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La Plataforma y nadie más

¿De qué sociedad civil hablamos en una región pequeña donde todo el mundo se conoce y nadie quiere pisar callos? La mayoría de los grupos están infiltrados por los partidos políticos, lo que abre paso al riesgo de anomia social

Joaquín García Cruz

Domingo, 19 de noviembre 2017, 07:41

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El soterramiento del ferrocarril en Murcia no es solo la inversión en obra pública más cuantiosa de la Región (600 millones de euros). Es también el asunto que ha originado la mayor polémica social de los últimos años. Después de una eternidad reclamando a la sordina el enterramiento de las vías, la Plataforma dirigida por Joaquín Contreras no solo ha conseguido hacerse oír, dentro y fuera de Murcia, sino que ha empujado a la Administración a agilizar los trabajos, a darles respaldo presupuestario y a modificar el proyecto técnico hasta ajustarlo a sus exigencias. No recuerdo otra movilización social tan exitosa como esta, capaz de congregar un sábado a 50.000 manifestantes y de pasear su llama por las calles de Murcia durante más de 60 noches seguidas.

Es innegable que la Plataforma Pro Soterramiento vive los quince minutos de fama a los que Andy Warhol se refería en una de sus frases de camiseta. Pero la celebridad del movimiento vecinal corre en paralelo a la inquietud de amplias capas de la sociedad de Murcia, que se está mostrando en esto como una sociedad silenciosa, al igual que una buena parte de Cataluña fue durante la efusión separatista una sociedad silenciada. La obstinación en oponerse a que el AVE entre por una vía provisional en superficie mientras se realiza el soterramiento –pese a que el agujero está ya a punto de cavarse– suscita en mucha gente el temor a que la beligerancia persistente de la Plataforma acabe también por frenar el AVE en tanto no venga soterrado, lo que obligaría a esperar varios años más para viajar a Madrid en menos de cuatro horas.

Ningún colectivo cohesionado, influyente, reconocible y libre de sospecha política ha salido del caparazón para darle o quitarle razones a la Plataforma, circunstancia que ha llevado al alcalde Ballesta a echar en falta en algunos de sus discursos una sociedad civil que actúe de contrapeso al colectivo de los barrios del sur. Pero el alcalde no ha bajado de un OVNI, y sabe bien que sería una quimera esperar que la sociedad civil interrumpa su letargo para manifestarse masivamente a favor o en contra. No lo hará, porque la sociedad civil no existe. Patronales del turismo y la hostelería y la Unión de Federaciones Deportivas abandonaron por un momento el espacio de confort en el que habitan para suscribir el manifiesto ‘Soterramiento. Esta vez, sí’, de la Federación de Asociaciones Vecinales de Murcia (FAVMurcia), un documento que, en síntesis, exige también el enterramiento de las vías, pero que a la vez plantea –y en esto disiente de la Plataforma– que el AVE llegue cuanto antes por la vía provisional que Adif ha previsto. Y en la misma dirección se han movido igualmente la práctica totalidad de las organizaciones empresariales y un buen grupo de colegios profesionales. Ahora bien, todas estas entidades se articulan en torno a la defensa de intereses gremiales o corporativistas, razón por la cual en ningún caso puede decirse que representen a una masa crítica que pudiera identificarse con el concepto comúnmente aceptado de sociedad civil o que, cuando menos, se aproxime al significado de un hermoso vocablo árabe utilizado en la huerta, ‘jaricar’, que la asociación Jarique hace suyo en su objetivo de reforzar la identidad cultural del ‘País Murciano’, y que viene a describir la unión de hilas de agua por un mismo canal para regar mejor las tierras de todos. Lejos de tan bucólico propósito de unidad de acción, resulta que algunas de las entidades que han respaldado o censurado el proyecto del soterramiento se hallan entreveradas por los partidos políticos, de tal suerte que sus pronunciamientos nacen contaminados. La federación vecinal FAVMurcia está presidida por un ex director general del PP, lo que hace difícil acreditar la sinceridad de su posicionamiento; y lo mismo sucede, del otro lado, con la Federación de Asociaciones Vecinales de Barrios y Pedanías, volcada sin ambages en favor de la Plataforma, pero que cuenta en su directiva con un exconcejal del PSOE. ¿A cuál de estas federaciones secundar, desde la no militancia y la buena fe ciudadana? ¿A qué organización de defensa de los consumidores apuntarse si algunas de ellas se disputan en los tribunales las magras subvenciones públicas de las que depende su subsistencia?

¿Dónde están las universidades públicas? ¿Y dónde los intelectuales?

¿De qué sociedad civil hablamos en una región pequeña en la que todo el mundo se conoce y nadie quiere pisar callos? ¿Quién queda por ahí capaz de poner voz a las inquietudes sociales de naturaleza transversal? ¿Cuándo se ha visto a la sociedad entera movilizarse frente a la destrucción dolosa del Mar Menor, descontado el loable esfuerzo de una pequeña plataforma que realiza una labor impagable para salvar la laguna de la asfixia? ¿Dónde están las universidades públicas, y dónde los intelectuales, cuando, por ejemplo, se destapan desviaciones del poder? La mayoría de los grupos sociales surgidos en Murcia con vocación aglutinadora mueren prematuramente o viven en estado de hibernación, sin divulgar opiniones comunales capaces de avivar un espíritu crítico y propiciar, llegado el caso, una reacción social audible y útil como la que ha logrado galvanizar la Plataforma Pro Soterramiento. El veterano Foro Ciudadano, situado a la izquierda política, está en proceso de recomposición, y el último de sus habituales informes sobre ‘El otro estado de la Región’ data de 2014. Seniors Clubs sufrió una desbandada general al saberse que su presidente encaminaba sus pasos personales hacia un partido en ciernes. La heterogeneidad de Pluralia, que sobre el papel era el más prometedor de los grupos emergentes, le dificulta mojarse en asuntos conflictivos, así que se limita a elaborar sesudos informes para vestir estanterías. ‘Los espectadores’, un equipo de corte moderado compuesto por 16 jubilados que en su día fueron influyentes en sus respectivos ámbitos profesionales, constituye hoy lo más parecido a un ‘lobby’ en la escena regional. Desde hace cuatro años, publica cada sábado en ‘La Verdad’ un artículo pegado a la actualidad, el último de ellos, ayer, precisamente para defender el soterramiento y la llegada provisional del AVE.

Hay más grupos que podrían contribuir a despertar conciencias y evitar que Murcia caiga en la anomia social, pero admitamos que la mayoría de ellos están infiltrados por intereses partidistas y que otros solo despiertan de la siesta al toque de cornetín. Tal es el panorama en Murcia, donde la Plataforma de Joaquín Contreras se yergue, triunfante, en solitario. Y sin nadie que le tosa, so pena de arriesgarse a verse asaeteado en las redes sociales.

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