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Vista del atardecer en Yakarta (arriba) y de una de las partes de la ciudad donde las ratas campan a sus anchas (derecha).
Hamelín se muda a Yakarta

Hamelín se muda a Yakarta

Ante la plaga de ratas que sufre la capital de Indonesia, el Gobierno paga euro y medio por cada roedor que maten sus habitantes

ZIGOR ALDAMA

Lunes, 24 de octubre 2016, 00:53

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Generalmente, su presencia se hace evidente antes con el oído que con la vista. Es un ruido leve y continuo que se detiene en cuanto se busca su inconfundible origen. Sin duda, quien lo provoca no es bien recibido. Al fin y al cabo, a poca gente le gusta vivir en compañía de ratas. No obstante, a pesar de las grandes campañas de desratización que llevan a cabo casi todas las urbes del mundo, la población de estos roedores en las grandes ciudades es difícilmente controlable. No se trata de un problema exclusivo del mundo en vías de desarrollo: en Nueva York incluso han atacado a usuarios del metro. Y eso es un peligro público, porque son transmisoras de enfermedades tan peligrosas como la salmonelosis, la disentería o el tifus.

Por eso, ante la evidente falta de éxito de las medidas tomadas por su ayuntamiento, la capital de Indonesia, Yakarta, ha decidido tomar una decisión muy peculiar para involucrar a la población en la erradicación de una plaga que alcanza una magnitud especialmente preocupante: pagar 20.000 rupias (casi un euro y medio) por cada animal que los residentes cacen y entreguen a los comités vecinales para su verificación. La idea se le ocurrió al vicealcalde Djarot Saiful Hidayat cuando se encontró con lo que describió ayer como «una rata gigantesca». Tan grande que ni siquiera el gato más valiente se hubiese atrevido a enfrentarse con ella.

Así se entiende una de las recomendaciones que Hidayat dio durante el inicio de la campaña. «Si es posible, por favor no utilicéis armas de fuego para cazarlas. Si erráis el tiro podríais herir a alguien», dijo en declaraciones al diario 'The Jakarta Post'. Además, las autoridades prefieren recibir los cuerpos enteros, porque prevén un aluvión de cadáveres que, según Hidayat, serán enterrados y no lanzados a los vertederos, como temían algunos residentes. «Se elegirán zonas especiales para que sus cuerpos sirvan de fertilizante», informó Djarot.

Aunque la mayoría de los vecinos parecen haber acogido la medida con el entusiasmo de quien ve la posibilidad de complementar sus ingresos fácilmente, no faltan quienes consideran que quizá sería mejor aumentar la población de gatos. «El problema es que muchos matan a los callejeros y las mascotas son inservibles. Este problema demuestra el desequilibrio natural que se produce en las grandes metrópolis», criticaba un residente de Yakarta en Twitter. Otros también animan al ayuntamiento a mejorar la limpieza de las calles. «Si hay tantas ratas es porque está todo lleno de basura», denunciaba otro internauta.

Tampoco faltan quienes ponen en duda que la gran caza vaya a funcionar. Algunos recuerdan que incluso los colonizadores franceses de Indochina pusieron en marcha un plan similar en la capital de Vietnam, Hanoi. En aquel entonces era suficiente con llevar la cola de la rata para cobrar la recompensa, un hecho que llevó a muchos a cortar las colas de los roedores sin matarlos. Como resultado, Hanoi siguió llena de ratas. Pero sin colas. Ahora, no obstante, Yakarta ha aprendido la lección y exige el cadáver completo antes de desembolsar las rupias.

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