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Los 'Coloraos' procesionando.
Murcia se tiñe de 'colorao'

Murcia se tiñe de 'colorao'

La procesión de la Sangre llena de devoción el corazón de la ciudad con su cristo nuevo en el paso de la Negación de San Pedro

LA VERDAD

Miércoles, 12 de abril 2017, 19:15

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La cofradía más antigua de Murcia tiñó de 'colorao' el centro de Murcia seguida por miles de fieles que vieron como es la única que atraviesa el Puente Viejo. Caramelos, habas y monas con huevo acompañaron a los devotos y turistas durante todo el recorrido.

El Jueves Santo comenzó con la hermandad infantil, un batallón de pequeños nazarenos de sangre que acompañaron a la talla de San Vicente Ferrer, el santo valenciano que, cuenta la historia, dio lugar con su predicación al nacimiento de la archicofradía. Posteriormente, Roque López, con La Samaritana, una imagen de 1799, continuó con el cortejo. Representa cuando Jesús se encontró con la mujer de Samaria en el pozo de Jacob. Él está sentado en actitud declamatoria y sobre su cabeza reposa una potencia de plata del año 1848.

La procesión continuó con Jesús en casa de Lázaro, una obra de José Hernández Navarro. Lázaro charla amigablemente en una mesa con el Mesías, acompañados de María, que aparece arrodillada escuchando, y Marta, que se dispone a servir el pan. El siguiente paso fue El Lavatorio, de Juan González Moreno, de 1952, donde Jesús se dispone a lavar los pies a sus discípulos.

Este año se estrenó la imagen del Cristo, realizada por Hernández Navarro, en La Negación de San Pedro, una obra de Nicolás de Bussy de 1689. La imagen del escultor de Los Ramos sustituyó a la de Gregorio Molera, que desfiló con La Sangre desde 1945.

También es una composición de Nicolás de Bussy El Pretorio, uno de los pasos más emblemáticos de la archicofradía 'colorá' en el que Jesús se presenta ante el pueblo judío. Pilatos y el popular 'berrugo' son de José Sánchez Lozano, de 1945. Esta última es una de las imágenes más queridas de la tradición nazarena murciana, un romano de rostro desagradable plagado de verrugas.

Siguió Cristo camino del Calvario, cargando con su cruz, y que va a recibir la ayuda de Cirineo. Dos mujeres contemplan la escena junto a un niño. Todos forman el paso de las Hijas de Jerusalén, de Juan González Moreno, de 1956. Detrás fue el Cristo de las Penas, de José Hernández Navarro, que muestra a Jesús minutos antes de la crucifixión.

Justo después fue el turno del Cristo de la Sangre, la imagen que da sentido a la archicofradía. Un Cristo clavado en la cruz, creación de Nicolás de Bussy, de cuyas heridas sale sangre a borbotones, que cae en un pequeño cáliz sostenido por un ángel. Su anatomía es precisa y delicada y el escultor elaboró un rostro de dolor y entrega.

Por último procesionó El San Juan, de Juan Dorado de 1905, un evangelista de rostro bello y sereno que mira al cielo; La Dolorosa, de Roque López de 1787; y una madre de brazos abiertos, con ojos de mirada enorme de los que resbalan lágrimas de cristal.

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