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LA VERDAD
MURCIA
Jueves, 28 de septiembre 2017, 08:52
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Un equipo internacional de investigadores, en el que ha tomado parte la Universidad de Murcia (UMU), ha demostrado que los carnívoros no comen carroña de otros animales, especialmente si son de la misma especie, porque incrementa la probabilidad de contraer patógenos que pongan en riesgo sus vidas.
El trabajo, que lidera la Universidad de Granada y en el que también han tomado parte los campus de Berkeley (EE UU) y Miguel Hernández de Elche, ha sido publicado en la revista 'Journal of Animal Ecology', y aporta nuevos datos sobre el refrán que se remonta a la antigua Roma y que dice que «perro no come perro».
El autor principal e investigador del departamento de Zoología de la Universidad de Granada, Marcos Moleón, explicó ayer que el refrán responde a observaciones empíricas sobre la aversión de los animales carnívoros a comer cadáveres de otros carnívoros.
La investigación partió para conocer si un animal carroñero, paradigma del oportunismo, sería selectivo a la hora de decidir qué tipo de carroña comer.
Los investigadores comprobaron que este comportamiento aversivo se debe a que, para los carnívoros, comer carroña de otro animal, especialmente si es de su misma especie, incrementa la probabilidad de contraer patógenos que podrían hacer peligrar su vida.
Para este proyecto internacional, los investigadores monitorizaron y estudiaron 89 cadáveres de animales carnívoros y herbívoros de dos regiones distintas del Sureste de España, en las sierras de Espuña y Cazorla. Durante los meses de invierno de varios años entre 2005 y 2016 vigilaron a las especies con cámaras automáticas que se disparan al detectar movimiento para saber qué animales se acercaban a los cadáveres.
También se realizó un experimento de campo en el que trozos de carne de carnívoro y herbívoro, aparentemente idénticos, se dispusieron en distintos sectores de Sierra Espuña para comprobar si los animales carnívoros pueden «oler el riesgo». Esta información fue complementada mediante modelos matemáticos que simulan cómo evoluciona el comportamiento alimenticio cuando a hipotéticos animales carnívoros se les ofrece carroña de ambos tipos.
Los resultados obtenidos por esta investigación demuestran cómo a lo largo de la evolución, los carnívoros han «aprendido» a discriminar, probablemente por el olor, la carroña segura de la de riesgo.
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