Borrar
Los niños del colegio Santo Domingo Savio adoptan la 'asana' de la montaña, instruidos por Moncho, el profesor de yoga.
Namasté, 'miniyoguis'

Namasté, 'miniyoguis'

La relajación es absoluta. Tanto, que la tutora tiene que despertar a varios críos que se quedan 'fritos' a mitad de la clase

Daniel Vidal

Martes, 10 de noviembre 2015, 11:54

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Daniela, Nicolás, Lucía y otros 25 niños de cuatro años del colegio Santo Domingo Savio, en Petrer (Alicante), colocan sus colchonetas ordenadamente, se quitan las zapatillas y comienzan la clase de yoga a las órdenes de Moncho, un fornido barbudo de largas rastas que crea un poderoso influjo en todos los renacuajos:

- ¡¡¡Hola, Moncho!!!

- ¿Estamos listos?

- ¡Sí!

- Y lo primero que hacemos es...

- ¡Cantar la canción de los indios!

La canción, en realidad, es un mantra que Moncho reproduce en su iPod, y que los niños repiten de carrerilla, con devoción, cerrando los ojos y juntando las palmas de las manos ante el pecho, en postura 'namaskar'. Los pequeños 'yoguis' tratan de permanecer sentados «como los indios», aunque cada uno lo hace de manera más o menos ortodoxa y, de vez en cuando, echando una mirada de soslayo al compañero, acompañada de una inevitable sonrisilla.

Durante 50 minutos, los alumnos se ponen «delgaditos y gorditos» en los ejercicios de respiración y dan más vueltas que una peonza en un campo de flores imaginario adoptando la postura de la vaca, el gato, el cuervo, la montaña, el caballo... Nico pide «el camello y el cangrejo» pero hay que hacer el árbol, así que todos tratan de quedarse quietos («como un árbol», precisamente) en un silencio absoluto. A los diez segundos, cuando acaba la enésima postura -o 'asana'- y se dejan caer a plomo, la mayoría estalla en una poderosa carcajada. Después de hacer la bicicleta, el perrito, el guerrero, el arquero, la estatua y la piedra, «la más difícil», reta el profesor, toca tumbarse durante unos minutos. No son pocos los que se quedan fritos y tardan un rato en despegarse de los brazos de Morfeo. «Daniela, cariño, despierta», interrumpe la 'cabezadita' la tutora, Nuria, que no quita ojo. La armonía se palpa con los dedos en un ambiente de relajación absoluta, y eso que todavía falta rematar la lección con un masaje en cadena en cabeza y espalda antes de afrontar la siguiente hora: inglés. La 'teacher', Eli, comprueba de primera mano los beneficios de la clase anterior: «Vienen muy relajados. Y muy atentos. Como si fuera la primera clase de la mañana. Claro que se nota». Y eso que son las cinco de la tarde.

Los más de 150 alumnos de Infantil (tres, cuatro y cinco años) de este centro son solo algunos de los miles de escolares españoles que cantan mantras (incluso en versión hip-hop) y hasta echan un sueñecito en clase. Hace años esto era una falta muy grave, pero ahora lo hacen atendiendo a las instrucciones de un monitor que, por lo general, logra gobernarlos a todos como si tuviera en su poder el anillo de Frodo Bolsón. Nada de magia. 'Solo' es yoga, una disciplina que, convertida ya en una tendencia fuera y dentro de los colegios, se ha extendido a cientos de aulas de toda España, bien como actividad extraescolar, bien dentro del horario lectivo como ocurre en el Santo Domingo Savio. En este centro concertado, esta técnica se implantó hace nueve años «buscando iniciativas que ayudaran a equilibrar las emociones de los niños. Incluida en el área de Psicomotricidad, nos sirve para aliviar el cambio brusco que sufren los más pequeños al llegar por primera vez en su vida al cole, con normas nuevas, dejando atrás su casa y la guardería. Es una terapia relajante»», explica el director, José Basilio Muñoz Miralles.

- Pero, ¿tan estresados están los críos?

- La que está estresada es la sociedad, que camina muy deprisa.

Carmen León es periodista, profesora de yoga y madre de un alumno del colegio Gómez Moreno, en Granada. «A los niños les estresamos los padres», plantea León. En esta escuela, el yoga aterrizó el año pasado para que esos mismos padres, «que vienen al colegio a practicarlo con sus hijos, participen más en el proceso educativo, pero también como herramienta para educar a las personas de una forma integral». De hecho, este curso también reciben clases los profesores, que están tan encantados como los alumnos que reciben yoga en Primaria. O más.

