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La 'condesa' de Cataluña

La 'condesa' de Cataluña

La alcaldesa de Barcelona convence. «Es una líder muy potente», que «da confianza» y juega con las emociones. Su pasado de activista le sirve de aval y ya hay quien la sitúa en la Generalitat. «Si da el salto, será cauta»

JULIA FERNÁNDEZ

Martes, 5 de enero 2016, 12:58

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Si estuviésemos en un certamen de culturistas y los concursantes fueran nuestros líderes políticos, la que se llevaría de calle al jurado sería Ada Colau (Barcelona, 41 años). La alcaldesa de la Ciudad Condal se ha convertido en los últimos meses en una figura central de la política de este país. Todos la buscan y la izquierda se arrima a ella para sacar músculo ante el electorado. A Podemos le ha salido bien. Se acercó a su fuego para sacar chispas a sus aspiraciones en las elecciones generales y consiguió 69 escaños: 12 de ellos pertenecen a En Comú Podem, la coalición con el partido de Colau.

Ahora, son militantes de la CUP los que tantean el terreno. Los disidentes, los que no quiere investir a Artur Mas como presidente de la Generalitat, han intentado un primer acercamiento -previo, incluso, a la votación del domingo, en la que empataron con los partidarios de perdonar al líder de la burguesía catalana-. Ven en ella la oportunidad de hacerse fuertes para unos nuevos comicios autonómicos que podrían llegar en marzo si Junts pel Si no llega a un acuerdo con la formación de Antonio Baños y marcar así el camino hacia la independencia. En esta alianza soñada también estarían sus 'hermanos' de Esquerra Republicana.

El tirón de Ada, la alcaldesa que se forjó en la lucha contra los desahucios y en los movimientos antiglobalización, es innegable. «Tiene una gran capacidad de liderazgo y de movilizar votos en el ámbito de una izquierda más radical», apunta Rubén Rodríguez, socio de la consultora política MAS Consulting. Además, ha llegado en el momento justo: parte de su éxito actual tiene mucho que ver «con las tendencias de cambio que empiezan a emerger en el conjunto de España», defiende el historiador Xavier Casals, que abordaba este tema en su último libro, 'El pueblo contra el Parlamento' (ed. Pasado & Presente). Desde hace un tiempo, la sociedad quiere políticos diferentes a los tradicionales, creíbles, y Colau «encarna esa confianza» gracias a su pasado como activista. Por eso triunfa en las urnas. La militancia que le insufló desde pequeña su madre, comercial en entidades bancarias, «avala su trayectoria política».

La alcaldesa también tiene a su favor, aunque resulte paradójico, que lleva poco tiempo en el cargo. Por un lado, porque «se presenta con el expediente limpio», precisa el sociólogo de la Universidad de Zaragoza, Pau Marí-Klose. Y por otro, no tienen ninguna mochila con la que cargar: su labor en el Ayuntamiento todavía no da para valorar su eficacia. «No se le atribuyen demasiados errores, aunque tampoco grandes cambios en la ciudad», aporta el politólogo Xavier Peytibi. Lo que sí ha intentado hacer es marcar el terreno: sus primeras medidas han sido muy simbólicas (aumentar las becas comedor, poner freno al turismo en pisos particulares y parar las licencias para nuevos alojamientos turísticos, quitar el busto del Rey de la sala de plenos...). ¿Qué ha pasado cuando le ha tocado abordar los temas realmente importantes? De momento, que ha pinchado en hueso, como con los presupuestos. Las cuentas para Barcelona en 2016 no son las de Colau porque no obtuvo el apoyo de PSC y Esquerra, los socios con los que gobierna, ya que Barcelona En Comú solo tiene 11 de los 41 ediles. A contrarreloj aprobó ayer una prórroga de las de Xavier Trias (CiU), «a la espera de acordar unas nuevas en las que se aumente el gasto y la inversión social».

El 25% de los votos

El crédito obtenido gracias a su labor al frente de la Plataforma Antidesahucios es, por tanto, su mejor aval. Y no es poco: «Convirtió a esta entidad en un actor más en la escena política nacional», destaca Rodríguez. Gracias a este movimiento dio su primer y, de momento, exitoso salto al ámbito municipal. En el barro del Ayuntamiento, Colau está demostrando que es buena estratega y que sabe «surfear» sobre los temas espinosos. «Navega muy bien entre dos aguas», apostilla el sociólogo Pau Marí-Klose. «En asuntos procelosos, se mueve sin generar grandes rechazos ni animadversiones».

-¿Un ejemplo?

- El mejor está en su actitud ante el 'procés'. Ha sido capaz de evitar la estigmatización de un lado y de otro. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, no se define como independentista, pero ha reconocido que votó sí en la consulta.

