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Alejandro Arestegui y Silvia Marsó, en un momento de la obra.
Una familia sin suerte
ESCENA

Una familia sin suerte

Silvia Marsó interpreta a una madre desesperada en la aclamada obra de Tennessee Williams, que recorre la Región este fin de semana

DIEGO MARTÍNEZ

Sábado, 31 de enero 2015, 02:36

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El dramaturgo Tennessee Williams destacó en su momento 'El zoo de cristal' como una «obra de recuerdos», en la que puso mucho de sí mismo y de su historia familiar. El ganador del premio Pulitzer de teatro en dos ocasiones tenía por costumbre retratar a la sociedad sureña en la que se había criado a través de sus obras, entre las que figuran las aclamadas 'Un tranvía llamado deseo' y 'La gata sobre el tejado de zinc', y a esto se debe, en parte, su hueco entre los grandes de la literatura.

Sus textos se han representado en todo el mundo y casi todos han llegado a la gran pantalla. Éste en concreto, se convirtió en un filme de Paul Newman, quien como director le regaló el magnético papel protagonista a Joanne Woodward, su mujer.

En la última versión que se ha hecho en nuestro país, producida por el Teatro Español, este caramelo interpretativo en forma de madre obsesiva de los años 30 se lo ha quedado Silvia Marsó, quien reconocía en una entrevista con Antonio Arco para este periódico que no sabía si sería capaz de «responder a lo que se espera de mí, si estaré a la altura del personaje del autor». Y no será por no haber interpretado a personajes femeninos potentes: en 'Casa de muñecas', de Henrik Ibsen -obra que casualmente se ha podido ver también este mes en la Región- dio vida a Nora; fue la 'Yerma' de Federico García Lorca y también 'La gran sultana' de Miguel de Cervantes.

El pasado jueves se pudo ver por primera vez en la Región, sobre el escenario del Teatro Romea, esta versión de 'El zoo de cristal', una obra de teatro que lleva al espectador de la mano de los Williams, una familia a la que la vida no ha tratado demasiado bien, hasta la América profunda de principios del siglo XX. El sábado y el domingo visitará Cieza y Jumilla.

La hija de los Williams, Laura, vive acomplejada por su leve discapacidad y se pasa los días cuidando de su colección de figuritas de cristal. El hijo, Tom -narrador de la obra-, se debate entre el deber de cuidar a su familia y el deseo de salir a comerse el mundo. Y la madre, Amanda, es una mujer obsesionada con dejar atrás la pobreza y sacar adelante a su hija encontrándole marido.

Un papel casi cómico

Es entonces cuando aparece Jim, un candidato de buena apariencia que representa todo lo que la familia siempre ha soñado. Su presencia sacará el lado más controlador y ambicioso de Amanda, que se ha convertido en un vehículo de lucimiento para Marsó que muchos críticos destacan como su mejor papel. La matriarca de la familia se mete al espectador en el bolsillo gracias a unos toques de comedia que brillan especialmente en un texto que, de otra forma, sería tal vez demasiado dramático.

Pilar Gil, Alejandro Arestegui y Carlos García Cortázar completan un reparto a las órdenes de Francisco Vidal ('Julio César', 'La alegría de vivir'). El responsable del texto ha sido Eduardo Galán (premio Calderón de Teatro por por 'La sombra del poder'), que ha adaptado a lo largo de su carrera títulos como 'El fantasma de la ópera' y 'Lazarillo de Tormes'.

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