto por rescatar este tesoro. Al frente de este numeroso y loable grupo humano figura María Jesús Ros, que actúa en calidad de directora artística.
Para la representación instalaron dos plataformas junto al escenario, que, como en los antiguos autos sacramentales del siglo XVII, representan el cielo y el infierno, Por eso, desde allí actúan el diablo, por un lado, y el ángel y la estrella. El acompañamiento musical lo realiza la rondalla de la asociación, convertida durante estas fechas en una cuadrilla navideña.
El acto teatral tuvo lugar al atardecer, pero esa mañana se celebró la Cabalgata Campera de Reyes, un pasacalles que discurre desde la iglesia hasta el local social. Lo escolta una banda de gaiteros y consta de dos carrozas ataviadas con motivos rurales. En una están los pastorcillos y el burro legendario, de cartón piedra, que es elevado hasta la espadaña parroquial durante las fiestas patronales de agosto. La otra porta la estrella y en ella iban los Reyes y sus pajes, quienes repartían regalos entre los más pequeños. Entre ambas, marchaban los burros aparejados con juguetes y los mayores vestidos de pastores ofreciendo dulces típicos y vino viejo. Ya en el local de la asociación de vecinos, los pequeños entregaron sus cartas a los Magos de Oriente.
Hasta la fecha, el primer texto teatral escrito en castellano se lo debemos a un documento del siglo XII que recoge el seguimiento que los monarcas hacen de una estrella que les conduce ante el Mesías. En la acción Herodes recela porque le han dicho que ha nacido otro rey.
El escrito apareció en la catedral de Toledo. En el año 1900 lo publicó el filólogo e historiador Ramón Menéndez Pidal, con el título de Auto de Reyes Magos. Se recogía por escrito una larga tradición que hacía de catedrales, iglesias, ermitas y plazas de nuestros pueblos y ciudades un gran escenario de la adoración al niño.
La larga cadena continuó con nuevos textos y versiones locales. Así, la mayoría de los que sabemos que se han desarrollado en la región, desde el siglo XIX hasta nuestros días, están tomados de la larga obra 'La infancia de Jesucristo'. Es este un texto de tan larga extensión que lo hace irrepresentable en su totalidad. Su autoría corresponde al sacerdote malagueño, destinado en la abadía del Sacromonte de Granada, Gaspar Fernández de Ávila. Lo publicó en el año 1784. Cada pueblo tomó escenas de aquí, eliminó personajes y hasta incorporó algunos versos que aluden a personas o acontecimientos locales. Por eso, no hay dos autos iguales.
El año pasado tuve la dicha de poder contemplar el auto perinero, en el salón de actos del centro cultural Ramón Alonso Luzzy. Fue un hecho que me parece destacable porque son numerosas las manifestaciones culturales que se producen en los pueblos que pasan inadvertidas en el centro de Cartagena. Por ello, hacemos votos para que retorne el encuentro de cuadrillas que se celebraba hasta hace dos años en plazas céntricas como la de San Francisco y, anteriormente, la de Juan XXIII.
Este año nos hemos quedado con ganas de asistir al Auto de Reyes de La Magdalena, que si todo marcha bien volverá a ponerse en escena en 2018, al igual que su cuadrilla. Mientras tanto, la asociación de vecinos continúa con la promoción de los bolos cartageneros, a través del equipo Los Chambas. Todo ello con el apoyo de la junta vecinal de Molinos Marfagones, que preside mi amigo Antonio Bernal, gran amante de nuestras tradiciones. Actualmente ambas entidades impulsan, con la UPCT, un concurso de dibujo escolar que difunde el medio rural. ¡Los pueblos se mueven!
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