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La ministra Ana Mato, el ministro García-Margallo y el viceministro ruso Kaganov. :: j. j. guillén / efe
España y Rusia permiten las adopciones a costa de discriminar a los homosexuales

España y Rusia permiten las adopciones a costa de discriminar a los homosexuales

Los parlamentos de ambos países deben tramitar el convenio que podría quedar ratificado el próximo mes de septiembre

JOSÉ MANUEL ANDRÉS

Jueves, 10 de julio 2014, 01:53

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El vía crucis que soportaban 600 parejas españolas que pretendían adoptar niños rusos está en vías de solución. España y Rusia acaban de suscribir un convenio bilateral que desbloquea el conflicto. El anterior acuerdo entró en vía muerta por la oposición de Moscú a que gais y lesbianas españoles acogieran en sus hogares a niños rusos. Y ello a pesar de que 160 niños ya tenían asignadas familias de adopción. El Gobierno de Rajoy ha resuelto un problema, si bien a costa de renunciar a lo derechos de homosexuales y personas solteras. Unos 20 procesos de adopción impulsados por gais, lesbianas y solteros españoles han quedado aparcados, circunstancia que para los damnificados significa una «involución» en materia de derechos humanos.

Las adopciones de niños rusos quedaron suspendidas el pasado mes de agosto, cuando el Tribunal Supremo del país dirigido por Vladímir Putin aprobó una instrucción que exigía acuerdos específicos con aquellos estados en que estuviera legalizado el matrimonio homosexual, como es el caso de España.

Moscú endureció su ordenamiento jurídico con el fin de que las familias monoparentales y homosexuales no pudieran adoptar menores nacidos en Rusia. Ayer, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y el viceministro de Educación ruso, Veniamin Kaganov, firmaron el acuerdo que deshace el embrollo. Para que llegue a buen puerto, el Parlamento tendrá que dar su plácet al convenio. Según las previsiones que se manejan, el texto puede estar listo en septiembre, dado que los grupos popular y socialista están de acuerdo en tramitar con la máxima celeridad el acuerdo.

Las negociaciones no han estado libres de escollos. España creyó haber llegado a una entente en diciembre de 2013, pero se encontró con la intransigencia de Moscú, que demandó que hubiera retroactividad en lo acordado, petición que para España resultaba inaceptable. Gracias a una redacción deliberadamente ambigua y conciliadora de ambas posturas se han sorteado las dificultades. En su afán de conseguir garantías, Rusia se reserva la potestad de hacer un seguimiento del proceso educativo del niño. Por añadidura, los niños conservan la nacionalidad rusa, de modo que las familias españolas deben inscribir a sus hijos en el registro consular. Los adoptados pueden renunciar a la nacionalidad rusa una vez que hayan cumplido 18 años. Los términos del acuerdo son una afrenta para la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). «España se muestra cómplice y partícipe de las políticas de discriminación de países que -como Rusia y bajo la amenaza de paralizar las adopciones- no respetan los derechos humanos y discriminan a las personas por su orientación sexual e identidad de género», sostiene la organización. El compromiso alcanzado -prosigue la federación- vulnera el mandato del Congreso de los Diputados que se gestó en febrero.

A la vista de la «mala noticia», la FELGTB insta al Ejecutivo de Rajoy a suscribir convenios de adopción con otros países que no discriminen los «modelos de familia» existentes en los estados de destino del menor.

Desde 1997, unos 12.000 niños rusos han sido adoptados en España. De todos ellos, 10.000 siguen estando en minoría de edad. Pese a las salvaguardas, las autoridades rusas siguen albergando reticencias. Les preocupa que un niño entregado en adopción quede en desamparo y pueda ser acogido a la postre por familias homosexuales. En este caso, Moscú siempre puede apelar a su derecho a ser consultado en caso de que el niño sea realojado. «El proceso al que se ha comprometido España, con la obligación de enviar informes a Moscú sobre la educación de un menor, resulta kafkiano, al más puro estilo KGB. España debe informar a los rusos de cualquier cambio en el hogar, como el fallecimiento de algún progenitor, nacimiento de hermanos o variación de domicilio», dice alarmado Francisco Ramírez, presidente de Colegas, organización en defensa de los homosexuales.

España mantiene abierto otro frente en Marruecos. En los países islámicos está prohibida esta práctica, no así la tutela. Rabat accedió a la entrega de menores a parejas españolas a cambio de que se respetaran su religión y apellidos. El país vecino permite a las familias españolas hacerse cargo del cuidado, la educación y la protección del niño, pero no confiere el derecho a la filiación. En virtud de esta cláusula, los marroquíes investigaron las condiciones del acogimiento y observaron que sus exigencias se estaban incumpliendo, por lo que se congelaron las entregas.

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