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Una avoceta se alimenta en la laguna de La Mata, calentador del agua que luego pasa a las salinas de Torrevieja para extraerle la sal.
La sal de la vida
LA RUTA CON UN PARla guía

La sal de la vida

El Parque Natural de La Mata-Torrevieja es un reducto de paz y naturaleza que resiste al urbanismo feroz

Pepa García

Viernes, 4 de julio 2014, 01:23

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A unos pocos centenares de metros de las urbanizaciones en las que el hormigón y el asfalto se han apropiado del territorio en nombre del turismo residencial, resiste, irreductible, el Parque Natural de La Mata-Torrevieja. Hoy es uno de los pocos vestigios del interminable humedal costero que hace muchas décadas ocupaba esta franja de territorio entre Santa Pola y La Manga del Mar Menor.

  • Cómo llegar

  • Desde el litoral Sur, les interesa coger la AP-7 Cartagena-Alicante y tomar la salida La Zenia (763) para continuar por la N-332; desde el interior de la Región, vayan por la A-7 en dirección Alicante, cojan la salida 731 (Almoradí/ Rojales/ Guardamar), continúen por la CV-909 hacia la AP-7, en dirección Torrevieja/Cartagena, salgan por la salida 740 hacia Guardamar, continúen por la CV-91 hasta conectar con la N-332. En una de las rotondas está indicado el acceso al Parque Natural de La Mata-Torrevieja.

  • Recomendaciones

  • No olviden la protección solar (gafas, gorra y crema), pero tampoco los prismáticos y la cámara para observar reposadamente las distintas especies de aves. Permanezcan en silencio y no dejen basura. No se salgan de los itinerarios marcados y no deterioren este paraje natural que es un espacio protegido (Ramsar, ZEPA, LIC y Parque Natural).

  • Dónde comer

  • Chema Restaurante. Avenida de Cervantes, s/n. Guardamar del Segura (Alicante). 965 728512. Cierra lunes por la tarde y martes (excepto en verano, que no cierra). Menú diario 16,5 euros, incluye entrantes (pulpo, ensalada y almejas o mejillones); plato principal (carrillera de ternera, bacalao confitado en aceite o arroz a banda), 1 bebida y postre. Especialidades

Declarado de importancia internacional desde principios de los años 70 del siglo pasado, las lagunas saladas de La Mata y Torrevieja fueron acumulando figuras de protección: humedal Ramsar y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Parque Natural. Este paraje históricamente frecuentado por guardamarencos y torrevejenses, donde lo mismo pescaban que se bañaban, cuenta ahora con microrreservas de flora y fauna. Desde esos primeros momentos, este espacio natural ha ido preservándose de la destrucción frente al predador urbanismo que lo ha cercado pero que no ha conseguido acabar con sus principales valores.

Hoy, con un centro de visitantes instalado en la antigua casa forestal y atendido diligentemente por amable e instruido personal, este interesante paraje es visitado anualmente por más de 16.000 personas, en su mayoría turistas extranjeros.

La ruta de hoy comienza junto a El Acequión, el canal que alimenta desde el mar la laguna de La Mata, una masa de agua salina que se precalienta para luego pasar a la laguna rosa de Torrevieja, donde se cosechan hasta 800.000 toneladas al año de sal, la mayoría de ellas destinadas a la exportación, con destino a Estados Unidos y la Unión Europea principalmente.

Siguiendo en paralelo al canal, acompañado por el rumor de las aguas que penetran con fuerza solo por efecto de la gravedad, pasarán junto a enormes pinos y eucaliptos bajo los que han construido sus madrigueras las abundantísimas liebres -no hay más que caminar junto a los matorrales para verlas salir de estampida-. El recorrido discurre entre la agreste vegetación halófita y termómediterránea del parque y las frondosas y aromáticas higueras de las que nacen las deliciosas brevas de la variedad Colar, en pequeños huertos que desde la junta rectora del parque se promueven para contribuir a la conservación y al desarrollo sostenible de la zona.

Conforme se acercan a la laguna -una valla de madera trata de impedir que el tránsito de senderistas y cicloturistas perturbe a la fauna-, el suelo se hace arenoso y el caminar más lento y difícil.

Siguiendo el itinerario, escondido entre enormes árboles, podrán acceder al observatorio 'Cigüeñuela'. Allí, armados con enormes y carísimos teleobjetivos, prismáticos y telescopios terrestres, es fácil encontrar a los turistas ornitológicos en busca de los más 'raros' trofeos fotográficos. No en vano, esta laguna litoral es territorio colonizado por las aves, de las que se pueden encontrar hasta cien especies distintas a lo largo del año, de nidificantes a invernantes, pasando por aquellas que solo hacen parada de postas en este espacio, de camino al destino final en sus rutas migratorias.

Una de las joyas aviares de este Parque Natural es la gaviota de Audouin, de las que ha llegado a reunir más de 4.000 parejas, alejando, al menos por el momento, el fantasma de su extinción. Otro de los tesoros alados de este parque es el aguilucho cenizo, donde hay censadas 10 parejas nidificantes para las que se creó en 2004 una microrreserva en la orilla noroeste de la laguna que impide, actualmente, darle la vuelta completa. El tarro blanco (125 parejas), la gaviota picofina, el charrancito, el charrán común, el majestuoso y rosado flamenco o el gracioso y ágil correlimos son otras de las especies que se pueden observar y fotografiar en este ecosistema hipersalino, en el que se alimentan de 'Artemia salina' -un diminuto crustáceo que da el tono rosáceo a la laguna de Torrevieja y a las plumas de los flamencos-, de larvas de mosquitos y de mosquitos mismos.

Tras disfrutar de la banda sonora sin fin y la puesta en escena aviar en el más absoluto de los silencios, deben seguir por el camino, junto a unos viñedos en los que se cultiva la uva Moscatel y Meseguera y cuyos pies sobrevivieron a la plaga de la filoxera. El camino se interna luego, por una pasarela de madera, bajo una arboleda con pinos piñoneros y carrascos y eucaliptos, en la que corren como locas las ardillas y se acercan, temerarias, a las mesas ocupadas para ver si consiguen merienda. Junto a la pinada hay otro observatorio, 'El Altillo', desde el que se tiene una vista amplia de toda la laguna. El itinerario continúa hasta un nuevo observatorio 'El Zampullín', un punto especialmente destinado a la observación de esta ave en el que es su principal punto de invernada de la península. Si desean ver las dos lagunas a un tiempo, deberán subir a La Loma y luego regresar por donde vinieron.

Antes de alejarse de la zona, no duden en acercarse a la playa de Les Ortigues, justo en el límite con La Mata. El canal por el que se llena la laguna, El Acequión, marca la linde de los dos municipios. Aprovechen para darse un refrescante baño en la inmensa playa guardamarenca (casi un kilómetro de longitud) y un paseo junto al sistema de dunas que la precede, un espacio protegido aunque bastante deteriorado en las últimas décadas.

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