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Tontos a babor y a estribor

Demasiado perro ·

Dan ganas de largarse de las redes sociales, donde cualquier descerebrado escribe las barbaridades más atroces en un momento así y se queda tan fresco

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Sábado, 17 de marzo 2018, 00:20

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Lo de estos días ha sido de traca. Era insoportable asomarse a eso que llamamos 'redes sociales', cuando deberían llamarse vomitorio público de descerebrados. Los tristes sucesos relacionados con el 'caso Gabriel Cruz' sacaron lo peor de los gilipollas 'pijoprogres' y de los filofachas que pululan por la Red. A ambos les faltó tiempo para empezar a subir tuits que destacaban por ser un insulto a la inteligencia, al sentido común y una grave falta de algo que todos deberíamos tener: humanidad.

Hay que esperar. En cuando detuvieron a Ana Julia con el cuerpo del niño en el maletero se me hizo evidente una cosa: había que esperar. Está claro que está involucrada y que es la asesina, pero hay que discernir si tuvo cómplices, si aquello era un secuestro o qué motivación provocó el crimen. Yo creo que no lo hizo sola. Antes de saber siquiera la causa de la muerte del niño, ya estaban los adalides de la pena de muerte dando el coñazo y aprovechando la ola, mientras que por otro lado, los progres de siempre acusaban a la sociedad de estar culpando a la asesina por negra, mujer e inmigrante. Tontos los unos y tontos los otros. Dan ganas de largarse de las redes sociales, donde cualquier descerebrado -desde cuentas anónimas, ojo- escribe las barbaridades más atroces en un momento así y se queda tan fresco.

Los ilustres. Pero es que los 'intelectuales' estuvieron peor: desde la San Sebastián aprovechando el suceso para impulsar la prisión permanente revisable justo en ese momento - no podía esperar ni un minuto- hasta la siempre polémica Etxebarría, que alcanzó el cenit en su desfortunado tuit sobre el asunto diciendo que el niño «no había aceptado a esta mujer». La otra, la asesina, no tiene culpa, claro. No se puede caer más bajo. Mientras tanto, el sentido común brillaba por su ausencia. Los adalides de la progresía de siempre criticaban a las masas enfurecidas que clamaban pidiendo justicia sin reparar en que, afortunadamente, vivimos en un Estado de derecho, una sociedad garantista que protege la seguridad y los derechos de la acusada como debe ser. Es cierto que no era un buen espectáculo ver a toda esa gente enfurecida en las concentraciones que debían ser de recuerdo al niño, pero también es verdad que es el único consuelo que le queda al ciudadano de a pie, al obrero, al parado, que ve que estas cosas pasan una y otra vez sin que su clase política acierte a legislar como debería. Creo que no hay que darle tanta importancia a que algunos vayan, den dos gritos y se desahoguen. No va a pasar de ahí.

El debate de siempre. Ahora, que sabemos algo más, los datos que vamos conociendo sobre la acusada no pintan bien. Y me refiero ya a informaciones periodísticas contrastadas. Una vida que viene del lumpen, una hija muerta en extrañas secundarias, familiares de señores mayores con cáncer con los que tuvo relaciones que la acusan de vaciarles las cuentas…. Todo apunta a una persona que vive para sí, que utiliza a las personas y que carece de remordimientos. Tiene un perfil psicopático claro. El muy bien descrito trastorno antisocial nos perfila a individuos cuyas mentes les abocan al delito. Es cierto que algunos de ellos, los llamados subcriminales, no llegan al delito mayor porque no son tontos e intentan no tener problemas con la justicia y no entrar en prisión, pero su perfil es peligroso y el pronóstico poco optimista. Las personas que carecen de capacidad empática y que utilizan a los demás como objetos son dañinas y cuando delinquen sabemos que no tienen capacidad de reinserción. Si el caso de 'El Chicle' lo demostró claramente, el del asesino de Susqueda ha vuelto a refrendar que este tipo de personas no tiene respeto por la vida. Es difícil que el lector entienda cómo funcionan esas cabezas, pero ven en los demás meras piezas a sus disposición para obtener en cada momento lo que desean: sea un placer sexual, que no les espanten la pesca o la posibilidad de trincar 10.000 euros. Cosifican a los demás y es por eso que no sienten remordimientos. Reinciden. Miren si no el caso de esta chica, Ana Julia, que por donde pasa muere gente en extrañas circunstancias. Debemos tener en cuenta que la prisión permanente revisable no evita que maten por primera vez -eso ya lo sabemos-, pero está diseñada para evitar que los psicópatas y los delincuentes sexuales vuelvan a actuar. Para eso sirve.

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