Los fontaneros de ZP
¿A quién escucha el presidente? Un minúsculo grupo de juristas y economistas maneja el poder en La Moncloa. Conocieron antes que nadie los recortes contra la crisis
ZURIÑE ORTIZ DE LATIERRO
Domingo, 23 de mayo 2010, 13:38
José Miguel Vidal, José Enrique Serrano, Javier Vallés, José Manuel Campa, Javier de Paz, José Carlos Díez...¿Les ponen cara? Es complicado. Son ministros sin cartera o discretos transmisores de información entre la élite empresarial y La Moncloa. Abogados y reputados economistas a los que les une, en algunos casos, una poderosa amistad. En todos, su influencia decisiva sobre Zapatero. La mayoría conoció antes que los titulares oficiales de algunos ministerios las nueve medidas del ajuste económico más drástico e impopular de la historia reciente del país. Los 16 folios que leyó el presidente el 12 de mayo contenían sus propuestas.
«¿Un reportaje sobre los hombres que diseñan la política económica de Zapatero, los que verdaderamente tienen peso? Igual no podéis escribir ni una página. Son muy pocos los elegidos. Habla con mucha gente, pero que les haga caso... es otra cosa. Por ejemplo, ha recuperado a personas como Miguel Boyer y Carlos Solchaga, pero lo que nos transmiten luego es que José Luis oye, pero no escucha. Da la impresión de que se reúne con gente importante para que trascienda que está preocupado, pero no hace excesivo caso», se despacha un ex ministro.
Javier Vallés, director de la Oficina Económica del Presidente y uno de esos contados hombres a los que sí escucha, ha abierto La Moncloa a la élite económica de izquierdas. En los últimos dos años, el jefe del Gobierno ha cenado, discutido y se ha formado con decenas de catedráticos, economistas, financieros y empresarios. Desde el presidente de Analistas Financieros Internacionales, Emilio Ontiveros, al director de coyuntura de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), Ángel Laborda; o David Taguas, el presidente de la patronal de las constructoras (Seopan). Su salto a ese cargo desde la dirección de la oficina económica de La Moncloa escoció en Ferraz, pero ZP sigue contando con él.
Los 'minesotos'
Su sucesor en el cargo es un «magnífico promotor de ideas», sin connotaciones políticas conocidas, coinciden un ex alto cargo socialista y uno de los portavoces de la banca española. Javier Vallés pertenece al clan de los 'minesotos'. Así se hace llamar una selecta e influyente camada de economistas que pasaron por la universidad americana de Minnesota, como su propia mujer, Soledad Núñez, directora general del Tesoro; o el ministro de Industria, Miguel Sebastián, el primero que lideró esa poderosa oficina económica que tan poco gustó a Pedro Solbes. A todos ellos les une un vínculo cultivado con los años. Amigos y adversarios le reconocen a Vallés su irreprochable formación técnica, su buen carácter y eficacia. También, su «subordinación al presidente. No se le ha oído jamás contradecirle», coinciden. Maño, casado y con tres hijos, es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Zaragoza y doctorado en la citada universidad estadounidense. Antes de su incorporación al equipo de asesores de la Presidencia, desempeñó diversos cargos en el Banco de España.
Vallés tiene otro íntimo amigo con el que, además de hablar de la congelación de las pensiones, la bajada de sueldo a los funcionarios o de la subida de impuestos, se calza las zapatillas para correr kilómetros por las afueras de Madrid. Es José Manuel Campa, uno de los fichajes que más estupor causó por su perfil liberal.
Doctorado en Economía en Harvard -no es 'minesoto'-, y con una vasta experiencia en el mundo de la docencia y en el financiero -ha sido consultor del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional o del Banco de la Reserva Federal- llegó al Gobierno hace un año como esperado mirlo blanco. El mismo día en que se hizo pública la mayor caída trimestral del PIB en la historia, Campa ocupaba el despacho del secretario de Estado de Economía, el número dos del ministerio más delicado en la tormenta de la crisis. Mientras, en Oviedo, su ciudad, se preguntaban cómo se había metido en semejante lío ese chaval intrépido que se echó la mochila a la espalda para hacer las europas y las américas sin ser una carga en casa, donde vivía con una hermana con síndrome de Down.
