Reclusos de morro fino
Presos de una cárcel de Nueva York exigen 500 millones de dólares a la dirección por provocarles caries al prohibirles el hilo dental
SALAMU HAMUDI BACHRI
Miércoles, 26 de septiembre 2012, 13:33
Los presos del penal de Westchester, a las afueras de Nueva York, no reclaman ni sábanas nuevas, ni libertad condicional, ni revistas eróticas, ni cigarrillos o más 'vis a vis'. Solo quieren hilo dental, vetado por el centro penitenciario por su posible uso «alternativo». Y para respaldar la urgente necesidad que tienen de este producto tan recomendado por los dentistas alegan que «sufren intensos dolores en la boca e incluso pérdidas de dientes». Y no se quedan ahí: exigen una compensación de 500 millones de dólares (388 millones de euros) por los supuestos daños que la falta de hilo dental causa en sus encías.
Para justificar su particular demanda, los once presos querellantes esgrimen que las autoridades de la cárcel reconocen en su manual de regulaciones internas la importancia del uso del filamento dental. «Claramente dicen que si no te pasas el hilo, terminarás con caries», señaló Santiago Gómez, portavoz de los demandantes, quien cumple condena por tráfico de armas. «En otras cárceles sí autorizan su uso por parte de los presos», se justificó, indignado.
Sin embargo, desde el personal de la penitenciaría defienden la normativa vigente ya que -apuntan- el hilo dental «puede ser utilizado como arma en el contexto carcelario». Vamos, hablando en plata, que la fina cuerdecilla puede ser usada como extraordinario artilugio para la fuga.
Informes esgrimidos por las autoridades de la prisión neoyorquina revelan que en el pasado la hebra dental ha sido utilizada para facilitar huidas al mejor estilo del agente McGyver. La resistencia del hilo ha permitido que algunos reclusos, trenzándolo, elaboren escalas. Y, de acuerdo con fuentes policiales, en algunos casos incluso se ha combinado con enjuague bucal, pasta de dientes y otros productos abrasivos para serrar barrotes y darse a la fuga.
El caso más famoso y recordado ocurrió en 1994, cuando el reo Robert Dale Shepard fabricó una cuerda de cinco metros y medio con hilo dental del que hicieron acopio él y sus 'solidarios' compañeros, y escapó de una cárcel en Virginia Occidental.
Un caso similar fue protagonizado en una prisión de la ciudad italiana de Turín por el capo mafioso Vincenzo Curcio, quien en 2000 se las apañó para cortar las rejas de su celda con hilo dental. Así lo aseguran, al menos, los informes de los guardias.
Pero los presos de Nueva York sostienen que solo lo quieren para prevenir caries. Los responsables de la penitenciaría apuntan que ninguna normativa obliga a las cárceles del Estado a proporcionar hilo dental a sus reclusos. Pero reconocen que están investigando si existen en el mercado artículos similares que proporcionen higiene dental libres de peligrosos usos alternativos.