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De agricultor en Palencia a presunto yihadista en Siria

Procesan a un joven marroquí residente en Burgos que fue detenido en Turquía cuando trataba de llegar a Alepo para combatir con el Dáesh

Mateo Balín

Lunes, 30 de enero 2017, 20:29

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Ali Afarkhane es un marroquí de 28 años con residencia legal en España y sin antecedentes penales. Vivía en un pueblo de 80 habitantes de Burgos, Padilla de Arriba, y trabajaba en una explotación agrícola en Amayuelas de Abajo (Palencia). El 12 de abril del pasado año desapareció "repentinamente" para sorpresa de sus vecinos y compañeros. Con los pocos recursos económicos que disponía, cogió un autobús y se fue a Santander. Desde allí, tomó otro autocar rumbo a Turquía: 4.500 kilómetros pasando por Rumanía y Bulgaria hasta llegar a la localidad de Gaziantep, a pocos kilómetros de la frontera con Siria y de la ciudad de Alepo.

El 20 de abril, tres días después de llegar a Gaziantep, Ali fue detenido en una operación policial posterior a un atentado en una comisaría de la ciudad. Fue internado en un centro para extranjeros antes de ser expulsado a España el 4 de mayo. Al llegar a casa no fue detenido, pero los sevicios de información de la Policía ya le seguían la pista. Vivía tranquilamente en Valladolid hasta que fue arrestado el 26 de septiembre pasado y llevado ante el juzgado de la Audiencia Nacional, que ordenó su ingreso en prisión preventiva.

La razón que aludieron los agentes que le seguían era que este joven agricultor nacido en Ait Majden (Marruecos), hijo de Omar y Kadija, se había radicalizado y pretendía viajara Siria para unirse supuestamente al Daesh (Organización del Estado Islámico). «Tal solo el azar provocó que, a escasos kilómetros de la frontera y como consecuencia del atentado contra la comisaría de policía turca, resultara detenido y finalmente devuelto a España», señala el juez Eloy Velasco en su auto de procesamiento para justificar su intento de entrar en Siria.

Expulsado a Marruecos

Aunque en un principio el acusado por delitos de yihadismo alegó que estaba en Turquía de turismo, la policía no le creyó. Entre los indicios que confirmarían sus verdaderas intenciones está un trozo de papel con anotaciones de un número de teléfono turco, cuyo titular es una persona responsable de la red de entrada a Siria. Asimismo, el día antes de su detención en Gaziantep sacó dinero del banco y dejó sus cuentas a cero, así como que sus íntimos amigos en España comentaron en conversaciones telefónicas pinchadas su intención de irse a combatir.

Uno de esos colegas, Kamal T., fue detenido en Murcia el 26 de septiembre, el mismo día en que las autoridades españolas arrestaron al procesado en Valladolid, en donde estaba a la espera de obtener una nueva documentación para residir y trabajar temporalmente en España.

Esta última documentación la necesitaba para poder plantearse un nuevo viaje a Siria, tal y como comentó su amigo hablando por teléfono con un tercero: «El problema es que todavía tiene la idea en la cabeza y aunque hables con él es como si hablaras con la pared», señala el auto. Kamal, investigado por un delito de encubrimiento de actividad terrorista, fue expulsado a Marruecos el 1 de diciembre del año pasado durante un periodo de diez años por incumplimiento de la Ley de Extranjería.

Ello supone, asegura el juez, que el papel de Ali Afarkhane supera «el de mero simpatizante en un claro propósito exteriorizado de ser un miembro más de la organización terrorista islamista Dáesh», y por este motivo le imputa un delito de intento de integración en el autodenominado Estado Islámico y otro de autoadoctrinamiento con fines terroristas.

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