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J. ALBARRACÍN
Viernes, 7 de abril 2017, 01:46
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Érase una vez aquel movimiento musical conocido como pop naíf o pop colajet que, en el periodo entre décadas 90/00, revitalizó la escena nacional indie. Una de sus referencias más interesantes eran los leoneses Juniper Moon. Pero, desintegrada la escena y desaparecido el grupo, de entre la neblina de colores pastel surgió la nueva propuesta de Iván y Eva: Linda Guilala. Cambió el sonido pero el espíritu se mantuvo e incluso creció, desde una actitud notoriamente indie, con referentes shoegaze -de Ride, My Bloody Valentine, Jesus & Mary Chain-, un marcado toque 'arty' -con sus interludios entre canciones- y amor de fondo por Sarah Records. Ternura y ruido, abstracción y melodía -envuelta en nubes reverberadas, por supuesto-, psicodelia impresionista. Linda Guilala entiende la música como algo artístico y sus discos, pues, como aquellas pequeñas joyas artesanales que había que localizar por catálogo, lo que les lleva a diseñar portadas incluso para sus singles digitales. Dos álbumes salpican una trayectoria llena de singles. Y desde 'Bucles infinitos' (2009) hasta 'Psiconáutica' (2016), siempre para el sello Elefant, dejando destellos de exquisitez.
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