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Juan Iborra, en su chiringuito de La Manga y su camarera :: PABLO SÁNCHEZ
CARTAGENA

Un ladrón que cuida las formas

Nuevo aumento de robos en los chiringuitos de la zona de La Manga, donde un delincuente deja mensajes: «Lo siento, es para dar de comer a mis hijos»

ANTONIO LÓPEZ

Jueves, 16 de junio 2011, 13:47

Juan Iborra, un joven empresario de 33 años, se llevó el mayor disgusto de su vida hace dos semanas, cuando encontró el chiringuito que regenta en La Manga destrozado y saqueado por un ladrón arrepentido. Éste, además de robarle casi todo lo que tenía, le dejó una nota escrita en la puerta pidiéndole perdón por lo que había hecho y explicándole las razones que le habían llevado a asaltar el local, ubicado en la playa del Barco Perdido, entre el Hotel Entremares y la urbanización Las Sirenas: «Lo siento mucho, pero con esto puedo dar de comer casi una semana a mis hijos, aunque ya sé que esto no es una excusa para robar. Espero que entienda mi situación».

«No dejó casi nada. En poco tiempo se llevó hasta las bolsas de basura, la escoba y las bayetas de limpiar», cuenta Juan desconsolado. Pero aquel singular ladrón fue educado y cuidadoso en sus formas: «Tío, muy buenos los frutos secos. He intentado romper lo menos posible y no he cortado la luz para que no se te eche a perder el granizado y los helados», rezaba también en la pizarra del bar.

Porque eso fue lo que dejó el ladrón: los helados y una explicación. Se llevó un grill, la caja registradora, los refrescos y cervezas de las cámaras frigoríficas, la comida, el microondas, el equipo de música, las botellas de alcohol, doscientos euros que tenía en un cajón para el cambio y hasta las bolsas de patatas. El empresario calcula unas pérdidas cercanas a los mil euros.

El ladrón entró de madrugada forzando una de las ventanas del chiringuito. En escasos minutos se hizo con su botín y utilizó una furgoneta para transportarlo. «Fue un palo para mí. Esa misma noche también asaltaron otro quiosco que hay junto al mío. No sabemos si fue la misma persona, porque en ese caso no dejó ninguna nota», puntualizó Juan Iborra.

Refuerzo en ventanas

Tras el robo, este empresario reforzó las ventanas y la puerta, antes de reponer las bebidas, los refrescos y la comida. Pero cinco días después otro ladrón entró a su establecimiento y volvió a destrozarlo. Éste, al contrario que el anterior, fue menos cuidadoso.

El segundo ladrón tampoco dejó cosas de valor y se cargó todo lo que encontró a su paso. «Intentó entrar por la ventana, pero como no pudo rompió la puerta», explica. Este caco no fue tan generoso como su colega arrepentido y hasta se llevó los helados.

Para que no le vuelva a suceder, ahora se ha gastado cuatrocientos euros en un sistema de alarma. «Lo que no me ha pasado en los cuatro años que llevo regentando el chiringuito me ha ocurrido en una semana. Nunca me habían robado. Y es que lo que está pasando últimamente en la zona de La Manga y Cabo de Palos no es normal. Están entrando a bares, restaurantes y hasta a casas, y como la mayoría están vacías les resulta más fácil», avisa.

Este hostelero denunció los robos en el cuartel de la Guardia Civil y anima a que todo el que se vea en esa situación también lo haga. «Necesitamos más presencia policial y eso se consigue dando a conocer lo que nos está pasando. Esta situación se tiene que acabar», añade.

Y es que los empresarios de chiringuitos de La Manga, Cabo de Palos e incluso Mar de Cristal han sufrido durante el último mes más de una decena de robos en sus locales. El gerente del restaurante El Mosqui, Isidoro de la Orden, se llevó el susto de su vida cuando hace menos de un mes se encontró dentro de su local a un hombre de madrugada robando.

Robo en El Mosqui

«Eran las tres de la mañana y recibí una llamada de la central de alarmas. Salí de casa, y cuando llegué al restaurante me encontré dentro a un chico, vecino de Cabo de Palos. Es muy conocido porque ya le han detenido más de treinta veces», cuenta el dueño del popular restaurante. Al ver a Isidoro de la Orden, el delincuente huyó sin botín. Al día siguiente fue denunciado y detenido.

«Esta mañana [por ayer] hemos tenido el juicio. Creo que no servirá de nada, porque lo van a dejar en libertad, y eso que es el culpable de al menos media docena de hurtos en otros locales de Cabo de Palos, durante este mes», asegura el hostelero.

Éste no es el único asalto que ha sufrido en las últimas semanas. Cinco días después le robaron la furgoneta. Dice que se dio cuenta al poco tiempo. «Estaba aparcada frente al establecimiento y cuando me di cuenta se la habían llevado. Rompieron el cristal, le hicieron un puente y ya está. A los diez minutos la encontramos. La había robado el mismo hombre, que es de origen marroquí».

Peor suerte corrió otro hostelero de Mar de Cristal, que hace un mes se encontró su chiringuito calcinado. Unos vándalos prendieron fuego a un aseo público y las llamas se propagaron a su negocio. Aún no sabe cuánto ha perdido.

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