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Dos hombres en la rambla de Las Culebras de Águilas, totalmente anegada tras la tromba de agua caída el martes. :: EDU BOTELLA / AGM
REGIÓN MURCIA

El agosto loco

Trombas de agua, inundaciones y olas de calor marcan un mes de fenómenos extremos que científicos y meteorólogos observan con preocupación

FUENSANTA CARRERES fcarreres@laverdad.es

Domingo, 22 de agosto 2010, 11:33

Agosto se ha vuelto loco. Los veraneantes de Águilas y Mazarrón han abierto hoy la sombrilla de nuevo para protegerse del sol que tanto ansiaban, pero no hace ni dos días que cerraban el paraguas y achicaban sus garajes inundados. Si hoy los vecinos de Jumilla soportan máximas abrasantes de cuarenta grados, el domingo pasado evaluaban los daños del intenso granizo que arruinaba sus cosechas. Los fenómenos meteorológicos extremos que este atípico mes se están registrando en la Región son casi anecdóticos si se comparan con los que se ha concatenado en las tres últimas semanas en todo el planeta, pero evidencian, a pequeña escala, que, probablemente, el cambio climático ha comenzado a enseñar sus fauces.

Científicos y meteorólogos sospechan que así es, pero han acordado no pronunciarse aún y seguir observando. «La recurrencia de fenómenos extremos en Murcia está siendo alta; llevamos tres tormentas muy fuertes en una semana, y varios días de intenso calor; de momento, nos limitamos a observarlo y a documentar los cambios; ya llegarán las conclusiones», admite el delegado en Murcia de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Fernando Belda, que ha pasado la última semana pegado a su ordenador descifrando los movimientos de las nubes en el Meteosat.

Si la tromba de granizo del pasado viernes 13 fue recibida con normalidad como una clásica tormenta de verano, con sus rayos y truenos, las intensas lluvias de esta semana en Águilas y Mazarrón han resultado sorprendentes para muchos murcianos, que no recuerdan un episodio de inundaciones como el ocurrido el martes, y que sorprendió descolocados a meteorólogos y ciudadanos. Sin ser un fenómeno anormal, el temporal del martes tampoco obedece al patrón clásico de una tormenta de verano convencional; además, presenta algunas peculiaridades que dificultan su predicción. La de Águilas respondió más bien a los parámetros de una lluvia cálida o explosiva y que, al contrario que las habituales tormentas de verano, que se inician en el interior, se forma en el mar, donde se carga de humedad. Su peculiaridad es que la lluvia que descarga es muy intensa y localizada; además, su poco desarrollo vertical (las nubes no están muy alejadas de la tierra) dificulta su detección. «Es muy complicado 'cazar' ese tipo de fenómenos a corto plazo, y más cuando son tan localizados como el ocurrido en Águilas», explica Belda, disgustado por las críticas que su departamento ha recibido esta semana por no activar el aviso amarillo por fuertes lluvias antes de que las precipitaciones desbordaran ya la rambla de Las Culebras de Águilas. Hasta 70 litros de agua por metro cuadrado llegaron a recogerse en una hora, mientras catorce coches terminaban flotando en el mar arrastrados por la tromba rambla hacia abajo. Las avenidas veraniegas por las calles de Calabardina tampoco son una novedad, pero pocos vecinos recuerdan crecidas tan intensas como la del martes.

Si los fenómenos meteorológicos que han irrumpido en el sestero murciano son o no las primeras manifestaciones virulentas del cambio climático está en cuestión. Pero pocos dudan ya de que la frecuencia con que se repiten las situaciones adversas es cada vez más intensa. «Todo el año ha estado salpicado de fenómenos extremos; hemos tenido semanas inusuales de mucho calor en invierno, fuertes temporales de nieve, lluvias muy intensas...», admite Belda. Ampliando el periodo de estudio, la Delegación Territorial de la Agencia Estatal de Meteorología lleva años constatando cuáles serán los efectos del cambio climático en Murcia: el ascenso de las temperaturas (en el último medio siglo ya han aumentado un grado) y la disminución, de entre un 10% y un 20%, de las precipitaciones. El panel de expertos que integra el Observatorio del Cambio Climático de la Región también ha alertado en varias ocasiones del previsible aumento del riesgo de inundaciones en toda la Comunidad, como la realidad más inmediata ha confirmado esta misma semana.

Las tablas que maneja el meteorólogo no corroboran en cambio la percepción de muchos murcianos sobre la suavidad de las temperaturas este verano. Al contrario, las mediciones realizadas demuestran que las máximas han estado apenas medio grado por debajo de la media anotada en los últimos cuarenta años y las mínimas han sido más altas. Sí es cierto que durante toda la temporada las brisas de Levante han aliviado la sensación térmica de los murcianos, que han padecido menos jornadas de poniente de lo habitual. «Pero es que hay que empezar a plantearse que se han acabado las situaciones normales. El cambio climático es una evidencia, ya está aquí, y hay que ser ciego para no verlo», avisa Antonio Soler, educador ambiental y miembro del Observatorio Regional de Cambio Climático. Como los estudiosos del cambio climático de todo el mundo, Soler está observando con preocupación el aumento de las catástrofes provocadas por fenómenos extremos este verano.

Los científicos temen que las situaciones extremas se vuelvan más severas y frecuentes. Evidencias no les han faltado este mes de agosto, que ha encadenado catástrofes llegadas del cielo: Rusia ha padecido la mayor ola de calor en la historia de las observaciones meteorológicas, y el denso manto de humo de los incendios forestales ha multiplicado por dos la mortalidad en Moscú. Las peores lluvias monzónicas en 80 años han golpeando con dureza a Pakistán, donde ya se contabilizan 1.600 víctimas mortales y sólo el 8% de los 20 millones de afectados posee agua potable. En China, las intensas lluvias que se han desatado esta semana en la ciudad de Longnan y en el condado de Wenchuan han causado la muerte de 51 personas.