Fútbol es fútbol

Los chavales del Gómez Moreno esperan al monitor en completo silencio, formando un círculo con sus esterillas. Atrás quedaron los días en que los cambios de clase se rellenaban con cruentas guerras de tizas. Lo que no ha cambiado es el deporte rey a la hora del recreo. «Los críos siguen jugando al fútbol, como siempre», reconoce León. Eso sí, «en el patio se generan constantes situaciones de conflicto. La práctica del yoga ayuda a los chavales a conectar con su cuerpo, a canalizar sus propias emociones y a encontrar un estado de equilibrio interior para crecer y relacionarse con el entorno con mayor consciencia humana y felicidad. A los chicos hay que dejarles jugar. El yoga no es el fin en este caso. Es un medio», apunta Blanca Franco, profesora del colegio Sant Josep, de Sant Vicenç dels Horts, en Barcelona. La primera escuela pública de España que incluyó el yoga como una asignatura más en Infantil y Primaria.

En el colegio Ramon Soláns, de Zaragoza, saludar al sol y hacer la montaña es un remedio excelente para aplacar el alboroto que llevan de serie los críos después del recreo. Unos minutos de meditación... Y como nuevos. En los Maristas de 'El Salvador', en Bilbao, 200 chavales que preparaban la prueba de selectividad liberaron tensiones en no más de diez minutos de relajación. «La clase más conflictiva salía aplaudiendo», recuerda Alaia profesora de 'Minduful english yoga' en los colegios García Rivero y Trueba, de Bilbao.

Pero, ¿sirve el yoga para que los alumnos saquen mejores notas?

No son pocos los estudios que constatan que estas técnicas potencian la atención y la memoria, que son claves en el éxito escolar. Sin embargo, todos los docentes consultados por este periódico coinciden: no es una cuestión de que los críos saquen más sobresalientes en Lengua o Matemáticas (que también). «Sí, mejora los resultados académicos», sentencia Franco, que también pertenece al Grupo de Investigación de Yoga en la Educación, vinculado a la Universidad de Barcelona. «Pero sus efectos transforman al alumno de una manera integral». Tampoco se trata de «moldear un tipo de persona determinada», aclara Moncho, el profesor de yoga. «Lo que intentamos es proporcionar una herramienta muy útil para potenciar habilidades», ilustra. Alaia enumera algunas: «Conocimiento y consciencia corporal, equilibrio, fuerza, coordinación, resistencia y flexibilidad». Además, «aprenden diferentes técnicas de respiración para relajarse, memorizar, incrementar su energía y su concentración y desarrollar inteligencias múltiples». Y no solo eso. «Aumentan su autoconocimiento, comprenden lo fundamentales que son el respeto y la tolerancia hacia ellos mismos y hacia los demás y potencian su creatividad e imaginación». Y, en esta clase en concreto, aprenden inglés al mismo tiempo. ¿Alguien da más? Pues sí. Niños como Uxue, del García Rivero: «Mi hermano tiene asma, así que el otro día le enseñé el movimiento del aire para que respire mejor». Alicia, de 15 años, una de las primeras alumnas de Blanca Franco -empezó a practicarlo con 7 años-, reconoce que esta técnica le ha ayudado a «aliviar tensiones, a relacionarse mejor con mis compañeros, con mis padres y con mis profesores». Además, Alicia ha mejorado en los estudios y asegura enfrentarse mejor a las dificultades. Carla practica yoga desde los 6 años y ahora, con 13, por fin ha superado su timidez. «Los niños son más felices», resume Susana, maestra del Gómez Moreno: «Están más desinhibidos, con más autoestima y más dispuestos a cooperar cuando saben que nos ocupamos de todo su ser, no solo de la parte académica».

La práctica del yoga en las escuelas de Estados Unidos, bendecido incluso desde la Casa Blanca, encontró el recelo de algunas familias que lo consideraban 'ejercicios religiosos'.

Los próximos 8 y 9 de abril de 2016 se celebrarán en la Universidad de Barcelona las I Jornadas de Yoga en la Educación. Están organizadas por el Instituto de Ciencias de la Educación y el Grupo de Investigación de Yoga en la Educación, dedicado «a investigar y difundir los beneficios derivados del yoga en el sistema educativo y a facilitar herramientas a los docentes para la aplicación de estas técnicas en las aulas».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios