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JOSÉ L. PIÑERO / CALAÑÉS
Domingo, 17 de junio 2018, 07:53
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Los agricultores están hartos, año tras año, de no cubrir gastos con los precios que les pagan por kilo de albaricoque, especialmente por la variedad búlida, destinada a la producción industrial. De hecho, muchos cultivadores de las comarcas de Río Mula y Noroeste, donde se concentra especialmente la producción regional, ni están recolectando la cosecha en esta campaña, que además es una de las de mayor volumen de los últimos años. Así que las fincas muestran una imagen desoladora con los árboles con muchas ramas quebradas por el peso de la fruta sin recoger y la tierra repleta de miles de albaricoques por los suelos.
La variedad búlida, de primera, ha pasado de pagarse a 57 céntimos de euro en 2017 a solo 20 o 30 céntimos en este año. Los fabricantes conserveros «juegan con nuestro trabajo y sacrificio», denuncia Francisco Guirado, agricultor muleño, quien advierte de que «no podemos seguir trabajando en la producción de albaricoque a estos precios. Nos están obligando a arrancar los árboles».
Una medida desesperada que se están planteando cientos de pequeños propietarios de municipios como Mula, Pliego, Cehegín, Bullas, Caravaca y Calasparra, entre otros.
En concreto, el precio del albaricoque ha bajado a la mitad con referencia al año pasado, incluso en algún caso hasta un 75%, como es el caso también de la variedad mirlo blanco, que ha pasado de 35 céntimos el kilo -clase segunda- el pasado año, a 8 céntimos en el presente. Unos precios que se conocieron el pasado 9 de junio, tal y como adelantó 'La Verdad' el pasado lunes, después de que los agricultores hubieran recolectado más del 60% de la cosecha sin tener la certeza del precio final que les iban a pagar. Del mimo modo, en la variedad murciana ha pasado en primera clase de 48 a 27 céntimos; y en segunda de 28 a 15 céntimos.
Abandono de explotaciones
Aunque es en el caso concreto de la citada variedad búlida, la más reconocida en el campo desde siempre, donde ha pasado de 57 a 30 céntimos en primera clase; y en cuanto a segunda, de 29 a 15 céntimos.
Los propietarios de albaricoqueros consideran que se debería intervenir desde la Administración en la búsqueda de una solución al problema para evitar el abandono de la explotación agrícola.
Solo la comarca de Río Mula produce, aproximadamente, unos 14 millones de kilos, de distintas variedades. La cooperativa Frucimu, de Mula, tiene previsto comercializar 7 millones de kilos; La Vega de Pliego, unos 3,2 millones; y el resto corresponde a las cooperativas Yefrut, de Yéchar-Mula, y Cobuco de Bullas.
En el caso de Cehegín, el albaricoque búlida, que durante décadas fue la principal fuente económica de la localidad, produciendo hasta 20 millones de kilos, ha visto cómo su producción se ha reducido hasta en un 80%, sustituyéndose por otras variedades más tempranas.
La desaparición de las fábricas que transformaban el búlida obligó al agricultor a talar muchas arboledas por falta de rentabilidad, y aunque se sustituyó por las nuevas gamas parece que ni así salen las cuentas.
Ante esta situación son muchos los que no están cogiendo la fruta, pudiendo observarse las ramas de los árboles cubiertas de albaricoques.
Tampoco ayuda el hecho de que con el mayor volumen de cosecha, el fruto es de menor calibre debido a que no se aclaró en su día, lo que condiciona que el fabricante considere casi toda la producción de segunda. Además, el pedrisco caído en algunas zonas dañó la producción para desesperación de los afectados.
Así que cuando el agricultor suma los costes de la faena - escardar, riego, sulfatar, abono, recolección y transporte-, lo que constata es que es imposible saldar en positivo con arreglo al precio de venta. Por lo que son muchos los cosecheros que este año prevén arrancar más árboles.
«Es imposible mantener los cultivos y producir con estos precios, ya que solo la recolección tiene un coste de 15 céntimos kilo, por lo que solo nos cubre el pago del salario de los jornaleros», se lamenta Guirado.
Los empleados agrícolas, la mayoría contratados a través de ETT (empresas de trabajo temporal), cobran 9,6 euros la hora y trabajan siete horas al día, por lo que el productor tiene que pagar 67,2 euros al día.
Por ello, a este agricultor de Mula le preocupa la actitud de los conserveros, por su «estrategia de esperar, a última hora o cuando se ha recolectado más de la mitad de la fruta para dar un precio exacto para la compra de albaricoque». Según él, «suponíamos que estaría entre 40 céntimos/kilo de primera y 20 en segunda»; sin embargo, «han esperado a que tengamos recolectado casi el 70% de la cosecha para poner los precios. Es muy injusto».
A esta coyuntura hay que sumar, que los frutales de los parajes muleños de Prao Negro, La Palma, Balate, Cañaíllas y Cagitán se vieron dañados por las tormentas de finales de abril y primeros de mayo, lo que supuso la pérdida del 30% de la cosecha, cerca de un millón y medio de kilos. Ante esta situación son mayoría los que están decididos a seguir los pasos de otros agricultores que arrancaron el arbolado de búlida para lanzarse a plantar limoneros.
Cooperativas preocupadas
El presidente de la cooperativa La Vega de Pliego, Martín Jiménez, subraya su «estupor» ante la bajada de precios en el albaricoque. Se muestra pesimista y cree que «este año ya no hay solución, y lo malo es que se ha dejado de recolectar más de un 20% de la cosecha, por lo menos en Pliego». Pero no solo se queda en el búlida el desplome, sino que, según Jiménez, «esta situación va a afectar también a la variedad Real», en la que se prevé una campaña de 150.000 kilos. De hecho, cree que «solo se podrá recolectar la mitad, que es de primera». Esta cooperativa tenía prevista una campaña de 400.000 kilos de búlida; sin embargo, ha recogido en torno a 300.000 kilos.
Por su parte, Frucimu, que tenía previsto comercializar unos dos millones de kilos de búlida, reconoce que solo entrará algo más de la mitad por la caída de los precios y la no recolección del albaricoque de segunda. «Un millón de kilos se han tirado al bancal y no se han recogido», contabiliza su presidente, Tomás Buitrago, quien añade que «es necesario regularizar el sector y ofrecer información al agricultor sobre qué es aconsejable cultivar en sus fincas para que la producción sea rentable».
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