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Playa de Cala Cortina, con la batería de Santa Florentina, al fondo.
Una 'ruta del colesterol' con baño urbano en Cartagena
PLANES

Una 'ruta del colesterol' con baño urbano en Cartagena

Un paseo saludable junto al mar, desde el Museo Naval hasta la arena de Cala Cortina

Pepa García

Domingo, 19 de junio 2016, 10:51

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Aunque ya con el fuerte calor empieza a ser hora de plantearse aparcar las botas y dejar el senderismo para cuando acabe el verano, seguir caminando es imprescindible para estar en forma y llevar una vida saludable, y más ahora que los aperitivos en el chiringuito y las cañas bien fresquitas se hacen más frecuentes de lo recomendable. Mientras que en la ciudad de Murcia, la 'ruta del colesterol' discurre por las motas del río, tanto en dirección a la Contraparada como en dirección a Orihuela; en Cartagena, el itinerario habilitado para llegar hasta Cala Cortina, por el litoral y sin tener que atravesar el túnel, se ha convertido en una de las más frecuentadas 'rutas del colesterol' que, además, ofrece la oportunidad de darse un refrescante baño antes de iniciar el regreso.

No llegan a 5 kilómetros de recorrido (solo ida), sin ninguna dificultad y con muchos atractivos.

Dejen el coche aparcado y pónganse ropa y calzado cómodo para disfrutar de la única playa urbana que queda en Cartagena; eso sí, no olviden bañador y toalla. El itinerario parte del mismo corazón de la ciudad, a la vera del puerto. Recorrerán las inmediaciones de la dársena desde el Museo Naval, pasando por el puerto deportivo, el Museo de Arqueología Subacuática y el Centro de Congresos y Auditorio El Batel para, ya en la zona del puerto pesquero de Santa Lucía, seguir bordeando las marinas que están pegadas a la bocana del puerto.

A unos 3 km., encontrarán el vial que discurre paralelo a la carretera que conduce al valle de Escombreras por el litoral (N-343). Antes, pueden acercarse hasta el Faro de la Curra, en la misma bocana del puerto y por el muelle del mismo nombre (solo les supondrá un kilómetro largo más, ida y vuelta, y les permitirá cubrir los 10.000 pasos diarios recomendados).

Según se inicia el ascenso para franquear la distancia que separa Cartagena de Cala Cortina, las vistas se amplían y dejan ver el carácter defensivo de este enclave codiciado por todas las civilizaciones que han navegado el Mediterráneo. En uso hasta bien avanzado el siglo XX, las Baterías de Santa Florentina son un Bien de Interés Cultural que tiene su origen en el siglo XVIII, pero fue remodelada en el siglo XIX, y actualmente se encuentra en total estado de abandono. Una pena, ya que, con unas vistas increíbles al mar y un dominio total de Cartagena, no sería difícil sacarle partido dándole un uso compatible con el turismo y que, al tiempo, permitiera difundir el patrimonio militar que trufa todo el litoral, la milenaria historia de la ciudad como enclave estratégico e incluso los valores naturales e industriales de la sierra aledaña.

Escojan la hora que escojan para realizar este recorrido, se cruzarán con corredores, ciclistas, senderistas o simplemente bañistas por este transitado itinerario. Desde las faldas del monte de San Julián y sobre el cabezo de San Pedro se observa a lo lejos, mirando a poniente, la mole rocosa que es Cabo Tiñoso, también coronada por la Batería de Castillitos, otro BIC construido en el primer tercio del siglo XX y que protege uno de los extremos de la Bahía de Cartagena.

Justo al frente, al otro extremo del litoral que es embocadura del puerto de Cartagena, están el Faro y el Fuerte de Navidad, también levantado en el siglo XVII con fines estrictamente defensivos, y que hoy, restaurado, acoge el Centro de Interpretación de la Arquitectura Defensiva de Cartagena y el Mediterráneo: ofrece un recorrido por los sistemas de defensa que ha tenido el puerto a lo largo de su historia, fotografías históricas (de 1901) de los fuertes y baterías y un acercamiento a la vida cotidiana de los destacamentos que lo ocupaban. Y, tras el fuerte, permanece en ruinas la estructura de la torre vigía, cuyo paralelismo con la de Santa Elena, en La Azohía, hace pensar a los expertos que se levantó a finales del XVI. Para este edificio, también BIC, se proyectó la musealización, pero sigue desmoronándose con el paso del tiempo.

En la misma ladera rocosa se levanta, sobre la cúspide del monte de Galeras, el Castillo de Galeras, BIC construido en el siglo XVIII, en el que en julio de 1873 la revolución cantonal se hizo fuerte izando una bandera otomana, cuya media luna y estrella tiñeron con el rojo de la sangre que uno de los sublevados 'donó' para tal fin. Y también verán a lo lejos el Castillo o Fuerte de La Atalaya que, levantado en el siglo XVIII, vino a certificar la importancia de este enclave en la defensa de la plaza frente ataques lanzados desde el mar.

Desde las inmediaciones de la Batería de Santa Florentina se observa todo el puerto, con el Castillo de la Concepción dominando la ciudad sobre la colina del mismo nombre, la más alta de las cinco que protegen la ciudad. Un enclave que ha visto levantarse sobre su cumbre un templo romano dedicado al dios de la salud (Esculapio o Asklepio para los griegos), una alcazaba musulmana, un castillo medieval y la sirena que advertía a la población de los bombardeos durante la Guerra Civil. Un mirador impresionante a toda Cartagena y a su puerto que acoge, además, los principales conciertos del festival La Mar de Música, y al que se puede acceder por el ascensor panorámico.

El paseo continúa pegado a la costa y permite admirar la pequeña cala con embarcadero con la que cuentan las instalaciones militares de Santa Florentina y, tras una suave ascensión, desciende de nuevo para concluir en Cala Cortina, la única playa urbana que le queda a la ciudad de Cartagena y cuyos accesos fueron rehabilitados a finales de los años 80 por el Ayuntamiento.

Esta cala de arena, con profundas aguas y una roca desde la que sentirse sirena o tritón antes de zambullirse de nuevo en el mar, es ,desde hace meses ya, parada obligada de los caminantes antes de iniciar el regreso, que se dan un refrescante y reparador chapuzón en sus aguas. Ubicada en territorio militar -está escoltada por Santa Florentina a un lado y por Trincabotijas a otro- hoy es imposible prolongar el recorrido por el litoral para divisar, al otro lado del monte de San Julián, Cala Cuervo y Punta del Gate y el hoy industrializado valle de Escombreras con su puerto.

Sin embargo, pueden tomarse un refrigerio y un aperitivo en el restaurante Mares Bravas, a pie de playa -hasta el 1 de julio cierra los martes-, antes de regresar de nuevo a Cartagena, donde les recomiendo comer en el barrio de Santa Lucía, conocido por el pescado de sus restaurantes. Les sugiero probar el pulpo a la cartagenera.

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