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Madrid, entre cuadros, letras, tapas y fiesta

Madrid, entre cuadros, letras, tapas y fiesta

Sus famosas pinacotecas, sus teatros de 15 metros cuadrados, las tapas de autor, el bocata de calamares, hacer deporte en Madrid Río, cerrar los clubes de Malasaña...

Guía Repsol

Lunes, 29 de septiembre 2014, 12:20

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Un primer acercamiento a Madrid nos conducirá, irremediablemente, a sus famosas pinacotecas. Pero si no nos empeñamos en ver todas y cada una de las 25.000 obras que hay en el Prado, el Thyssen y el Reina Sofía, descubriremos que la gracia de esta ciudad está tanto en sus grandes museos como en sus teatros de 15 metros cuadrados, en comer unas tapas de autor y cenar un bocata de calamares, en hacer deporte en Madrid Río y cerrar los clubes de Malasaña, en codearse con quienes miran sin pestañear los escaparates de la milla de oro y también con el Manolo del Rastro que lo mismo vende zapatos usados que un supuesto grabado de Goya.

8.00 Amanecer deportivo en Madrid Río

Empezamos el día corriendo, pedaleando, patinando o remando en Madrid Río. Son seis kilómetros de paseo energizante, desde la calle de la Ribera del Manzanares hasta Legazpi, enhebrando miradores con vistas al Palacio Real y la catedral de la Almudena, puentes de vanguardia (como el de Dominique Perrault), zonas de ocio deportivo (skate, bmx (acrobacias con bicicleta), escalada, petanca, pádel, tenis, circuitos biosaludables), áreas de juego infantil (la colina de toboganes, la supertirolina, la jungla de los bosques de palos), una playa con hamacas y, al final, el centro de arte contemporáneo Matadero.

9.00 Desayuno al Sol

La línea 6 de Metro nos lleva en ocho minutos de Legazpi a la Puerta del Sol, donde ya hay gente haciendo fotos a la placa que señala el kilómetro cero de las carreteras nacionales y a la estatua de El Oso y el Madroño. Podemos desayunar napolitanas en La Mallorquina, que lleva desde 1894 en el número 2 de la Calle Mayor. O chocolate con churros en San Ginés, que se inauguró el mismo año en el pasadizo homónimo. En Lhardy se sirven desayunos light y salados. Sin embargo, este tradicionalísimo restaurante (desde 1839) es más para venir a la hora del aperitivo, a tomar un caldo y una croqueta, o al mediodía, a comer cocido tan mítico como el de La Bola, cocinado en puchero de barro sobre carbón de encina.

10.00 Paseo del Arte

Los tres museos más visitados de Madrid, los que hay que ver sí o sí, son los que forman el llamado Paseo del Arte. En el Prado, los mayores imanes de miradas son Las Meninas, de Velázquez, y Los fusilamientos del 3 de Mayo, de Goya. En el museo Thyssen, donde la gente se para más es delante del Díptico de la Anunciación, de Van Eyck, y del Retrato de Giovanna Tornabuoni, de Ghirlandaio. Y en el Reina Sofia, delante del Guernica, de Picasso. También es un poderoso reclamo su estupenda colección de cuadros de Dalí (incluido El gran masturbador) y el propio edificio, del siglo XVIII, con la ampliación que hizo Jean Nouvel entre 2001 y 2005.

Para ahorrar, hay un abono Paseo del Arte que permite visitar los tres museos pagando un 20% menos. Para ahorrar más, podemos aprovechar los horarios de acceso gratuito que todos tienen (en el Prado, por ejemplo, es de lunes a sábado de 18.00 a 20.00 y domingos y festivos de 17.00 a 19.00). También podemos ver sin pagar las exposiciones de Caixa Forum si somos clientes del banco. Y, sin necesidad de estar asociado ni ser cliente, la Fundación Mapfre y la Fundación Canal. Fuera de este eje, también son gratuitas las exposiciones de La Casa Encendida y del Matadero.

