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El chef y propietario de Vacanal, Marcelo Diego, junto a una pieza de carne.
Hasta los andares
GASTRONOMÍA

Hasta los andares

Vacanal abre sus puertas con el firme propósito de convertirse en un referente para los carnívoros de la capital

SERGIO GALLEGO

Viernes, 13 de enero 2017, 23:29

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Si a los españoles nos gusta hasta los andares del cerdo, a los argentinos les ocurre lo mismo con la vaca. De ahí y de la ausencia de buenas braserías de carne surge la idea del empresario que está al frente de Vacanal; una especie de argentino de carne a la parrilla en pleno centro de Murcia.

Es cierto que en lo que a argentinos se refiere el campo está casi virgen en la city -El Quincho y Malena son los locales de este estilo en la actualidad- y somos muchos los que disfrutamos de una parrillada de cerdo y ternera trabajada con diferentes cortes y condimentos. Vacanal se posiciona en menos de cuatro días que lleva abierto a la altura de estos dos locales en cuanto a la calidad de la carne se refiere, teniendo en cuenta que el antiguo local de Moshi Moshi, donde se sitúa el nuevo argentino, tiene capacidad para más de un centenar de personas y la finalización estética de la sala está muy cuidada.

Dice el máximo responsable del restaurante que el valor añadido de la brasería es que el local va a permitir al comensal alargar la sobremesa como si no hubiera un mañana. Sin límite. Muy en la cuerda de los restaurantes de moda de Madrid, pero sin la típica zona de copas repleta de modelos de cincuenta y exfutbolistas de Segunda. Por cierto, sí que han tenido la previsión de poner una zona para niños con juegos de mesa, tablets y demás entretenimientos infantiles para que no todo sea 'papá dame esto y mamá quiero aquello'.

La carta de vinos está basada en referencias de todas partes del mundo y muy pocos de la tierra -ni uno de Yecla, por ejemplo- y el trato de los camareros es correctísimo, aunque la familiaridad con los productos ofrecidos todavía no es la que se precisa para un comensal 'tocapelotas' como yo, fruto del poco tiempo que han tenido y de la complejidad del corte de carne argentino. Demos un par de semanas de margen a ver qué tal se desenvuelven entonces.

La carta está repleta de carnes, como era de esperar, aunque encontramos aperitivos, tostas, ensaladas, guarniciones y salsas además de la ternera, pollo, cordero y cerdo en todas sus formas y colores. Destaca la parrillada para dos personas, que viene con una buena selección de carnes y entrantes, y la parrillada Vacanal, que es algo así como 'puedes comer hasta que vengan los de Greenpeace a intentar devolverte al mar'.

La empanadilla criolla es frita y con una condimentación de comino moderada, lo que deja paso al sabor del relleno de carne a la perfección. Un puré de berenjena delicioso en su punto de ajo y ahumado de leña, pero mejorable, sin embargo, por su textura grumosa, y una tosta de morcilla con piñones que representa correctamente la sección de tostadas variadas y entrantes del local.

Entrando en materia, el primer filete que pruebo es el matahambres a la pizza; un filete fino de ternera adobada en leche que se corona con queso, tomate, orégano y aceitunas, bastante flojo de sabor y textura.

La parrillada está compuesta por un excelente chorizo criollo -el mejor que he comido en Murcia-, salchicha de toda la vida, brocheta de pollo -bastante seca-, un filete de secreto de entraña -diafragma- muy tierno y un filete de vacío ideal para mojar en la salsa chimichurri. La entrecostilla tiene que salir dos veces de la cocina por una primera cocción que sobrepasaba con creces el punto requerido. Al segundo bote, encuentro la carne deliciosa, tierna y con un retronasal que aporta la maduración en cámara muy elegante.

El asado de costillas lo encuentro imprescindible, siempre que seas de los que te gusta repelar huesos, y uno de los bocados más profundos de la carta. Al igual que el panqueque -una especie de creps- con manzana y helado de vainilla que no puedes dejar de comer hasta ver el fondo del plato. No se dejen seducir por la tarta de queso, es una traidora.

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