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JOSÉ LUIS PIÑERO
Miércoles, 1 de abril 2015, 02:11
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Mula vivió su noche más atronadora. Miles de vecinos y turistas llegados de toda España presenciaron uno de los espectáculos más asombrosos de la Pasión. Al tocar la medianoche en el reloj de la plaza del Ayuntamiento, los tamboristas iniciaron el repicar de sus instrumentos. El redoble se mantuvo hasta altas horas de la madrugada.
Todo empezó a partir de las ocho de la tarde. Ya se escuchaban los primeros sonidos de tambores... solo estaban preparando sus bombos, calentando las manos, listos para el gran espectáculo. El profano de la tradición no entendía que solo se trataba de un entrenamiento, para que, a partir de las 00.00 horas, todo estuviera listo. Los turistas, además de explorar las costumbres tamboristas que existen en el municipio, observaron cómo éstos se preparaban en los bajos de los edificios y en los locales de las peñas.
VíDEO
Desde las siete de la tarde, Mula comenzó a llenarse de público. Hasta la localidad llegaron tamboristas de los diecisiete municipios con raigambre en el toque y redoble. Principalmente, de las localidades de Moratalla, Hellín, Tobarra y Agramón, así como de poblaciones del Bajo Aragón y de Baena, en la provincia de Córdoba.
El Ayuntamiento de Mula dispuso un hospital de campaña, con equipo médico de emergencias, para acoger cualquier posible intervención, además de vehículos especiales de traslados sanitarios. También se desplegó un amplio plan de seguridad, con la dotación de cien efectivos, tanto de agentes de la Policía Local como de Guardia Civil, que contaron con el apoyo de los voluntarios de Protección Civil.
El centro, colapsado
Llegaron visitantes de todos rincones de la geografía española atraídos por esta fiesta declarada de Interés Turístico Nacional, por lo que fue difícil encontrar un espacio libre para aparcar el vehículo.
Mula revoluciona con una Semana Santa que tiene su origen asociado a una protesta por la excesiva religiosidad que se imponía al pueblo llano en determinadas etapas de la historia. Es la razón por la que, antes de que la cera de las velas gotee por las empinadas calles con sus procesiones pasionales, Mula ya ha escuchado el peculiar sonido: La Noche de los Tambores. Es la fiesta más singular a lo largo de todo el calendario. El Martes Santo, a las 12 de la noche, la llamada a la tamborada señala el momento en el que a los miles de tamboristas, reunidos en la plaza del Ayuntamiento y vestidos con túnicas negras, se les permite hacer sonar las pieles de sus instrumentos, ininterrumpidamente, hasta hacer sangrar, en muchas ocasiones, sus manos incansables.
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