Los expertos reconocen que su habilidad para predecir con exactitud la proximidad de fenómenos extremos es limitada, y se plantean el desarrollo de técnicas de predicción más precisas para ayudar a señalar el lugar y la intensidad de las sequías, las inundaciones y las olas de calor antes de que sucedan, lo que permitirá salvar miles de vidas.

La Comisión Europea pretende que precisamente la Región de Murcia sea zona piloto de estudio de protocolos y alertas tempranas ante fenómenos extremos. «Tenemos una amplia experiencia en ello, y llevamos 20 años trabajando los protocolos que ahora han comenzado a aplicarse en otros países», comenta Fernando Belda, quien admite que el aviso amarillo por fuertes lluvias en Águilas el pasado martes se activó con horas de retraso porque la lluvia caída superó las previsiones iniciales. El delegado en la Región de la Agencia de Estatal de Meteorología insiste en que, a pesar de los supuestos fallos en la activación de la alerta, Murcia lleva mucho camino adelantado en la predicción de fenómenos meteorológicos de riesgo. «Llevamos años evaluando las variaciones de las temperaturas, los índices de sequía o las precipitaciones, e incorporando esos datos a los modelos climáticos, que son la mejor herramienta actualmente disponible. Tampoco nos falta experiencia para enfrentar episodios de riadas y olas de calor».

También el portavoz nacional de la Aemet, Ángel Rivera, que tendrá que comparecer en el Congreso a petición del PP para explicar por qué no se activó a tiempo la alerta en Murcia, considera que los incendios de Rusia y las lluvias de Pakistán están «en coherencia» con los modelos de cambio climático sobre fenómenos adversos. Ribera explica que se está constatando que, al haber más energía en la atmósfera, hay más humedad. En cuanto la atmósfera se inestabiliza hay más vapor de agua disponible y, por tanto, llueve más. El aumento de la temperatura del mar, apunta Antonio Soler, que este verano está dos grados por encima de la media, también tiene su incidencia. En cualquier caso, otros veranos se han producido igualmente intensas lluvias en algunas zonas del planeta, pero las de este año se están encadenando.

Palo al turismo

Las inundaciones de Águilas y Mazarrón no han ocasionado víctimas, pero los daños materiales -el Ayuntamiento del municipio calcula que sólo las desperfectos en bienes municipales, playas y carreteras superan un millón de euros, a lo que hay que sumar los elevados daños en coches y viviendas particulares- son millonarios. La peor parte se la están llevando los hosteleros y comerciantes. «Era lo que nos faltaba. Los turistas no están por gastar un céntimo de euro si no lo disfrutan, y son muchos los que han adelantado la vuelta a casa y han anticipado unos días su salida», se lamenta Soledad Díaz, presidenta de Hostemur. Los visitantes ya llevaban varios días de chaparrones y nubes, encerrados en casa, antes de la tormenta.

La huida de turistas decantará el balance de la campaña de verano hacia el 'debe', ya que los hosteleros tenían todas las esperanzas puestas en la tercera semana de agosto, que suele registrar los picos de mayor ocupación del año. «Era la semana decisiva después de un verano regular, pero no podemos luchar contra los elementos. Si el tiempo no invita, es normal que los turistas regresen a casa y prefieran ahorrarse el dinero», admite Díaz.

Las terrazas y chiringuitos de Águilas y Mazarrón, que este fin de semana han recuperado la normalidad, también se resienten de una semana más dedicada a limpiar barro que a servir mesas. La próximas semanas, en las que el sol lucirá hasta cansar en prácticamente toda la Región, se la pasarán también mirando al cielo, para que las sorpresas del agosto loco no les pillen desprevenidos.

Agosto se ha vuelto loco. Los veraneantes de Águilas y Mazarrón han abierto hoy la sombrilla de nuevo para protegerse del sol que tanto ansiaban, pero no hace ni dos días que cerraban el paraguas y achicaban sus garajes inundados. Si hoy los vecinos de Jumilla soportan máximas abrasantes de cuarenta grados, el domingo pasado evaluaban los daños del intenso granizo que arruinaba sus cosechas. Los fenómenos meteorológicos extremos que este atípico mes se están registrando en la Región son casi anecdóticos si se comparan con los que se ha concatenado en las tres últimas semanas en todo el planeta, pero evidencian, a pequeña escala, que, probablemente, el cambio climático ha comenzado a enseñar sus fauces.

Científicos y meteorólogos sospechan que así es, pero han acordado no pronunciarse aún y seguir observando. «La recurrencia de fenómenos extremos en Murcia está siendo alta; llevamos tres tormentas muy fuertes en una semana, y varios días de intenso calor; de momento, nos limitamos a observarlo y a documentar los cambios; ya llegarán las conclusiones», admite el delegado en Murcia de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Fernando Belda, que ha pasado la última semana pegado a su ordenador descifrando los movimientos de las nubes en el Meteosat.

Si la tromba de granizo del pasado viernes 13 fue recibida con normalidad como una clásica tormenta de verano, con sus rayos y truenos, las intensas lluvias de esta semana en Águilas y Mazarrón han resultado sorprendentes para muchos murcianos, que no recuerdan un episodio de inundaciones como el ocurrido el martes, y que sorprendió descolocados a meteorólogos y ciudadanos.

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