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José Antonio Monago,en la caravana de la campaña que le llevó a la presidencia en mayo de 2011.
Monago, el conquistador

Monago, el conquistador

La ascendente carrera del presidente extremeño se tambalea. A ver cómo explica los 32 viajes a Canarias pagados por el Senado para visitar a su entonces novia. El escándalo «le ha dejado tocado», aunque su mujer «le apoya», cuentan en su entorno. También que la filtración es una venganza interna «por ir por libre»

ANTONIO CORBILLÓN

Viernes, 21 de noviembre 2014, 11:54

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Qué mal se está portando con su propio pueblo», lamenta Miguel, jubilado de las ricas minas de granito de Quintana de la Serena. La última vez que recuerdan haber visto a José Antonio Monago cerca de su localidad de origen desde que es presidente de la Junta de Extremadura (7 de julio de 2011) fue mes y medio después de su toma de posesión. Aquel 19 de agosto, se acercó a la vecina Zalamea para asistir a la representación popular del clásico de Calderón de la Barca: un labrador conquista el favor y el perdón del rey, que le hace regidor perpetuo por su demostración de hombre de acción y principios, después de juzgar y ajusticiar al noble que ha ultrajado a su hija. Una historia con la que, seguramente, Monago siente cierta afinidad vital. Pero en la villa donde pasó su infancia, después de que su padre guardia civil fuera destinado a este pueblo de 5.000 habitantes, critican que ya no se deja ver. «Incluso gente que le votó estuvo en las manifestaciones contra el cierre del servicio de urgencias médicas», recuerda el alcalde socialista de Quintana, José Ángel Benítez.

El desenlace de su trama política personal parece apuntar hacia un final distinto al de don Pedro, el personaje de Calderón. Sobre todo después de que no le quedara más remedio que reconocer que usó los privilegios de senador para viajar gratis 32 veces a Canarias (parece que también a las islas griegas) entre mayo de 2009 y noviembre de 2010, con el fin de encontrarse con su entonces pareja, la colombiana Olga María Henao. La suerte del mandatario extremeño está ahora en manos del 'virrey' de su partido, Mariano Rajoy. «Hemos cerrado filas desde arriba, pero no desde abajo», admiten los cercanos a Monago. Temen que se le acabe la condición de «niño mimado» del presidente del Gobierno. Una protección que se cimentó aquella noche electoral del 22 de mayo de 2011. En la calle Génova todo eran abrazos. Salvo por el mutismo habitual de su líder. En pleno alborozo, pegó un puñetazo en la mesa de su despacho que sobresaltó a todos. Histórico triunfo en Extremadura. Aunque a un escaño de la mayoría absoluta. Después de tres décadas de derrotas, faltaban 4.000 votos. Pero la cintura política de Monago acabaría por justificar la confianza que había depositado en él el 'Jefe': está a punto de completar una legislatura con la apoyo pasivo de Izquierda Unida.

Una vida en el alambre político a la que a buen seguro le habrá ayudado su querencia al riesgo. Dejó su afición juvenil por el ala delta y el buceo después de «un par de sustos y un accidente» y sacó plaza en el cuerpo de bomberos de Badajoz a los 21 años para seguir la estela de su hermano Manolo. En sus apenas cuatro años entre mangueras le dio tiempo a convertirse en coordinador de Protección Civil. También a estudiar Magisterio, en cuyas aulas intimó con su mujer, Ana María Cordón -ya de concejal, se licenció en Derecho-. Cuando el alcalde de Badajoz y su mentor, Miguel Celdrán, le echó el lazo para la política, su hermano Manuel se quedó con sus galones. Y con ellos se jubiló. Sus excompañeros en el Cuerpo padecen amnesia: ninguno quiere recordar nada.

