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José Antonio Urrea. Javier Carrión / AGM
«Si Mozart estuviera vivo, seguro que incorporaría una batería a sus piezas»

«Si Mozart estuviera vivo, seguro que incorporaría una batería a sus piezas»

José Antonio Urrea Tárraga, batería de Red Fokker

Minerva Piñero

Miércoles, 6 de septiembre 2017, 07:52

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Desde que descubrió el rock durante la transición española, José Antonio Urrea ha manifestado su delirio por este género musical dotando de ritmo a diversas bandas durante más de cuatro décadas. Huyendo de las melodías comerciales y acompañado por tres músicos más, nació Red Fokker para homenajear al exitoso grupo español Barón Rojo. Después de dos años sumergido en el proyecto, su batería conoce de memoria la base rítmica de veinte canciones con las que transmite al público su joven y libre espíritu musical.

-¿Dejó crecer la característica larga melena rockera en algún momento de su carrera?

-Cuando la herencia genética me lo permitía, solía dejarme el pelo largo. Aunque no lo parezca era bastante cómoda y funcionaba como un metrónomo: cuando tocaba y movía la cabeza a cierto ritmo, el pelo me acompañaba y daba juego marcando el compás.

-De todas las bandas de rock que florecieron en los 80, ¿qué inclinó la balanza en favor de Barón Rojo?

-Al principio, nuestro objetivo era homenajear al rock español en general, tocar canciones de distintos grupos. Cuando empezamos a ver el material, nos dimos cuenta de que las únicas canciones que nos interesaban eran las melodías de Barón Rojo. Inconscientemente, llegamos a un punto en el que solo practicábamos creaciones de ellos. Red Fokker nació para homenajearlos, y, mientras que Fokker hace referencia al modelo de avión que derrumbó al histórico Barón Rojo en la Segunda Guerra Mundial, la palabra Red refleja el color de aquel modelo. Los músicos de Barón, mediante sus encantadoras letras, se convirtieron en profetas como Nostradamus. Componían canciones reivindicativas y vigentes.

-¿Vigentes?

-En los ochenta, cuando nacía un grupo de cuatro melenudos que pretendían transmitir con sus sutiles letras ciertas críticas que reflejaban los problemas de la sociedad, los altos poderes del gobierno no solían apoyarlo. Muchos de esos problemas que expresaban mediante metáforas aún perduran en la actualidad. En otros países donde el rock ha tenido más reconocimiento, como Inglaterra o América, las canciones eran más suaves, no como las de Barón Rojo. A veces, para vender más, se prefiere contar otro tipo de historias en las letras, como cuentos medievales. Quizá, si hubiesen sido anglosajones, hubieran conseguido la fama de Iron Maiden.

-Fue una época en la que también hizo mella la música pop.

-Sí, pero siempre me mantuve fiel al rock. Aunque pueden gustarte algunas canciones de pop, cuando descubres el rock no puedes abandonarlo. De hecho, el pop no es una música que me motive para tocarla, ya que la mayoría de canciones no poseen la riqueza melódica y armónica que presenta el género por el que siento pasión. Me gusta dar ritmo a las melodías que realmente se plasman en el pentagrama, no a las que solo tienen un ritmo pegadizo, como la famosa canción de Despacito.

-¿Qué calma a las fieras del rock antes de subir al escenario?

-Escuchamos un vals para tranquilizarnos y para sentir el contraste de ritmos antes de dar la primera nota. Salir al escenario es como jugar al fútbol: estás nervioso hasta que el árbitro pita, momento en el que tocas el primer compás. Este género, más tranquilo, no solo me gusta para prepararme en los conciertos, ya que en casa disfruto escuchando música clásica, como experimentan la gran mayoría de músicos que se dedican al rock y al heavy. La gente suele pensar que hacemos ruido, pero, si se parase a escuchar, se daría cuenta de que el rock puede ser interpretado hasta por las orquestas. Si Mozart estuviera vivo, seguro que incorporaría a sus piezas una batería a doble bombo.

-¿Se plantea Red Fokker crear sus propias letras?

-De momento, preferimos centrarnos en las de Barón Rojo, una banda de genios.

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