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Las promesas miran al cielo

Los avisos de posibles lluvias marcan los preparativos de la procesión de la Piedad

C. R.

Lunes, 21 de marzo 2016, 01:12

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Todas las miradas están puestas hoy en el cielo cartagenero. Los pronósticos meteorológicos predicen chubascos para esta noche, la misma en la que el pueblo cartagenero se cita con su Virgen de la Piedad. Aunque con el paso de las horas, las probabilidades de lluvias se han ido reduciendo hasta el 80% que había veinticuatro horas antes de que las puertas de Santa María de Gracia se abran para ver salir a la Madre de Misericordia.

Los marrajos, tan acostumbrados y unidos a la lluvia, no se amilanan. Lo tienen todo preparado para echar a la calle con su característica puntualidad la llamada procesión de las promesas de la Santísima Virgen de La Piedad. La previsión es que, como cada año, miles de cartageneros sigan los pasos de la talla de José Capuz, que representa el momento en el que la madre recoge en brazos a su hijo a los pies de la cruz.

En esta noche marraja de Lunes Santo poco importa en Cartagena ser californio, del Socorro o del Resucitado. La Virgen de la Piedad consigue unificar a todos los procesionistas y cartageneros, que la sienten como propia porque representa en las calles a la Patrona, la Virgen de la Caridad.

La procesión está compuesta por el grupo de acompañamiento del sudario de la Cofradía Marraja (tercio femenino del Jesús), el tercio de granaderos, penitentes y el trono del Santo Cáliz, el tercio y el trono insignia de Agrupación de la Piedad, el tercio titular de esta misma agrupación y el trono de la Virgen llevado a hombros por más de cien portapasos, muchos de ellos con la cara tapada. A diferencia de otros cortejos, el de esta noche no lleva ni escolta militar ni de granaderos. El acompañamiento se lo proporcionan a la Virgen miles de personas que la siguen, cumpliendo promesa, rezando o elevándole sus plegarias.

Un traslado en su origen

La historia de la procesión de hoy es singular. Todo empezó en 1930 con el traslado de la talla de la Virgen desde un almacén que la cofradía tenía en la calle del Adarve hasta la iglesia de Santo Domingo, principio y final de las procesiones marrajas hasta la guerra civil. La aceptación popular de este traslado fue en aumento, lo que dio lugar a su institucionalización como procesión y a que fuera conocido como la procesión de las Promesas.

Una peculiar tradición pone la nota característica al desfile. Desde 1947, cuatro años después de que fueran constituidos como agrupación, los devotos portapasos de la Piedad muestran el cariño a la Caridad dejándole un ramo de flores al pasar por la puerta de su templo. Allí vuelven el trono hacia el altar y le cantan a ambas vírgenes la Salve cartagenera. Después depositan un ramo de rosas negras a los pies de la Caridad. Está previsto que eso ocurra sobre las 23.40 horas.

Posteriormente la procesión discurrirá por el itinerario de costumbre en Cartagena, con la salvedad de que la llegada a la iglesia de Santa María es por la calle San Miguel, en lugar de Jara. Cerca de la una de la madrugada, miles de cartageneros abarrotarán toda la calle del Aire para cantar la Salve más emotiva de toda la Semana Santa. Son momentos en los que las emociones y las lágrimas afloran a los rostros de todas las personas que han dejado su plegaria a la Virgen.

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