12.30 Barrio de las Letras

Al oeste del paseo del Prado se extiende, hasta la misma Puerta del Sol, el barrio de las Letras, con docenas de galerías, anticuarios y cafés románticos. Aquí vivieron Cervantes, Tirso, Lope y Góngora. Sentados en alguna de las terrazas de la plaza de Santa Ana, veremos la fachada del Teatro Español, que antes fue corral de comedias del Príncipe, antes corral de la Pacheca y antes corral de gallinas. Y yendo de cañas por la calle Huertas, repararemos en que el suelo está salpicado de frases y versos de autores como Calderón o Cervantes. Por cierto, que en el número 87 de la calle Atocha se puede ver (con cita previa) una réplica de la imprenta de Juan de la Cuesta, casa donde se hizo la primera edición del Quijote (1605). Ahora es sede de la Sociedad Cervantina y suele haber exposiciones y teatro.

14.00 Tapas de autor

En el barrio de las Letras se cuida también la cultura gastronómica. Estado Puro ofrece su cocina de diseño en forma de tapas, con una animada terraza. También picoteo de nivel es el de Vi Cool: buen vino, cocas y hamburguesas gourmet asadas en horno de carbón y cuidada coctelería. En la misma calle, la cocina murciana de El Caldero y la madrileña de Casa Alberto son viejas conocidas de los capitalinos. Si buscamos la calidad suprema, cerca del barrio tenemos La Terraza del Casino,uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Al otro lado del paseo del Prado, junto al Retiro, Viridiana y Horcher rondan la excelencia.

Después de comer, podemos pasar por el Café Central a tomarnos uno y a consultar el programa de actuaciones, pues aquí hay conciertos de jazz todas las noches desde hace más de 30 años; o acercarnos al bar Guau a probar sus tartas caseras y regarlas con sus estupendos cócteles. También podemos ver qué hacen en el Teatro Cáser, inaugurado en 1917 con el nombre de Teatro Odeón.

16.00 Retiro obligado

Tenemos que pasarnos por el Retiro para saludar a dos vecinos ilustres. Uno es Lucifer, que desde 1885 se contorsiona en lo alto de la fuente del Ángel Caído (el único monumento dedicado al diablo que hay en el mundo, según dicen). Y el otro, el ahuehuete del Retiro, un árbol de más de 400 años que se yergue en la zona del Parterre desde los tiempos en que este parque era real sitio y había un gran palacio decorado por Velázquez. Del palacio no ha quedado mucho, pero los jardines ahí siguen. El Palacio de Cristal, de 1887, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura del hierro en Madrid. De la misma época (1888-1892) es la cercana estación de Atocha, que Moneo remodeló en 1992 transformando la antigua nave de andenes en un invernadero tropical. Para llegar bajamos por la cuesta de Moyano, con sus casetas de libros de segunda mano.

18.00 Plaza Mayor: más calamares que en el mar

Edificada por Gómez de Mora en 1619, la Plaza Mayor es el centro arquitectónico del Madrid de los Austrias y también el meollo turístico de la capital, lleno de terrazas, hombres-estatua y caricaturistas. Al lado de las tiendas de souvenirs están las de toda la vida (sombrererías, abaniquerías, jugueterías), los puestos de los mercadillos (l filatélico dominical y el navideño) y los bares que hacen bocatas de calamares sin parar, como Casa Rúa, donde todas las semanas se fríen más de 3.000 kilos de ellos. Gastronómicamente, la plaza y su entorno inmediato tienen otros alicientes, como el restaurante Botín, fundado en 1725, que presume de ser el más antiguo del mundo. O como el mercado de San Miguel, antigua plaza de abastos mutada en espacio delicatessen, para beber buen vino, comer ostras o comprar ibéricos.

El Centro de Turismo Plaza Mayor, en la histórica casa de la Panadería, ofrece visitas guiadas a pie o en bicicleta por el viejo Madrid. Otra forma cómoda y entretenida de recorrerlo es en segway, con Segwaytrip Madrid y Madrid-Segway. Sea como fuere, hay que bajar por la calle Mayor y luego bordear por la de Bailén toda la cornisa monumental (la Almudena, el Palacio Real, la plaza de Oriente) hasta arribar al templo de Debod. Lo ideal es llegar cuando el sol se pone sobre este pedacito del antiguo Egipto, un regalo que el país de los faraones hizo a España por ayudarle a salvar los monumentos que iban a quedar sepultados bajo las aguas de la Presa Alta de Asuán, en los años 60 del pasado siglo.

