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Pepe Álvarez, en el Jardín de la Pólvora de Murcia, el pasado lunes. Vicente Vicéns / AGM
«Hay un malestar en el país que ha llegado a los pensionistas y las mujeres, y el siguiente colectivo que se va a sumar son los jóvenes»

«Hay un malestar en el país que ha llegado a los pensionistas y las mujeres, y el siguiente colectivo que se va a sumar son los jóvenes»

Pepe Álvarez, secretario general de UGT: «Mejorar las políticas sociales, la educación, la sanidad y las pensiones y bajar los impuestos es una ecuación imposible»

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Domingo, 4 de marzo 2018, 13:28

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Pepe Álvarez (1956, Belmonte de Miranda, Asturias) tiene un vínculo especial con Murcia, ya que el sindicato en la Región fue una de las primeras organizaciones territoriales que le apoyaron para dar el salto a la secretaría general de UGT, cargo en el que lleva ya dos años. Afable en el trato, es comedido, pero a la vez contundente, en sus críticas. Vaticina que a las movilizaciones de pensionistas y mujeres de estos días pronto se sumarán los jóvenes y cree que hay margen suficiente para subir las pensiones, y también para mejorar «los salarios de miseria que tenemos en nuestro país».

-De todas las recetas que se han oído en los últimos días para reducir la brecha salarial, ¿con cuál se queda usted?

-Las propuestas españolas no las conocemos todas, porque pasa algo bastante increíble con la nueva forma de hacer política, y es que, en un tema como este en el que seguramente tendremos algo que decir, no se nos pregunta mucho. La receta que más nos puede ayudar es la ley de Islandia, que prevé básicamente que las empresas tengan que demostrar con documentos que realmente entre un hombre y una mujer no hay diferencia salarial. Pero la brecha es mucho más. ¿Por qué en una empresa hay más mandos hombres que mujeres cuando hay más mujeres trabajando? Hace poco me comentaba en una asamblea una compañera de Dia que gana 756 euros al mes por una jornada completa, que cómo su marido iba a ser quien se encargara de la casa si gana tres veces más que ella. No tiene que ver solo con la formación, sino con que el mercado de trabajo mejor pagado está masculinizado en nuestro país. Queremos que el Día de la Mujer Trabajadora, el 8 de marzo, sirva también para visualizar algunos otros elementos del mundo del trabajo que hoy están presentes en la vida de las mujeres, por ejemplo el acoso, del que se habla muy poco pero que es una lacra que se ha de erradicar en nuestro país. Lo que el sindicalismo aporta este 8 de marzo es sobre todo visualizar integralmente cuál es la situación que tiene la mujer en el trabajo. La igualdad no es solo cosa de las mujeres, lo más importante es que se haga entre hombres y mujeres, porque esta lucha la vamos a ganar si se implican los hombres también.

-De la huelga convocada para el 8 de marzo se ha dicho en el PP que es de la élite feminista y la han calificado de frívola e irresponsable. ¿Qué opina?

-Me produce una profunda tristeza, porque eso nos aleja de la solución. El PP tiene que implicarse en la lucha por la igualdad, en la brecha salarial y en todas las cuestiones que afectan a las mujeres de nuestro país. Yo no he pedido a nadie que apoye las dos horas de huelga que haremos el 8 de marzo, pero descalificarlas con esos argumentos les aleja mucho de la realidad que vive nuestro país y ellos, que gobiernan en comunidades y en el Estado, sería bueno que se sumaran. También debo decir, por lo que yo conozco del PP, que no todas las personas comparten esa opinión, empezando por la propia ministra de Empleo.

Un largo recorrido

-¿Se pueden subir las pensiones más del 0,25% sin poner en riesgo el sistema?

-Por supuesto que sí, sin ninguna duda. España gasta de lo que produce poco más de un 10% en pensiones, Alemania gasta casi el 15% de su producto interior bruto. Eso demuestra que tenemos un largo recorrido. ¿Cómo? Pagamos 3.500 millones de euros en subvenciones a la contratación por las empresas que una parte muy importante es innecesaria. Las empresas contratan porque necesitan producir y tienen un producto que vender, no porque les subvencionen. Los costes de estructura de la Seguridad Social en España los pagamos los trabajadores con nuestras cuotas, mientras que en cualquier país de la UE va a cargo de la propia administración. Son 4.500 millones de euros más. El tope máximo de cotización de la Seguridad Social está en España en 46.000 euros, y en Francia está en 100.000 euros. Eso son 7.500 millones de euros más. Hay margen para obtener más recursos para pagar las pensiones. Pero, además, hay que subir los salarios, porque el problema fundamental de ingresos de la Seguridad Social son estos salarios de miseria que tenemos en nuestro país. Si ponemos en marcha, a través de la negociación colectiva, los salarios mínimos de convenio de mil euros, la recaudación de la Seguridad Social tendrá un incremento importantísimo. Y, finalmente, nosotros creemos que debe haber un impuesto finalista para la Seguridad Social. Los robots y las nuevas tecnologías tienen que pagar porque se están destruyendo decenas de miles de puestos de trabajo que no pueden engordar solo el beneficio de las empresas, sino que deben participar de los propios costes de la sociedad, y uno de ellos es la Seguridad Social. Ese es otro camino.

