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Cuatro esquinas. Cruce de las calles Trapería y Platería, donde antiguamente se levantaba un altar dedicado a San Cristóbal.G. Carrión
La Murcia del XVI
LA RUTA CON UN PAR

La Murcia del XVI

Monumentos y calles aún en pie, que visitó la embajada japonesa hace 430 años

PEPA GARCÍA FOTOS: GUILLERMO CARRIÓN

Viernes, 23 de mayo 2014, 00:44

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Corría el año de 1582, Felipe II hacía dos años que había sido nombrado rey de Portugal, y la primera embajada Tensho partía desde Japón rumbo a Portugal. Cuatro jóvenes (de entre 10 y 12 años), dos príncipes y dos de linaje nobiliario muy antiguo, venían a presentar sus respetos a Felipe II y a ponerse bajo el mandato del Papa Gregorio XIII acompañados por los jesuitas, que se habían establecido en Japón y habían convertido a una amplia cantidad de señores y príncipes al cristianismo.

Con motivo del año dual España-Japón que se celebra ahora y conmemora las primeras relaciones oficiales entre ambas culturas, visitamos algunos de los monumentos de la Murcia del siglo XVI, siguiendo el itinerario que los cuatro embajadores japoneses (rebautizados Mancio, Julián, Martín y Miguel) realizaron durante sus 22 días de estancia en la ciudad de Murcia (en la Navidad de 1584), antes de partir hacia Alicante para cruzar el Mediterráneo en barco y dirigirse a Roma, donde quedaron inmortalizados en los frescos del Vaticano.

El recorrido empieza en Torre Espinardo, entonces propiedad de los marqueses de Espinardo, una villa independiente de Murcia y que era escala obligada en el Camino Real de Castilla. Este edificio, hoy el Colegio de Nuestra Señora de la Consolación, era un gran palacio renacentista construido en el XVI del que ya se tienen noticias en 1530. De fábrica de ladrillo, tiene dos plantas y se articula en torno a un patio interior. Con balcones y vanos coronados con frontones, destaca su torre, de poca altura, y su gran portada de madera, enmarcada en piedra y coronada por el escudo de armas de los marqueses. Fue allí, en este edificio todavía en pie, donde recibió a la embajada un amplio número de arcabuceros y el corregidor de Murcia, que les acompañaron hasta la todavía amurallada ciudad de Murcia.

Honores regios

La Puerta de Porceles (a la que hace referencia la obra del dramaturgo Lope de Vega 'Los Porceles de Murcia') estuvo ubicada en las proximidades del actual Convento de las Agustinas y donde antes estuvo uno anterior. Por ella accedió la embajada a la ciudad comandada por los padres jesuitas que instruían a los jóvenes príncipes nipones.

Y fue precisamente en el Colegio de San Esteban, cedido por el obispo Almeida a los jesuitas, donde fueron recibidos con honores regios (por orden de Felipe II). Una multitud de vecinos acudieron a ver a los exóticos visitantes, que se vistieron con sus mejores galas. Allí se alojaron los cuatro jóvenes nipones. Este complejo educativo y religioso, hoy sede del Gobierno regional, fue levantado por Esteban de Almeida a mediados del siglo XVI y concluido en 1569, de hecho, el escudo del obispo portugués remata una de las ventanas ajimezadas de la fachada de la iglesia de San Esteban.

El recorrido continúa, extramuros, por el actual palacio de Las Claras y por la iglesia de Santo Domingo, cuya capilla del Rosario estaba en esa época construida y conectada al palacio de los marqueses de Almodóvar (sus mecenas) por el Arco de Santo Domingo. Hoy, con el espacio muy transformado, sigue siendo muy recomendable visitar ambos monumentos, de origen árabe uno y el otro cristiano. Junto a lo que fue la Puerta del Toro o Alquibla está también la casa de Almodóvar, aunque reformada a principios del siglo XX, su llamativa portada está enmarcada por dos monstruosos seres, los salvajes, que custodiaron la entrada de lo que luego fue el gobierno civil.

Desde el siglo XIII, Trapería y Platería fueron calles principales. Entonces plagadas de mercaderes de ambos oficios. Hoy, con otros alicientes como el Casino y otros edificios modernistas, vale la pena pasearlas como los príncipes nipones hicieron de camino a las casas de reposo que los jesuitas tenían en Los Teatinos.

Eremitas o demonios

Las ermitas excavadas en la piedra, que los jesuitas empleaban entonces debieron de sorprenderles y no digamos los eremitas, a los que confundieron con demonios de su cultura.

Hoy se accede pasando la urbanización y merece la pena acercarse. Parte de los muros de su convento siguen en pie y a ellos se ha adosado una vivienda de reciente factura. Y una de las ermitas, usadas en los últimos tiempos como cuadra, sigue conservando todo su encanto.

De vuelta a la ciudad, la Misa del Gallo en la Catedral les permitió admirar las ricamente decoradas capillas de Los Vélez y la de Junterones, así como los primeros cuerpos de la torre, ya alzados y que como otros muchos monumentos de la ciudad suman casi medio milenio a sus espaldas.

Aunque hasta más de tres siglos después no se levantaría el Real Casino, esta ruta termina en este emblemático edificio murciano, que hasta el 31 de mayo acoge las actividades programadas para conmemorar la visita de la sonada embajada Tensho.

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