Durante 16 años, los cuatro primeros en la oposición, el exbombero fue el fiel escudero de Celdrán. «Entendió que Badajoz podía ser la atalaya para reconquistar por fin la región», cuenta un colaborador suyo que reclama anonimato. Un tiempo que compartió con Alejandro Ramírez, al que relevó como teniente de alcalde y que le recuerda como «austero, discreto y alejado de cualquier manifestación de esnobismo». Una opinión que no comparten sus rivales. «Cuando había que teatralizar era el mejor», asegura el portavoz del IU, Manuel Sosa. «Un personaje histriónico, dado a las salidas de tono», completa el socialista Celestino Vegas.

Le roban la moto

Sus rivales políticos todavía sonríen al acordarse de aquella «bronca que le echó Celdrán y que se oía por todos los pasillos del Ayuntamiento», cuando el alcalde percibió como una traición que aceptara sustituir a Carlos Floriano como senador en abril de 2008. En 48 horas dijo sí, no y luego otra vez sí. En la Policía Local de Badajoz aún se recuerda su estreno como regidor en funciones meses después, en agosto, cuando le robaron su moto delante de la urbanización en la que residía. Él mismo echó el ojo a los autores por la calle dos días después y montó una persecución con motos y media docena de coches patrulla. La cosa se saldó con tres agentes heridos leves. Su Suzuki apareció quemada después en un cerro. De aventuras así nació la expresión «una monagada» para referirse a algunas de sus actuaciones, inspiración para más de una copla de las murgas en los Carnavales de Badajoz.

Todo minucias en aquel 2008 en el que completó su escalada definitiva al poder regional con la presidencia del PP de Extremadura, huérfano tras la marcha de Carlos Floriano. La afilada lengua de su 'padre' Celdrán acertó a definir el nuevo escenario. «Por fin hay un trabajador al frente del partido de los señoritos y un señorito al frente del partido de los trabajadores». Ese 'señorito' es Guillermo Fernández Vara, forense y primer socialista al que arrebatan el poder en la tierra de los jornaleros. Pero incluso en las actuales horas bajas de su enemigo, el líder del PSOE insiste en no hacer sangre. «Estoy cerca de él y su familia pero lejos de lo que representa: un producto de mercadotecnia tras el que no hay nada», sentencia.

Envoltorio

¿Nada? Tal vez en la mercadotecnia están muchas de las claves. Repescó del aparato de comunicación del PP a Iván Redondo, un asesor experto en las puestas en escena a la americana. Explotó su imagen del 'sueño' extremeño: el humilde que trabajó y se esforzó para completar estudios en los ratos libres. Le quitó el atril, los papeles y le dio un aire cercano. Le hizo memorizar frases impacto. Su favorita es 'ahora estamos en un tiempo donde no importan las ideologías sino las ideas'. Como si detrás de una idea no hubiera una ideología. Una frase que no faltó en el mitin final de la campaña. Lo dio sentado en un taburete y con un casco de bombero en las rodillas.

Redondo, actual jefe de Gabinete, afiló ese aire de 'triatleta' de la política que nada, corre y pedalea a contracorriente, incluso dentro de su partido. Hasta que retó a la propia secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, a «hacer más» contra la corrupción. Un día después estaba en las portadas con sus ya famosos 32 viajes. «¿Que si la filtración viene de dentro? Llegó justo el día antes de que toda la cúpula nacional se reuniera en Cáceres.. Blanco y en botella...», rumian voces del PP extremeño.

Este episodio llega tres años después de que rehiciera su vida familiar con Ana María Cordón, de la que no está claro si llegó a divorciarse o no, y sus dos hijos, José María y Rodrigo. En su entorno insisten en que la situación le «ha dejado tocado, aunque ella le apoya». El casco de bombero que Miguel Celdrán le volvió a entregar en aquél cónclave ante Rajoy tal vez no sea suficiente para asegurar su estrella política. El día 27 comparecerá en su Parlamento para explicar estos viajes. «En Cáceres hubo abrazos... pero de oso. Incluso para su gente en Badajoz es un cadáver político», aventura el solicialista Celestino Vegas. Ayer hubo pleno en las Cortes de Mérida. Sus diputados se acercaron a saludar a Monago. «Parecía que le daban el pésame», comentan los testigos.

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