-El salario mínimo de los mil euros forma parte del paquete de propuestas que se está negociando con la CEOE. ¿Cómo está en estos momentos el diálogo con la patronal?

-Estamos hablando con la CEOE de otros temas. A nosotros y a la propia CEOE nos gustaría que el acuerdo no hablara solo de salarios, sino también de contratación, de salud laboral, de absentismo, que es algo que plantea la propia patronal. En los salarios todavía no hemos entrado a fondo. En España no hay ninguna razón objetiva para que un trabajador gane menos de mil euros en una actividad laboral. No se va a arruinar ninguna empresa. Algunas tienen beneficios insultantes, y esas nuevas riquezas que se están generando en el país, esos nuevos ricos que cada día lo son más, tienen que hacerlo más poco a poco y debemos repartir una parte de esa riqueza a través de los convenios colectivos. Los mil euros, además, van a afectar a aquellos sectores donde hay menos presencia sindical, más precariedad laboral, donde es mucho más difícil conseguir esta reivindicación, pero que son sectores que ahora tienen una salud de hierro ahora, como el turístico y del de servicios.

-Las mujeres y los pensionistas se han puesto últimamente a la vanguardia de la movilización social. ¿Los próximos pueden ser los jóvenes, otro de los colectivos más castigados por la crisis?

-Sería muy importante que pudieran ser los jóvenes. De hecho, la propuesta de los mil euros va dirigida principalmente a ellos. Es gente que, además, se siente menos representada por los sindicatos, porque estamos menos representados en su centro de trabajo y solo nos conocen a través de los medios de comunicación. Hay una acumulación de malestar en el país que ha llegado a los pensionistas, y lo han manifestado y está cogiendo cuerpo; ha llegado a las mujeres que padecen desigualdad en las pensiones, en el salario, en el tipo de contratación, y creo que efectivamente el siguiente colectivo que se va a sumar son los jóvenes porque también han llegado al convencimiento de que las cosas pueden mejorar.

-La unión de un padre trabajador pobre, a causa de los bajos salarios y la precariedad, y de un hijo sin expectativas, como consecuencia de la alta tasa de paro juvenil y de la temporalidad. ¿A dónde nos lleva?

-Hasta ahora eso lo ha ido soportando el abuelo con su pensión. Pero nos llevará al conflicto social en algunos casos a corto o medio plazo si no le ponemos remedio. Porque ese padre es posible que haya cotizado 35 o 40 años a la Seguridad Social, con cotizaciones altas, pero puede que en los últimos cinco años haya estado en el paro, y que cuando se vaya a jubilar tenga la sensación de que el Estado le ha timado, porque él había cotizado durante 35 años para tener una pensión digna y, como consecuencia de su situación laboral en los últimos años y la bajada de las cotizaciones, al final descubre que lo han dejado en una situación de miseria.

-¿Es compatible la subida de las pensiones y la mejora de los salarios con la nueva baja de los impuestos pactada por el PP y Ciudadanos?

-Por supuesto que no. A mí me parece que Ciudadanos es una aportación muy lesiva al bienestar de los ciudadanos y ciudadanas de este país. Si sumamos un gobierno, como es el del PP, que de por sí ya le cuesta mucho mantener el gasto público en políticas sociales, con la exigencia de Ciudadanos de recortar impuestos, la conclusión final es que bajan las políticas sociales, porque milagros no hace nadie y Ciudadanos no va a cuadrar las cuentas. Hay que exigir a los partidos que sean transparentes y claros, y no prometan cosas que son incompatibles; y mejorar las políticas sociales, el Estado del bienestar, la educación, la sanidad y las pensiones y bajar los impuestos es una ecuación imposible.

La 'mochila austriaca'

-Ciudadanos ha presentado recientemente una propuesta de contrato único. ¿Es la solución a la precariedad?

-No. A lo que nos lleva es a que todos seamos precarios. Eso es la 'mochila austriaca', que supondría rebajar el precio del despido de 20 a 8 días por año trabajado y hablan de un contrato único indefinido con una variante que es el contrato de formación. Tal y como lo ha planteado la CEOE, el contrato de formación se podría aplicar hasta a personas de 60 años. Eso es precarizar más las relaciones laborales. Me hubiera parecido muy razonable que el señor Rivera, antes de hacer una propuesta como esta, conociera cuál es la opinión de los sindicatos.

