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El matrimonio británico formado por Frank y Joyce Dodd.
Amor para la eternidad

Amor para la eternidad

Una pareja británica que llevaba 77 años casada fallece en el mismo hospital con apenas 14 horas de diferencia

Á. SOTO

Jueves, 27 de abril 2017, 00:58

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Dicen sus hijos que Joyce y Frank eran «como la noche y el día» y sin embargo, o quizá por eso, el amor les unió durante 77 años y desde el pasado 8 de abril, para toda la eternidad. Joyce y Frank Dodd eran un matrimonio de Kent, al sureste de Londres, que después de toda una vida juntos falleció con apenas 14 horas de diferencia, una historia que ha conmovido al Reino Unido después de que la familia decidiera compartir los detalles para solicitar, en memoria de los dos ancianos, donaciones destinadas a la Fundación Británica del Corazón y al Instituto de Investigación sobre el Cáncer.

Los últimos momentos de la pareja estuvieron llenos de emoción. Joyce y Frank estaban ingresados en el hospital Darent Valley de Dartford, pero en distintas plantas. Hacía unos pocos días, además, había sido su aniversario de boda, así que a petición de sus hijos, los trabajadores del hospital decidieron reunirlos en la misma habitación y acercar las camas para que pudieran darse la mano por última vez. Así lo hicieron, poco antes de morir.

Primero falleció Frank, que había sido ingresado por una insuficiencia cardiaca cinco semanas antes (su esposa lo visitaba todas las jornadas), y después Joyce, que ese mismo día había sido hospitalizada, aunque la familia no ha explicado las causas.

El matrimonio conformó una de esas típicas familias británicas que tanto han reivindicado en los últimos meses los defensores del 'Brexit'. Se dedicaron a criar con cariño a sus vástagos, pero también participaban en los eventos de la comunidad. Dejan cinco hijos, doce nietos, diez biznietos y dos tataranietos. Una de las hijas, Angela Bonell, que tiene 75 años, ha contado que siendo unos adolescentes, con 14 años, Joyce y Frank se enamoraron. Cinco años después se casaron y tuvieron tres hijos, pero estalló la segunda guerra mundial y el hombre fue enviado a África e Italia durante seis años dentro del cuerpo de ingenieros.

Al acabar el conflicto, Frank volvió a casa y tuvo a sus otros dos hijos. Trabajó en la papelera de Kent hasta su jubilación y en su tiempo libre su gran afición era la jardinería. Decía Frank que no quería parar de hacer cosas pese a su edad y, de hecho, cuando ya tenía 94 años, su hija se lo encontró subido a una escalera pintando unas tuberías.

Su mujer, mientras tanto, fue camarera en el bar de la fábrica de madera de la ciudad y cuentan sus allegados que le encantaba organizar fiestas de disfraces, de las que su marido intentaba escaquearse. También tocaba el piano y cocinaba: especialmente, hacía pasteles y quiches, sus platos predilectos.

«Joyce y Frank disfrutaron de 77 años de feliz matrimonio y en sus últimos tiempos, cuando la salud comenzó a declinar, cuidaron el uno del otro y estuvieron juntos hasta el final», ha contado la familia.

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