21.00 La Latina, siempre hasta arriba

Al suroeste de la Plaza Mayor, entre las calles de Toledo y Bailén, se encuentra el barrio de La Latina, animado todos los días del año, con infinidad de bares y restaurantes siempre llenos. Con una semana de antelación hay que reservar si se quiere cenar en Casa Lucio, mundialmente famosa por sus huevos estrellados. Otro restaurante muy recomendable, éste de cocina peruana y chifa (chino-peruana), es La Gorda. Para picotear, está La Corolla: buenas cañas y tostas. También cañitas bien tiradas, en El Bonanno.

23.00 Fiesta hasta el amanecer

Si no tenemos prisa por ir a dormir, podemos entrar en Berlín Cabaret rescoldo de la movida donde hay, hasta tardísimo, actuaciones de humoristas, magos y cabareteras. O podemos explorar otras zonas. Como la de Malasaña, entre la Gran Vía y Sagasta. Cerveza artesanal hecha in situ, en Fábrica Maravillas. Buenos cócteles, en José Alfredo y en Martínez Bar. Y cuatro clubes para alargar la fiesta hasta el amanecer: Siroco, Yasta Club, Ocho y medio Club y El Fabuloso.

09.30 Ropa de segunda mano o de museo

Si el segundo día es domingo o festivo, el plan es acercarse a la plaza de Cascorro para dar una vuelta por el Rastro, el mercado al aire libre más grande de España, en cuyos más de mil puestos hay de todo: desde ropa de primera y segunda mano hasta el cerrojo del desaparecido palacio de Arévalo, donde vivió de mocita Isabel la Católica. Si no es día de Rastro o las aglomeraciones nos espantan, una buena alternativa es el Museo del Traje, donde veremos desde un jubón del siglo XVII hasta los vestidos de Givenchy que lució Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes.

12.00 Sorolla, Dippy y Versace

Otros dos museos del top ten madrileño son el Sorolla que atesora la mayor colección de pinturas y dibujos del artista en la que fue su casa; y el de Ciencias Naturales. Ambos están a diez minutos el uno del otro, junto a la Castellana. Subiendo por este kilométrico paseo, existe la opción de desviarse a mano derecha para ir de compras a la milla de oro de Madrid, un puñado de calles (Serrano, Ortega y Gasset, Príncipe de Vergara, Velázquez, Jorge Juan...) donde se concentran las tiendas más lujosas.

14.00 Banquete madridista

Para los apasionados del fútbol (y, en particular, del Real Madrid), comer en el restaurante Puerta 57 o en el Real Café Bernabéu, ambos dentro del estadio, con vistas al casi sagrado césped, es algo difícilmente superable, sobre todo porque no se come nada mal. Después harán el Tour Bernabéu para darse otro atracón, pero éste de trofeos. Para los menos futboleros, el entorno del estadio tiene también atractivos gastronómicos, como el restaurante José Luis de cocina vasca, aunque en su carta no falta el cocido madrileño. Y para los más exigentes, en la Castellana, o cerca de ella, se encuentran varios de los mejores restaurantes de España, como Sant Celoni o Zalacaín, ambos al lado del Museo de Ciencias Naturales. Tampoco andan muy lejos de la gran arteria madrileña DiverXo, Sergi Ariola Gastro y Ramón Freixa.

16.30 Un café con mucho arte

De un templo futbolístico, a otro literario: el Café Gijón. Desde 1888, este lugar imprescindible, que ha sido escenario de mil charlas, tertulias y debates culturales, reúne a la flor y nata de las letras y las artes madrileñas. Raro es no toparse con una cara conocida. También mucho arte, pero más joven, tienen las librerías-café, donde se vive la cultura de la ciudad de primera mano. En La Latina, Café Molar, además de vender libros y discos, organiza presentaciones, exposiciones, proyecciones, conciertos En Malasaña, Tipos Infames hacen más o menos lo mismo, pero maridan la literatura con vinos.

19.30 Teatro de bolsillo

También en Malasaña tiene su sede Microteatro por Dinero. Es una forma diferente de entender el teatro, con obras de menos de 15 minutos para no más de 15 espectadores en menos de 15 metros cuadrados. Hay sesiones de tarde, infantiles y golfas. Y hay un bar para entretener las esperas entre función y función con unas cañas y unas empanadas caseras.

20.30 La terraza de Chueca

En el corazón de Chueca, deslumbra el renovado mercado de San Antón, un lugar donde comprar productos gourmet y tomates que saben a tomates. Es también un espacio para comer y cenar, y cuenta con una terraza para ver cómo la luna trepa por los tejados del barrio.

Fuente: Guía Repsol

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