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Los pensadores alertan de la deshumanización tecnológica

Los dispositivos electrónicos hacen perder habilidades y destruyen empleo

ANTONIO PANIAGUA

Sábado, 15 de noviembre 2014, 00:53

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¿De verdad las máquinas nos harán libres? De creer a los expertos, entre los que empiezan a cundir visiones agoreras, la automatización acarreará consecuencias funestas. Los dispositivos electrónicos nacidos al calor de internet producirán la pérdida de destrezas que se creían innatas y procesos de concentración de poder indeseables. Las tecnologías más recientes, que ya están plenamente incorporadas a nuestros hábitos, son capaces de crear una esclavitud desconocida. Por obra y gracia de la interconexión, la red ha conseguido que el ocio sea susceptible de convertirse en tiempo de trabajo, y cualquier lugar en posible oficina. El nuevo escenario trae consecuencias impredecibles. Como dice el pensador Byung-Chul Han, alemán de origen surcoreano, Facebook y Google trabajan como «servicios secretos» que acechan al ser humano para extraer del comportamiento humano en el ciberespacio el máximo beneficio posible. Varios ensayos, entre ellos 'Atrapados', de Nicholas Carr, o '¿Quién controla el futuro?', de Jaron Lanier, alertan de los que consideran la presente época como una utopía digital.

En 'Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas' (Taurus), Carr subraya que la fobia a los avances tecnológicos no es un sentimiento de nuevo cuño. Ya lo sintieron Marx, Adam Smith, Bertrand Rusell y Norbert Wiener. Carr no es un carca antitecnológico, sino un usuario del ordenador e internet, lo que le descarta como víctima potencial de la tecnofobia. Sostiene que la tecnología no es intrínsecamente mala, ya que puede alterar para bien nuestra percepción del mundo. Ahí están los microscopios o el acelerador de partículas para demostrarlo. Pero las herramientas informáticas, según Carr, «tienden a dejar morir a nuestros otros sentidos -tacto, olfato, gusto- y restringir los movimientos de nuestro cuerpo».

Los inuits, pueblo esquimal que puebla las regiones árticas de América y Groenlandia, se orientaban gracias al conocimiento profundo de la evolución de los vientos, el comportamiento de los animales, la posición de las estrellas y la alternancia de las mareas. Sin embargo, llegaron los dispositivos GPS y los cazadores más jóvenes los incorporaron a sus motonieves. ¿Qué ocurrió? Empezaron a menudear los accidentes e incluso los muertos. Los GPS no advertían de las capas de hielo delgadas. Y quienes no sabían orientarse como sus ancestros solían perderse cuando las baterías se agotaban o el artilugio se rompía. «El resultado es un empobrecimiento existencial, ya que la naturaleza y la cultura retiran sus invitaciones», escribe Carr.

El ocaso de Kodak

Para el escritor e informático Jaron Lanier, tenido por un pensador visionario, las redes digitales han conducido a las economías a la recesión y han diezmado las clases medias. Para muestra un botón. En la cúspide de su poder, la compañía fotográfica Kodak empleaba a más de 140.000 personas y estaba valorada en 28.000 millones de dólares. Incluso inventó la primera cámara digital. Ahora Kodak está en bancarrota y el nuevo imperio se llama Instagram. Cuando en 2012 se vendió a Facebook, solo tenía en plantilla a 13 trabajadores.

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