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Gabriel García Márquez, con una edición de 'Cien años de soledad' en la cabeza. / Archivo
LITERATURA

El mágico imaginario del universal narrador colombiano se forjó en las narraciones breves de las que emergió Macondo | Escritos entre 1947 y 1982 y publicados en cuatro colecciones, no aparecieron en un único volumen hasta 2012

PPLL

Miércoles, 23 de abril 2014, 18:28

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El genio de Gabriel García Márquez se cocinó a fuego lento en sus cuentos. Gabo se hizo grande con unos relatos cortos en los que Macondo emergió pronto y sin los que no existirían sus celebradas novelas. Pero hasta que su portentosa imaginación no se sumió en las brumas de la desmemoria, no fue posible dar una vuelta completa a su rico universo en 'Todos los cuentos'. Y es que, por extraño que parezca, los 41 relatos que Gabo firmó en su vida no se agruparon hasta 2012 en un solo volumen, Con él, el sello Mondadori celebraba un número redondo, el 500 de su colección literaria, y agasajaba al astro más rutilante de su catálogo.

Era una recopilación más que necesaria que demuestra como las grandísimas novelas de Gabo han eclipsado a veces a los cuentos que las anticipaban y como convergen en los cuentos lo mejor de la tradición latinoamericana y las innovaciones de grandes narradores del siglo XX, -Faulkner, Joyce o Malcom Lowry-, cribadas por el mágico talento del genio colombiano.

La vuelta al mundo de Gabo en 40 cuentos arranca el 13 de septiembre de 1947 con 'La tercera resignación', cuento que se incluyó en 'Ojos de perro azul', y concluye en 1992 con 'El avión de la tierra durmiente', uno los excepcionales 'Doce cuentos peregrinos', con los que el escritor colombiano puso a prueba la madurez de su magisterio.

Es también un azaroso viaje de Aracatataca y Bogotá a Estocolmo. Arranca con un joven y ambicioso periodista de ojos y bigote de azabache que sueña con ser un gran escritor, y concluye junto al maestro consagrado que, con guayabera y el mostacho y las sienes encanecidas, recibe en la capital sueca la más alta distinción literaria del mundo.

Son cuatro decenas de narraciones que armaron cuatro memorables colecciones aparecidas a lo largo de casi cuatro décadas: 'Ojos de perro azul' (1947-1955), 'Los funerales de la Mamá Grande' (1969), 'La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada' (1961-1972) y 'Doce cuentos peregrinos' (1976-1982).

Muy diferentes, su denominador común es la capacidad para atrapar al lector sin concederle tregua. También la magia cotidiana que los inspira, ese realismo fantástico que el propio Gabo llegó a definir como "pararrealidad" y que integra la realidad más común con la onírica y la fantástica e un mismo ámbito narrativo.

En 'Ojos de perro azul' están ya los cimientos de ese singular mundo mágico tan real como imaginario. El universo frondoso y frutal del Caribe colombiano en el que emerge Macondo. Se publicaron originalmente en un suplemento de El Espectador, el diario de Bogotá cuyo director, Eduardo Zalamea Borda, bautizó a Gabriel como Gabo y este forjó como reportero sus armas de narrador. No se publicó como libro hasta 1974, casi una década después de la aparición de 'Cien años de soledad'. Estamos ante el García Márquez más poético e introspectivo, en el que vibran ecos barrocos de Lezama Lima y Alejo Carpentier trufados con pinceladas modernistas y surrealistas.

En 'Los funerales de la Mamá Grande' se afianza el cuentista en su territorio mítico para narrar la muerte y las fastuosas exequias de "la soberana absoluta del reino de Macondo". Es un personaje tan humano como fantástico que reúne todas las claves del universo narrativo de Gabo. Dueña de bienes naturales y sobrenaturales, controla vidas y haciendas. Se publicó en 1962 y es el anticipo más claro de 'Cien años de soledad', que aparecerá cinco años después.

En 'La cándida Eréndira', cuyos últimos cuentos son posteriores a la universal novela de García Márquez, aborda un tema recurrente en su narrativa, la explotación sexual de una menor asunto al que volvería en 'Memoria de mis putas tristes'. Eréndira, tras incendiar por descuido la casa de su abuela, verá como la anciana le obliga a prostituirse para recuperarse de la ruina.

El cambio de registro llega con los Doce cuento peregrinos, donde no habla Gabo de Macondo aunque no se aleje de su imaginario al cambiar los tórridos escenarios caribeños por la fría Europa que él recorrió como legionario del periodismo. Repasa la suerte de muchos de los melancólicos inmigrantes políticos e intelectuales latinoamericanos, amigos muy próximos en algunos casos que, como él, buscaron fortuna profesional y nuevos horizontes a este lado del Atlántico.

Gabo partió de "un sueño esclarecedor", el de su propio entierro, motor de estas ficciones, que le haría comprender que "morir es no estar nunca más con tus amigos". Los doce cuentos aparecen en 1992, una década después de la concesión del Nobel de Literatura y algunos de los cuentos son fruto de su paso por Barcelona, un destino crucial para su carrera. En la Ciudad Condal se pondría en manos de Carmen Balcells, su verdadera 'Mamá Grande', y a la que debe en buena parte su reconocimiento universal.

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