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Eduardo Ribelles
Martes, 6 de enero 2015, 00:40
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Trece carrozas, un pulpo 'globo' con diez tentáculos, un grupo de zancudos, comparsas de bailarinas con coloridos ropajes varias bandas de música, incontables equipos de sonido con pegadizas melodías y los personajes infantiles más populares de la televisión y el cine acompañaron ayer a los Reyes Magos en su multitudinaria cabalgata por el centro de Cartagena.
El recorrido fue el más largo en los últimos tres años. El añadido de un primer tramo de un kilómetro que abarcó la Alameda de San Antón, desde el cruce con la calle Trafalgar hasta la Plaza de España, favoreció la distribución del público para evitar contraproducentes aglomeraciones. De hecho, esa parte fue, ayer, la más concurrida de todo el itinerario.
La comitiva se concentró entre la Plaza de María Cristina (el Escudo) y el punto de inicio, a las cinco y media de la tarde, para salir puntual una hora después. Familias enteras, desde los abuelos a los niños, pasando por los padres, se concentraron cuarenta minutos antes, para coger sitio de pie, en primera fila, en los setos de la Alameda y en las aceras y las medianas del Paseo de Alfonso XIII, en las que no se habían colocado sillas.
Cuando pasó el desfile, había hasta tres y cuatro hileras de público, unas detrás de otras. Pero no generaron estrecheces que pudieran causar tumultos ni mareas de gente. Ése era precisamente el objetivo que se quería conseguir al abrir el recorrido en una calle lo más ancha posible: que no hubiera una concentración de público que convirtieran en intransitables las calles de la zona peatonal, como ocurrió el año pasado, cuando un globo con forma de cerdo de color rosa tuvo que ser desviado por un vomitorio atestado de público que no quería ni podía moverse.
Por si acaso, dos motoristas de la Policía Local marcharon por delante, marcando la distancia entre acera a acera que el público debía respetar para que pasaran todas las carrozas. También el coordinador municipal de Seguridad, Juan Antonio Calabria, inspeccionó que se cumplía con esa condición.
El corte de tráfico en la Alameda, el Paseo, Reina Victoria y Trafalgar obligó a desviar los coches por las calles Ramón y Cajal, Jorge Juan y Ángel Bruna, provocando retenciones que ralentizaron el paso de vehículos por todo el Ensanche. Pero era lo previsto. No hay constancia de que hubiera incidentes.
De Triqui a la Sirenita
Gracias a todo ello, los asistentes, pudieron ver con mayor comodidad a sus personajes favoritos: Epi y Blas, Coco y Triqui, de Barrio Sésamo; la Sirenita, el genio de Aladino, Bella y Bestia y Mogli y sus amigos animales de El Libro de la Selva, entre otros. También vitorearon a los Reyes y sus séquitos, para obtener la mayor cantidad posible de golosinas y peluches. Este año fueron seis mil kilos de caramelos y 25.000 peluches los lanzados al público que también atestó las calles del casco antiguo, dando un ambientazo especial a la ciudad.
Para llegar a todos los rincones con su cargamento de regalos, Melchor, Gaspar y Baltasar contaron con la directísima colaboración de los concejales José Cabezos, Alonso Gómez López y Nicolás Ángel Bernal. A última hora, también se apuntaron Mariano García, Francisco Espejo, Florentina García Vargas y Clara Elena Heredia para ejercer de pajes especiales en varias carrozas.
Los grupos de bailarinas disfrazadas de motas de nieve y otro de pingüinos y osos polares pusieron el ambiente invernal en una tarde que fue refrescando conforme se transformó en noche.
Boquiabierta se quedó la chavalería al paso de los cuatro zancudos perlados de puntos luminosos que abrían el desfile. También el pulpo hinchable, que lanzaba al aire cientos de pompas de jabón, acompañado de elegantes 'pulpitas' bailonas fue muy admirado. Entre las tradiciones que no se pierden, destaca la presencia del camión de bomberos más antiguo del Parque de Seguridad, que sale desde hace años. No faltó la carroza de Cortilandia, repleta de luz y color y con una docena de pequeños payasos lanzando regalos y caramelos a los asistentes.
Desfile ágil y colorido
La segunda parte del recorrido, ya por calles más estrechas, destacó por su agilidad, gracias a la vigilancia establecida para que ni los espectadores sentados interfirieran el paso ni los que estaban de pie bloquearan los vomitorios de uso exclusivo para vehículos de emergencias y las esquinas para el giro de las carrozas. A ello contribuyeron decisivamente los 60 efectivos de Protección Civil dispuestos a lo largo del recorrido.
En la calle Mayor se permitió apenas una fila de espectadores, sobre todo en la zona de entrada desde la Plaza de San Sebastián, que es bastante estrecha.
Todo contribuyó a que el desfile concluyera con éxito, en la Plaza del Ayuntamiento, pocos minutos antes de las diez de la noche.
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