No es que Colau no se moje, sino que elige muy bien donde hacerlo y, sobre todo, cómo. ¿Otro ejemplo? Su papel en las autonómicas de septiembre. Se borró de la campaña cuando todos esperaban que respaldara a Catalunya sí que es Pot, un conglomerado de izquierda con casi las mismas fuerzas que le apoyan a ella. Se escudó en que necesitaba centrarse en su labor como regidora, pero lo cierto es que el planteamiento de los comicios como una especie de plebiscito secesionista no le convenció y, además, la formación liderada por Lluís Rabell cometió más errores que aciertos. Solo obtuvo un 9% de los votos. Dos meses más tarde, en cambio, Colau se embarcó en la campaña de las generales con plenitud de fuerzas, eso sí, después de arrancar a Podemos un acuerdo para ir juntos, pero no revueltos (En Comú Podem tendrá grupo propio en el Congreso), y una defensa del derecho a decidir de Cataluña a nivel nacional. Arrasó con casi el 25% de los sufragios.

Ada tira más que Pablo Iglesias, y lo dicen voces autorizadas de dentro y fuera de su partido. «Es una líder muy potente», señala Peytibi. A veces, demasiado: «Su liderazgo también 'tapa' al resto de personas de la plataforma», sugieren desde MAS Consulting. Aunque eso no asustó a Podemos, que «lo entendió muy bien al negociar con ella. Los ha ayudado y mucho», insiste Peytibi.

- ¿Con qué armas convence Colau a la gente?

- Con naturalidad, con estar a pie de calle, con relaciones de tú a tú con la ciudadanía... Y con medidas que gustan al público.

Los que la llaman populista no andan muy desencaminados, aunque con matices. «Estos rasgos están presentes en Colau de la misma manera que en otros líderes de la nueva política», considera el sociólogo Marí-Klose. Desde Iglesias hasta Rivera. Son los paladines del populismo del siglo XXI, un fenómeno que «encuentra su oportunidad de triunfar en un ambiente de desafección política y en la manifiesta necesidad de los ciudadanos de ser partícipes de su destino», teoriza Lorena Arraiz, consultora en estrategias de comunicación política y empresarial.

«Colau es populista en la medida en que ha tenido un discurso anticasta, antioligarquía y antiélites muy marcado; en que se apoya muchísimo en consignas, en eslóganes y en la concitación de emociones; en su manejo de los temas que van a granjearle apoyos y en los que no; en que nunca ha abrazado una causa impopular; en que algunos de sus discursos han podido ser demagógicos, como el día en el que contrapuso las becas comedor y la Fórmula 1 para apostar por las primeras.... Pero además de populista es muchas cosas más», sentencia el docente.

El liderazgo femenino

Lo que es indudable es que la alcaldesa «es una figura en alza», enfatiza el historiador Xavier Casals. Y no solo por ser la figura independiente de la regeneración, sino también por ser mujer: «Asistimos a la emergencia del liderazgo femenino en la política. Hasta hace poco apenas había mujeres en estos puesto, pero en los últimos años han proliferado». Son los casos de Muriel Casals, presidenta de Òmnium Cultural, una entidad catalana sin ánimo de lucro que defiende la cultura y la lengua catalana; Carme Forcadell, expresidenta de la Asamblea Nacional Catalana (y en la actualidad al frente del Parlamento catalán); Inés Arrimadas, portavoz de Ciudadanos... «Y Mónica Oltra. Compromís no se entendería sin ella», sentencia.

- ¿Tanto se parecen Colau y Oltra?

- Son liderazgos que saben surfear por las redes sociales, que tienen una gran habilidad comunicativa y que encarnan a una izquierda alternativa con capacidad para conectar con las nuevas generaciones.

A Colau «se la ve como alguien que sabe lo que quiere y está ahora mismo muy bien valorada», precisa Peytibi, experto en campañas. Y no solo entre sus votantes, «también entre los de la CUP, el PSC, de ERC... Hasta los de Ciudadanos», recalca Marí-Klose. En las pasadas municipales, estos últimos le dieron un cuatro sobre diez, una buena nota teniendo en cuenta que eran rivales máximos. «Es un ejemplo más de su capacidad para situarse por encima de la batalla partidista».

La pregunta que se repite ahora es cuándo va a dar su segundo salto, aunque ella insiste en que su lugar está en el despacho de la plaza Sant Jaume. «Si lo da, no será inmediato. Es muy cauta», coinciden los expertos. Y aunque son pocos los que la ven solo como la alcaldesa de Barcelona, su futuro lo marcarán «los ciclos electorales que vendrán» (las posibles elecciones de marzo). Aunque todavía tiene bastante por hacer antes de cambiar de aires. «Si busca seguir los pasos de Maragall, debe hacer muchas cosas para que su labor quede en el recuerdo».

En su juventud, Colau, fue activista antiglobalización y okupa en un cuartel de la Guardia Civil. Ahora vive de alquiler con su pareja, Adrià Alemany, al que fichó para el Ayuntamiento, y su hijo Luca.

La conciliación «forma parte de sus deberes», señala su equipo. Recibe «muchas invitaciones» a actos (es parte de su tirón político), pero no va a todas para poder pasar más tiempo con Luca, que tiene 4 años. A veces se lo lleva a algunos eventos.

«En agosto se cogió una semana de vacaciones para visitar a su padre en Almería». Estas navidades, tuvo libre del 24 al 27. «Miraba la agenda y no se lo creía».

euros al mes cobra por ser alcaldesa. Su nómina es de 100.000, pero el excedente va para fines sociales que debe elegir Barcelona En Comú.

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