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GENTE

El aroma de la sospecha

Sandro Rosell, que empezó vendiendo perfumes en Oriente Medio, se ha visto salpicado por el contrato de Neymar

FERNANDO MIÑANA

Miércoles, 15 de enero 2014, 11:21

La noche que se presentó el perfume 'Only by Julio Iglesias' en el Hotel Pierre, junto a Central Park, un jovencito Sandro Rosell descubrió una nueva forma de tratar a la gente. Fue durante la cena que tenía acobardado al ahora presidente del Barça, que costaba 50.000 dólares por barba y eso, entonces, suponía la mitad de su sueldo. El cantante acudió con una rubia que se acababa de ligar y mientras la convencía de que su novio no podía enfadarse con ella por acostarse con una celebridad como él, vacilaba a los representantes de la empresa Myrurgia, entre los que se encontraban, incluido Rosell, los que tenían que convertir su perfume en un éxito. «Bueno, cabronazos, hay que vender mucho para que Julito tenga buenos royalties, muchos royalties».

Rosell alucinó aquella noche. Pero no menos que al descubrir el mundo que se abría ante él cuando comenzó a viajar en representación de Myrurgia. Al entrar en la empresa, como buen novato, se comió el curro que nadie quería. Y no había nada peor que la representación en África y Oriente Medio. Mucho nombre para, en verdad, un único distribuidor en Dubai al que nunca visitaban porque hacerlo, avión más hotel más gastos, costaba más que todo lo que facturaba el hombre.

Hasta que con 23 años logró convencerles de que el viaje podía servir, además de para agasajar a aquel viejo vendedor de Dubai, para echar la caña en Egipto, Arabia Saudí, Omán, Bahréin y Catar. Países en los que no solo se encontró habitaciones de hotel con flechas que indicaban dónde está La Meca, sino también contactos que aún perduran y que han permitido estampar el nombre del estado de Catar en la camiseta del Barça.

Al veloz Rosell (Barcelona, 1964) le llamaban 'El Flecha' cuando jugaba al fútbol -llegó a disputar una eliminatoria de Copa de la UEFA con el CE Principat andorrano-, pero el apodo bien pudo acompañarle en sus inicios laborales, cuando aquel niño bien que pasó por los mejores colegios de Barcelona, se diplomó en Empresariales y se sacó un MBA por la Esade, comenzó a prosperar en las empresas. Primero logró dar esquinazo a Oriente Medio para seguir descubriendo el mundo con las fragancias dentro de un maletín. Porque después de Dubai llegó Escandinavia, donde, además de hincharse a salmón, entendió que su estado de bienestar les 'forzaba' a subirse a los ferrys de un país a otro para comprar y beber sin pagar sus altísimos impuestos.

Durante todos esos años fue aprendiendo los secretos del negociante, del mundo, de la vida. Y al final de aquella etapa alimentando los royalties de Julio Iglesias comprendió que el perfume, en esencia, representa el deseo del hombre por gustar así como su temor a no conseguirlo. Su jefe en Myrurgia, Albert Agustí, se lo llevó en 1990 para ocuparse, dentro del comité organizador de Barcelona'92, de los grandes patrocinadores. Ahí tendió nuevos puentes que cruzar años después. De cada trabajo aprendió algo y se llevó valiosos contactos. Como cuando aterrizó en la agencia ISL y propuso a la LFP y a la ACB comercializar el balón de la Liga.

Adidas, Reebok y otras no vieron el negocio. Nike sí. Y también a quien tuvo la idea, Sandro Rosell, al que le echaron el lazo como responsable de marketing para España y Portugal -ahí conoció a Pep Guardiola- y luego trasladaron a Brasil para encargarse del mercado latinoamericano. El catalán hizo una gran amistad con el presidente de la federación canarinha, Ricardo Texeira, con quien entabló negocios de los que muchos todavía recelan.

Su perfume atufa a sospecha. El fútbol y Rosell han hecho buenas migas pero su trayectoria está trufada de asuntos turbios, como aquel Brasil-Portugal amistoso de 2008 que dejó cuatro millones de beneficio. O los 24 amistosos que organizó en 2006, de los que siempre ha defendido que no se llevó comisiones sino, simplemente, sus honorarios.

Aunque nunca ha sido castigado por ninguno de los escándalos que le han salpicado. Ahora está por ver si ocurre lo mismo con el último, el fichaje de Neymar por el Barça. La Fiscalía ha pedido al juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz que investigue a Rosell por un delito de apropiación indebida en su modalidad de distracción porque existen indicios de que los contratos firmados «no responden a lo indicado en los mismos». Al parecer, según la Fiscalía, esos documentos apestan. Es el aroma de la sospecha.

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