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Alemania,  un país gripado

Alemania, un país gripado

Germanwings, la crisis de los pepinos, los sobornos de Siemens, las manipulaciones del Deutsche Bank y ahora las trampas de Volkswagen. ¿Seguro que la 'marca alemana' es tan de fiar?

Daniel Vidal

Jueves, 8 de octubre 2015, 12:32

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El día que el centrocampista Toni Kroos fichó por el Real Madrid, en los despachos de Concha Espina presumían tanto como si tuvieran un Mercedes de Fórmula 1 en el garaje. «Fiabilidad germana para el conjunto blanco», repetían machaconamente los titulares de los periódicos deportivos. Porque si algo es alemán, claro, se supone que es de calidad. El Real Madrid, sin embargo, no ganó ni un solo título el año pasado, pero también es verdad que Kroos acabó siendo uno de los mejores jugadores del equipo. Misteriosamente, el futbolista no atraviesa esta temporada por «su mejor estado de forma», dicen los expertos. El 'Mercedes' parece que da tirones. Aunque no tantos como Volkswagen, cuyo escándalo por las emisiones fraudulentas ha desatado una crisis sin precedentes en el sector del automóvil y, de paso, ha propinado un buen puntapié a la impoluta 'marca alemana', sempiterno motor de la economía europea. Una máquina que, atendiendo a sus recientes averías, de fiable tiene más bien poco. Por mucho que sean los últimos campeones del mundo de fútbol.

Los coches alemanes ya no son los preferidos ni para los propios alemanes. Lo dice un estudio de la consultora JD Power, que asegura que el vehículo con el que se sienten más satisfechos es... el Toyota Avensis. Nada de Mercedes ni BMW. Por si fuera poco, los informes realizados por las ITV del país en los últimos años sitúan a marcas japonesas y coreanas en los primeros puestos de fiabilidad, atendiendo a las revisiones de decenas de miles de vehículos. Pese a todo, Volkswagen no es la única empresa de referencia 'cazada' en pleno trile y con bofetón incluido. El Deutsche Bank, el mayor banco de Europa, admitió esta primavera haber manipulado durante cuatro años el tipo de interés que se usa como referencia en las hipotecas y otros préstamos, y se enfrenta a un multazo de 2.500 millones de dólares en el Reino Unido y EE UU, que también ha planteado otra sanción de 18.000 millones a Volkswagen. El gigante tecnológico Siemens, otro niño bonito de la economía germana, estalló por los aires en 2007, tras desvelarse que los ejecutivos de la compañía sobornaban a gobiernos extranjeros de manera sistemática para conseguir contratos. En todos los sitios cuecen habas y en todas las partidas de póker hay tramposos. Incluso si se trata de presumir de los datos del paro. Los políticos de la oposición han criticado en numerosas ocasiones al gobierno de Merkel por «maquillar» las cifras del desempleo, una de las más bajas de la UE (¿alrededor del 4,7%?).

«Vergonzosas»

El verdadero problema llega cuando una chapuza tiene consecuencias tan dramáticas como la catástrofe aérea del pasado 24 de marzo, cuando el piloto Andreas Lubitz se encerró en la cabina del 'Airbus A320' y estrelló el avión de Germanwings en Los Alpes. Lubitz, que había visitado a 41 médicos en cinco años, tenía graves problemas psiquiátricos que los controles de la compañía aérea no acertaron a detectar. El resultado, 150 víctimas mortales, 45 de ellas españolas. «Pido perdón a las familias, nuestra prioridad siempre ha sido la seguridad», se lamentó Carsten Spohr, presidente de Lufhtansa, propietaria de Germanwings. Ahora, esas mismas familias tachan de «vergonzosas» las indemnizaciones propuestas por la compañía. A años luz de las que afronta Volkswagen.

También hubo muertos de por medio con la 'crisis de los pepinos'. Fue en el año 2011, cuando un brote de la bacteria 'E.coli' provocó más de 30 víctimas en Europa, principalmente en Alemania, y las autoridades teutonas apuntaron hacia Almería como el posible origen de los 'pepinos asesinos'. Después se demostró que las hortalizas españolas no tenían nada que ver con el brote, pero la sangría económica en nuestro campo ya era imparable. A 200 millones de euros por semana, según los cálculos de las organizaciones agrarias. Han pasado cuatro años, pero algunos agricultores no se han olvidado.

Exactamente lo mismo les ocurre a los afectados por la talidomida, un medicamento que la farmacéutica Grünenthal consideraba «tan inocuo como un caramelo», pero que causó malformaciones a más de 20.000 personas en todo el mundo, unas 3.000 en España. El Tribunal Supremo ha fallado ahora de manera definitiva que el daño provocado por Grünenthal ha prescrito. El laboratorio pidió perdón 50 años después de administrar el medicamento. Pero solo de cara a la galería, mientras recurría las sentencias que sí daban la razón a los afectados y los responsables se iban de rositas.

El mismo camino que han seguido los médicos de Leipzig, Gotinga, Ratisbona y Múnich acusados de intento de homicidio por falsear datos de pacientes en transplantes de órganos, aunque finalmente salieron absueltos por tener una conducta «reprobable desde una perspectiva moral, pero no penal». Otra chapuza impune. Como si hubiera sido un mal pase de Toni Kroos.

Tesis plagiadas. Las trampas también han salpicado a los ministros alemanes. Primero fue el titular de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg el que dimitió de su cargo en 2011, tras admitir que había plagiado parte de su tesis doctoral. Hace solo unos días, la también ministra de Defensa Ursula von der Leyen ha centrado la atención de los focos por ser sospechosa de copiar su trabajo de doctorado en Medicina. Y, en medio, la ministra de Educación Annete Schavan tuvo que entregar la chapa en 2013 por el mismo motivo. «Dolor de corazón», dijo Merkel que sentía.

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