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Balneario de la playa de la Hita, frente a la casa con torre tradicional.
El plácido Mar Menor
LA RUTA CON UN PAR

El plácido Mar Menor

Al final de la playa de las Salinas, entre Los Narejos y el aeropuerto, sobrevive un tramo salvaje de costa con su humedal

Pepa García

Viernes, 27 de junio 2014, 01:42

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Hoy, preparándonos para las vacaciones, visitamos uno de esos escasos tramos de Mar Menor plácido que todavía se conservan milagrosamente casi en su estado primitivo. Es justo el límite entre los municipios de Los Alcázares y San Javier. Un espacio escasamente frecuentado, pues limita con las instalaciones del Aeropuerto Internacional de San Javier, y en el que hasta no hace mucho hubo un camping que hoy está abandonado.

  • Cómo llegar

  • Depende de si vienen desde la zona Sur de la Región de Murcia o desde el interior. Desde la zona Sur les interesa coger la carretera que une Mazarrón con Cartagena (N-332); desde el interior de la Región, llegarán sin problemas por la autovía A-30 en dirección a Cartagena, para seguir después por la RM-19 en dirección a San Javier. Luego deben coger, desde la autopista AP-7, la salida del aeropuerto y bajen hacia la playa (izquierda) por la primera calle de Los Narejos que se lo permita.

  • Recomendaciones

  • No olviden la protección solar (gafas, gorra y crema), pero tampoco el bañador para darse un saludable remojón. No se salgan de los itinerarios marcados y no deterioren este paraje natural que es un espacio protegido (ZEPIM, ZEPA e incluido en el Espacio Protegido de Islas y Espacios Abiertos del Mar Menor).

  • Dónde comer

  • Chiringuito Botarata.

  • Explanada de Barnuevo, s/n. Santiago de la Ribera. San Javier. Abierto todos los días, ahora también por las noches. Especialidades arroz con pulpo, calamares, pulpo al horno, croquetas y cazón adobado. Teléfono

  • Lonja Mar Menor.

  • Paseo de Colón, s/n. Santiago de la Ribera. Teléfono 968 570309. Especialidades

Hay que llegar a Los Narejos y aparcar junto a la escuela de kitesurf que desde hace en torno a un lustro copa los últimos metros de la playa de las Salinas. Es el punto y final del bullicioso núcleo costero de Los Narejos, rematado por un paseo que jalonan altísimas y un tanto famélicas palmeras y las vallas de una fallida macrourbanización que ha crecido en pleno carrizal de esta Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo, incluida en el paisaje de islas y espacios abiertos del Mar Menor.

Los últimos 200 metros de la playa de las Salinas les sumergen en el más virginal Mar Menor, unos espacios raros pero que todavía se pueden disfrutar y que desde los que rondan la cuarentena hasta los más ancianos conocieron en todo su esplendor, pero a los que los más jóvenes apenas pueden acercarse salvo a través de fotos, postales o estos valiosos reductos.

Bivalbos entre piedras

En la orilla de la playa de las Salinas y en su fondo arenoso todavía predominan las conchas de bivalbos frente a las piedras o, lo que es peor, las colillas y los desechos de plástico. Quizá hasta queden vivos algunos de esos pequeños berberechos y chapinas que cuando éramos pequeños sacábamos a puñados de la misma orilla con solo hundir los dedos en la arena. Pero, si no es así, por lo menos queda constancia de cuánta fue su abundancia.

En dirección a Santiago de la Ribera, sobre la arena, se extiende el frondoso carrizal coronado de brillantes plumeros, entre el que crece la siempreviva, algún taray, juncos, sosas y lechugas de mar, y se extiende hasta el lecho mismo del mar. Por unas pasarelas de madera que pretenden que el caminante no dañe este singular espacio natural, uno se interna en un pasillo verde bajo el que se extienden charcas y también arenas blancas que acumulan la sal que se explotaba en las antiguas salinas. Protegidas por el manto vegetal, crían y viven aves como la cigüeñuela, la garceta común y el alcaraván, y en época de migración todo tipo de pájaros procedentes del norte de Europa. También sus charcas dan vida a diferentes anfibios y dicen que en ellas todavía se encuentra el amenazado fartet o zorrilla.

Como si de una broma se tratara, un cartel advierte de que no se deben dejar basuras en la zona ni se puede uno salir del itinerario marcado, justo donde un pescador se ha saltado la pasarela para plantar su caña en la orilla y un montón de latas y botellas de plástico esperan que sus olvidadizos dueños vuelvan a recogerlas.

Pájaros y aviones

Entre el cañaveral destaca un mirador, un punto de observación en alto y con sombra que puede dar sorpresas a los amantes de los pájaros y desde el que también pueden ver el ruidoso despegar y aterrizar de aviones de todos los colores; una elevada banda sonora a la que parecen haberse acostumbrado los animalillos de la zona.

Cuando acaba la pasarela vuelven a pisar arena, la de la playa junto a la que estaba el Camping Mar Menor y en la que sigue en pie (y en uso, ahora es una discoteca llamada Buda) una antigua casa con torre tradicional de tres plantas, cobijada en una nutrida arboleda entre las que crecen palmeras. A su sombra pueden sentarse a observar un calmado Mar Menor, que todavía recorren pequeñas barcas de pescadores, y observar uno de los pocos balnearios que todavía se mantienen en pie y que un día fueron seña de identidad de la mayor laguna salada de Europa.

La valla del aeropuerto impide seguir la caminata costeando, pero justo al otro extremo de esta salvaje playa desemboca un río de agua dulce que llega a la laguna ya algo salobre, por eso el carrizal no deja de extenderse y crecer.

Antes de volver tierra adentro, les recomiendo que se acerquen a la Lonja de San Pedro del Pinatar y vean el género que los pescadores traen en sus barcos para la subasta y que luego regresen a Santiago de la Ribera para probarlo. Lo pueden hacer en el chiringuito Botarata, en la explanada de Barnuevo, o en la Lonja Mar Menor, en la orilla de la playa.

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