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La artista Sofía Tornero posa junto a una de sus obras.
«En mis obras también vomito lo malo que llevo dentro»

«En mis obras también vomito lo malo que llevo dentro»

La exposición 'Evoluci-ON', de Sofía Tornero, muestra la etapa más reciente vivida por la escultora

PEDRO SOLER

Sábado, 28 de noviembre 2015, 00:00

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La exposición que Sofía Tornero (Abarán, 1976) presenta en la Casa de la Cultura de San Pedro del Pinatar «es como un momento oportuno para sacar mis esculturas a pasear». Y es la explicación primera que la artista ofrece sobre 'Evoluci-ON', título que le ha asignado, porque «es como un recorrido de cuanto he realizado, desde mis comienzos, en 1997, hasta el día de hoy». Añade que este recorrido «incluye, además de obras y materiales, mi propia vida, porque soy yo la que también va evolucionando a través de mi obra. Podría decir que cada escultura es como un cliché de vida, un diario personal, con sus buenos y malos momentos». Y, ¿cómo se escribe este diario a través de la escultura? ¿Es posible expresar en piedra, en barro o en bronce los momentos vividos? «Yo creo que es posible, porque me doy cuenta de que mi vida está reflejada en mis esculturas cuando, especialmente, repaso las que he hecho en los malos momentos. Hace unas semanas tuve la visita de una chica norteamericana que me contaba lo que veía en una de mis obras y que coincidía muchísimo con lo que yo había estado pasando». Le interesó esta opinión, «como me interesa todo lo que sucede en el mundo que me rodea, pero no hasta el punto de que me frene o incapacite a la hora de soltar todo lo que pienso porque necesito expresarlo. En mis obras también vomito todo lo malo que llevo dentro. He vivido ocasiones en las que he necesitado soltar todo eso no tan bueno que acumulaba. Hasta diría que de los malos momentos me libero más una vez que han quedado plasmados en mi trabajo; pero en los buenos, simplemente me he dejado llevar por el alma y por el corazón».

En 'Evoluci-ON' se palpan notables diferencias con piezas anteriores que la escultora atribuye a «distintas etapas de mi vida, que han ido pasando y que me han marcado. Creo que es algo normal, porque es un modo de mostrar que cuanto me he emocionado, de un modo o de otro, queda reflejado a través de mis manos en mi obra. Ese sentir, esos cortes o instantes de mi vida se trasladan a las formas de mis esculturas». Para ella son la mejor forma expresiva, «porque también son la expresión de mi alma, de mi interior». Si se le pregunta que podría tratarse de una evolución muy forzada, vista la diferencia que existe entre sus distintas etapas artísticas, Sofía Tornero contesta que «parece lógico que, si se viven distintos periodos, queden reflejados de formas diversas, aunque puedan parecer contradictorias. Es la mejor forma de plasmar con materiales y con nuevas experiencias la inquietud que vivo y como un continuo resurgir en medio de cuanto me rodea». Pero, ¿es positivo o rentable no seguir con un modelo de trabajo, pese a sentimientos anímicos o el transcurrir del tiempo? ¿Puede sospechar alguien que la escultora no sabe qué quiere hacer? «Es que, a la hora de hacer una obra, no pienso en los demás, en cómo la van a ver, aunque sí en cómo la puedan sentir; pero sobrepongo mi necesidad de expresarme sin estar pendiente de los demás. Yo no quiero llegar a todo el público de una forma positiva. Me gusta hacer pensar, aunque no sepa cómo serán sus pensamientos».

Expectativas

La obra de Sofía Tornero no arranca, en concreto, de predecesor alguno, según confiesa, aunque no tarde en reconocer que «entre buenos artistas todo lo que veo me llena; y, aunque no conscientemente, seguro que sí, inconscientemente, alguien me habrá influido. Pero, en el momento de empezar una obra, no pienso en alguien o en algunas formas de trabajar. Simplemente, me dejo llevar por mi corazón». En su anterior serie, 'Emergentes', quedó marcada «con unos personajes entre los que yo me dejé llevar, porque era un momento en el que notaba que estaba emergiendo en ese cuerpo geométrico. Después, han surgido otras series de figuras que también emergían, pero de la naturaleza».

Aferrada a la labor de cada día, no desea hablar de futuro «porque el presente es mi continuo expresar y vivir, sentir y emocionarme», algo que está experimentando a través de una nueva serie, bautizada como 'Ubuntu', regla ética surafricana, «que se rige por lo que yo soy, porque somos todos; como que todos necesitamos de todos». Convierte esta regla en «figuras humanas en las que prima la línea, el plano, la curva, como llegando a la máxima simplificación de las obras cubistas en piedra con las que empecé en 1997».

Para concluir, a Sofía Tornero le gustaría que «se valore suficiente y equitativamente la figura del artista, porque siento que está más considerado el pintor que el artista plástico. El escultor necesita más espacio, más materiales, más fuerzas, más movimientos...». No se desanima, porque quiere seguir: «La escultura es lo que siento de verdad. Y adelante».

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