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José Antonio sujeta la cadena que han puesto los 'okupas' a la mansión que compró para sus tres hijos en Molina de Segura.
De Elvis a los Gipsy Kings

De Elvis a los Gipsy Kings

Una mansión inspirada en 'Graceland' por la que su dueño pagó más de 300.000 euros ha sido ocupada por un clan familiar

JORGE GARCÍA BADÍA

Domingo, 3 de julio 2016, 00:32

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La cadena metálica enrollada alrededor de la puerta de acceso a la mansión es la metáfora del nudo en el estómago con el que convive José Antonio y su familia desde que en agosto de 2015 unos 'okupas' tomaron posesión de este imponente inmueble, situado en la urbanización Los Vientos de Molina de Segura. «Siento impotencia», afirma con rotundidad mientras muestra a un equipo de 'La Verdad' el candado que le impide acceder a la propiedad en la que invirtió más de 300.000 euros.

La casa está inspirada en la mansión 'Graceland' que Elvis Presley levantó en Memphis (Tennessee). Su anterior propietario era fan del Rey del Rock, hasta tenía una foto de boda vestido como Elvis, y ordenó que levantasen dos imponentes columnas en el porche y una escalinata hollywoodiense para acceder a la primera planta. José Antonio -prefiere no dar su apellido- no ha tenido tiempo de disfrutar de ese fotograma de película porque tras formalizar la operación de compra la mansión y su parcela de más de 7.000 metros cuadrados fueron 'okupadas'. «Compré la propiedad porque era grande, para que mis tres hijos se construyeran una casa cada uno».

Sin embargo, ha terminado dando cobijo a quince miembros de un clan familiar. «Llamé a la Policía y cuando vinieron me dijeron que no podían hacer nada porque estaban dentro y necesitaban una orden judicial para desalojarlos». Además, los 'okupas' manejaban la legislación y espetaron a los agentes que iban con niños y por ese motivo tenían derecho a permanecer dos años en el casoplón.

Los vecinos de Los Vientos asistieron atónitos a la transformación de la mansión de Elvis en la villa de los Gipsy Kings, con las consecuencias que ello trajo consigo. «Nos quitaron el agua», denuncia Mamen, una vecina de la urbanización. La empresa Sercomosa les cortó el suministro de agua y luz a los 'okupas' porque no pagaban una sola factura, pero no estaban dispuestos a pasar el pasado verano sin disfrutar de la piscina de casi cincuenta metros que tiene la casa y supuestamente llenaron el vaso a cuenta de cuatro vecinos que se habían ido de vacaciones. «Nos encontramos con una factura de 600 euros», expone Mamen, una de las afectadas.

La cuenta que se encontraron por sorpresa los otros tres vecinos a la vuelta de sus vacaciones estivales no bajó de 300 euros.

Comunión 'a pajera'

No es el único gasto que soporta Mamen: «El tener gente viviendo gratis en la urbanización me cuesta 60 euros al mes, he tenido que poner alarmas». Aunque el mayor perjuicio económico es sin duda el de José Antonio, que en los últimos once meses ha pagado religiosamente la hipoteca para que otros disfruten de su mansión. Al principio, y viendo que ni Policía Local ni Nacional podían echar a sus 'inquilinos' sin orden judicial, optó por cambiar las cerraduras cada vez que se descuidaban, pero los 'okupas' ponían otras. «Era un gasto inútil de dinero». De hecho, hasta han arrancado los motores de las dos puertas correderas que tiene la vivienda y han colocado candados y cadenas de un grosor considerable.

«El interior de la casa estará convertido en un solar». Es lo que intuye el propietario al ver el jardín, convertido en un secarral, y el tramo de la valla al que le metieron fuego. Por la parcela hay esparcidos algunos de los tablones que los 'okupas' emplearon en mayo para celebrar 'a pajera' una comunión. «Pusieron tablones para montar mesas en la pista de tenis, colocaron globos, reunieron a más de 300 personas...».

Peleas de gallos

No solo han llevado a cabo celebraciones familiares, también fiestas con setenta personas y la pasada semana emplearon supuestamente la perrera que tiene la propiedad para organizar peleas ilegales de gallos. «Eso fue tremendo, montaron las peleas y luego dejaron dos gallos sueltos por el patio», detalla Mamen. El 'kikirikí' era incesante. «Cantaban noche y día, pasamos cinco días horrorosos. Al final se los llevaron porque íbamos a llamar al Seprona».

La situación está generando alarma social entre los residentes de Los Vientos, porque la urbanización cuenta con más de cincuenta chalés y algunos son utilizados como segunda residencia, por lo que pasan temporadas vacíos y temen un efecto llamada a más ocupaciones.

Algunos vecinos hacen guardia los fines de semana cuando aumenta la afluencia de 'público' en la villa de los Gipsy Kings. La Policía Nacional y Local ha incrementado la frecuencia de las patrullas por la zona. Pese a todo, residentes como Juan Carlos aseguran que «este año no nos marchamos de vacaciones porque pueden entrar a otra casa».

Es más, ya lo han intentado con el chalé número 72, que está pegado a la mansión, y al que accedieron saltando la valla. Su propietario evitó la ocupación poniendo rejas de acero en ventanas y puertas. Durante estos once meses, algunos residentes de Los Vientos se han dedicado a recabar información sobre los quince miembros de la familia 'okupa'. «Sabemos que tienen casa en Molina de Segura y que son mercaderos». No solo cuentan con los recursos económicos que les reporta su puesto de venta, también tienen pisos en el Barrio de San Antonio.

El deportivo en el garaje

Desde el exterior de la mansión se puede apreciar la presencia de vehículos estacionados en dos de los cinco garajes. Uno de ellos es un Seat Ibiza, color rojo, y el otro un BMW de alta gama, color gris. «Tienen la casa como residencia de verano», ironiza Juan Carlos. La situación es un calvario para José Antonio porque tiene que convivir con los 'okupas', ya que su casa se levanta a las espaldas de la mansión que compró para sus hijos. «Hasta llegaron a poner telas en la valla para tener intimidad», recuerda indignado. «Contraté a unos jardineros para que se las arrancasen desde la calle».

Durante el recorrido que hacemos por la vaya perimetral de la mansión, el equipo de 'La Verdad' se siente observado, todas las persianas están entreabiertas. En la piscina falta la barrera de acero inoxidable que separa el vaso adulto del infantil, la han arrancado y la han vendido a una chatarrería porque no tienen agua para llenarla, entre otros motivos porque siguen sin suministro y los vecinos de la zona están pendientes de que no les quiten agua.

«La ley no protege la propiedad privada sino la patada en la puerta. Las medidas cautelares no me las concedieron porque no es nuestra residencia habitual», critica José Antonio. «Desde agosto de 2015, el chalet y la parcela están ocupados por varias familias de etnia gitana, utilizándola como segunda vivienda, para celebraciones y eventos de fin de semana, todo ello sin autorización de los propietarios», recoge la denuncia que presentó ante la Policía Nacional y que ha motivado el juicio que en breve se celebrará en los juzgados de Molina. «Espero obtener una orden de desahucio».

Este vecino también enviará una carta al delegado del Gobierno, Antonio Sánchez-Solís, para relatarle su infierno y pedirle ayuda. «Están viviendo como reyes a nuestra cuenta», concluye José Antonio antes de despedirse y alejarse cabizbajo de la mansión que compró y que un día más ha observado al otro lado de la valla, desde la calle.

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