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Rafaelillo entrando a matar a su segundo toro.
Rafaelillo abre la puerta grande de Valencia con una faena de asombro y madurez

Rafaelillo abre la puerta grande de Valencia con una faena de asombro y madurez

El murciano puso el broche de oro a la Feria de Julio con un recital ante un bravo 'Trastero' que le valió dos orejas

FRANCISCO OJADOS

Lunes, 28 de julio 2014, 00:30

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Terminó la feria de Julio de Valencia con la alegría de ver a un toro bravo en manos de un gran torero, en plena madurez y con valor a raudales. La faena de la tarde y posiblemente de la feria, se la realizó el murciano Rafaelillo a 'Trastero', también posiblemente el toro de la feria, de la ganadería de Cuadri, marcado con el número 19, de 560 kilogramos de peso, y todo un derroche de bravura.

Todo el conjunto de su lidia tuvo importancia. Lo toreó de salida de capa Rafaelillo dibujando cuatro verónicas de mucho empaque que no pudo rematar. Luego se luciría en un apretado quite por chicuelinas, entre puyazo y puyazo de un tercio de varas ejemplar, con el toro empujando con clase al caballo y el piquero haciendo la suerte con torería. Todo salía redondo. El tercio de banderillas también resultó sobresaliente, con Mora lidiando magistralmente y Rus y Neiro clavando los garapullos en lo alto con riesgo y galanura. Saludaron montera en mano.

Vio pronto las posibilidades del gran toro de Cuadri el diestro. Rafaelillo brindó desde los medios y desde allí, sin probaturas, citó al astado recogido en tablas. Hacia la muleta se fue como una exhalación y desde ese primer muletazo, aguantando y ligado con otros tres en redondo, la faena fue toda emoción. Se colocó en el sitio de los toreros valientes Rafaelillo, cruzado y dispuesto, para torear por bajo, ligando muletazos muy largos, de bella composición, relajando la figura en algunos de ellos, y sin cansarse de torear.

Solventó el problema del viento para torear al natural con largura y, cuando fue preciso, se ayudó del simulado. Con las orejas cortadas, quiso adornarse en el final de su labor, con gusto y pellizco. El estoconazo final fue el colofón ideal para la faena cumbre del torero murciano. Cayó un aviso, que debió guardarse el palco, con el astado tragándose la muerte. Lo vivido provocó tal felicidad en el respetable que se ovacionó hasta la banda de música, se le dio la vuelta al ruedo al toro y la vuelta al anillo de Rafaelillo, con los dos trofeos en las manos, estuvo amenizada por las notas del himno a Valencia.

Antes ya había dejado constancia Rafaelillo de su madurez en la lidia al primero de la tarde. Fue este un toro que se reservó mucho las embestidas pero al que el diestro del Barrio del Carmen le sacó su fondo de bravura a base de citar cruzado y dejar la muleta puesta en el hocico para que repitiera y tirar de él. Hubiera cortado otra oreja de ley, pero esta vez la espada no le funcionó.

Bolívar, de puntillas

De puntillas pasó el colombiano Luis Bolívar por la corrida. Su primero no dio opciones, y no llegó el entendimiento con el quinto, también con fondo de bravura. Las tandas, de muletazos sueltos no terminaron de calar. Al joven Jesús Duque no se le puede negar disposición. Dio la cara ante una corrida exigente. Lo intentó con ambos astados y la falta de oficio de un torero que tomó la alternativa en la pasada Feria de Fallas la cubrió con entrega.

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