«¿Por qué no voy a hacer lo que pueda por mi país?», respondió el propio Campa, casado con una americana y padre también de tres hijos, en la tertulia literaria L'Alderique de la capital asturiana que frecuenta menos de lo que le gustaría. Es el sentido de vocación pública y patriotismo mamado en Estados Unidos, donde es habitual pasear por la política y regresar luego a la universidad o al banco de turno. El hombre con el currículo profesional más brillante del 'aparato' económico quizás emprenda ese viaje antes de lo previsto. Fuentes de su ministerio cuentan que la relación con la vicepresidenta Elena Salgado se ha enfriado hasta el punto de que sopesa dejar el cargo en verano, cuando expire la presidencia española de la UE. Claro que también hay quienes postulan como sucesor de la ministra a este asturiano campechano y corredor del maratón de Nueva York, con amigos tan influyentes como Larry Summers, asesor de Obama y ex secretario del Tesoro con Clinton.
Pero Elena Salgado también tiene amigos. Y son más poderosos que los de Campa en La Moncloa. Uno de sus íntimos, además de Alfredo Pérez Rubalcaba, es José Enrique Serrano. El ministro de Interior es el mentor de los dos. Visto desde las filas del PSOE y del PP como «uno de los auténticos fontaneros de Zapatero», son mayoría los que le adjudican a Serrano la redacción del discurso que más le ha costado leer al jefe del Gobierno, el de las nueve medidas «imprescindibles y equitativas». Con aportaciones de Vallés y Salgado, pero la literatura, la intención, parece que son cosecha de este hombre inteligente y escurridizo. La sombra del tridente del poder: Zapatero-Blanco-Rubalcaba. Y lo ejerce con la discreción y la experiencia que le dio desempeñar las mismas labores con Felipe González entre 1993 y 1996. Los difíciles años de Filesa, Roldán o Paesa.
La trayectoria en las bambalinas del Gobierno de este abogado madrileño, del que apenas se han publicado un par de fotos, arranca en 1987, de la mano de Narcís Serra. El entonces ministro de Defensa le fichó como director general y cuatro años después se lo llevó a La Moncloa.
Algunos de los hombres que han trabajado codo con codo con él no recuerdan ninguna afición especial y aseguran que sus conocimientos de economía son escasos. Pero Zapatero se ha apoyado y fiado de su jefe de gabinete en momentos tan críticos como el actual o cuando intentó reconducir el diálogo social el pasado verano. Las mismas fuentes cuentan que Serrano era el hombre encargado de atender el teléfono rojo con ETA al final del proceso de diálogo, dinamitado en Barajas.
Aversión a las fotos
Sólo hay un hombre en el palacete de la Avenida Puerta de Hierro que tenga más alergia a las cámaras que Serrano: José Miguel Vidal Zapatero, más conocido como el primo del presidente, la persona que más ha influido e influye en el secretario general del PSOE, con permiso de Sonsoles y de Serrano. Es su confidente de la infancia. Crecieron juntos, estudiaron Derecho juntos, veranean juntos y, desde 2004, trabajan juntos. «Es una persona muy lista, muy trabajadora, con una absoluta lealtad por su primo y una total convicción de que llegó con él y de que se irá con él. Se volverá a Palencia, a sus clases, y desaparecerá del mapa político», augura convencido un ex ministro de ZP.
«Simpático y agradable, aunque tímido y retraído», según algunos altos cargos que le han tratado casi a diario, le cuesta mucho hablar en público para evitar que se le identifique con su primo. Es, también, una de las escasas personas que se atreve a decirle «te equivocas, José Luis». Su simbiosis es tal, que forman un todo. Él es el intelectual; Zapatero, el político, el del olfato.
Hasta su marcha a La Moncloa compaginaba su labor como profesor de Derecho Constitucional en Valladolid con sus colaboraciones en El Norte de Castilla. Su neura de pasar desapercibido se frustró hace pocos días, cuando los sindicatos denunciaron su nombramiento como consejero de la agencia pública de noticias 'Efe'.
Javier de Paz y José Carlos Díez no tienen despacho en el palacio presidencial. ¿Pero para qué está el móvil? Son dos de los asesores 'externos' con los que el presidente más habla por teléfono. El primero fue secretario de las Juventudes Socialistas y acumula una ascendente trayectoria empresarial con cargos como adjunto a la presidencia de Panrico o presidente de la patronal de bollería de marca y de la empresa pública de mercados Mercasa. Consejero de Telefónica, este «simpático e inteligentísimo» vallisoletano es una persona «muy poderosa» que le trae y lleva información del mundo empresarial y financiero a su amigo Zapatero. Su mujer, Ana Pérez Santamaría, funcionaria del Inem, es la jefa del gabinete de Sonsoles Espinosa. Cuando el presidente quiere un consejo externo y Javier de Paz comunica, marca el número de José Carlos Díez, el director de Intermoney, la sociedad de valores que más expertos en economía ha aportado a La Moncloa.