-¿No se han reunido con él?

-Sí, nos hemos reunido y le hemos explicado nuestra opinión sobre el contrato único. Cómo se puede decir en un país en el que tiene un peso tan importante en el empleo el sector turístico, que hay que ir a un contrato único. Eso se hace reduciendo la indemnización a ocho días por año trabajado, diga usted la verdad. Este país tiene temporeros en el sector agrícola porque los tomates y las naranjas se cosechan cuando se cosechan. ¿Por qué me compara con Austria o Dinamarca, donde el sector productivo fundamental es el industrial? Se lo hemos dicho, y me sorprende que no escuchen. Hasta me sorprende que cada poco cambien de opinión, porque llegaron a un acuerdo con el PSOE con un tipo de contrato, que nosotros no compartimos, hicieron otro con el PP, que tampoco compartimos, y ahora salen con la última versión. No me parece serio para un partido que quiere gobernar España.

-En la Región de Murcia se da una situación peculiar. Es una de las comunidades con los salarios más bajos, lo que implica pensiones bajas. Y en su economía tienen mucho peso sectores como la agricultura y los servicios, donde la contratación temporal es elevada, lo que conlleva, a su vez, bajos salarios. ¿Cómo se rompe esta dinámica?

-Con la calidad. Necesitamos subir la calidad del turismo. Tenemos que empezar a contar los turistas no por el número, sino por los recursos que dejan, y eso inmediatamente va a exigir profesionales más formados con sueldos más altos. Ese es el camino. Añadir valor a lo que producimos. Si no entramos en ese camino va a ser muy difícil que efectivamente las regiones del país que tienen una economía muy basada en el sector servicios y el sector primario puedan mejorar los salarios y, como consecuencia de ello, las pensiones. Es muy importante que se investigue y se trabaje para aportar valor añadido. Quien va a la Costa Azul está dispuesto a pagar lo que le pidan porque tiene calidad. Necesitamos mejorar la marca como país y hacer ese tránsito de la cantidad a la calidad. Los italianos vienen, nos compran el aceite, lo embotellan, le ponen 'made in Italia' y lo venden al doble de precio que el español porque ellos le dan un plus. Ahí tenemos un lar go recorrido que hacer, y con la agricultura de una manera muy especial.

Los efectos de la crisis

-A los sindicatos también les sacudió fuerte la crisis. ¿Están beneficiándose de la recuperación?

-Sí, nos sacudió mucho la crisis. Si el paro aumenta en 3 o 4 millones de personas en un periodo de tiempo tan corto, perdemos afiliados. Cuando un trabajador va al desempleo, una de las primeras cosas que hace es quitarse todo tipo de gastos, el del sindicato también. Tuvimos una bajada del número de afiliados como consecuencia de esa situación. Sufrimos un proceso de debilitamiento porque después de la reforma se protege menos a los delegados y delegadas de los trabajadores, por lo que hay menos personas dispuestas a presentarse a las elecciones sindicales. Y luego, el sindicato perdió mucho prestigio social. Nos vimos envueltos en algunos casos que, seguramente cuando pase un tiempo, veremos que lo que se publicó tiene poco que ver con la actuación del sindicato. De hecho, hace pocos días un juzgado de Sevilla archivaba el caso de uno de los ERE de Andalucía con una declaración de la jueza de que los sindicatos tuvieron un comportamiento ejemplar. Todo eso nos generó problemas y nos paralizó durante un tiempo. Por si fuera poco, nos embarcamos en conveniar parte de la gestión que debía hacer la administración de determinados asuntos para llevarla a cabo en nuestros locales, pero con la crisis la administración cortó esos convenios y nos quedamos colgados, con la responsabilidad de tener que responder a las demandas de muchos trabajadores que estaban trabajando para el sindicato en esos convenios y a los que hubo que indemnizar. Pero todo eso empieza a ser pasado. Hoy creo que volvemos a tener un discurso claro, los trabajadores nos empiezan a entender y me da la sensación de que, también por la propia ilusión y ganas de nuestros afiliados y delegados, estamos en un proceso de recuperación de la acción sindical. La gente de este país tiene que ser consciente de que sin sindicatos fuertes y con alternativas claras no vamos a poder recuperar los derechos que se perdieron durante la crisis.

-Las nuevas tecnologías están cambiando las relaciones laborales. ¿Están los sindicatos atentos a esa nueva situación o se ven un poco saturados y fuera de juego?

-Lo estamos atendiendo. El problema es que la irrupción de las nuevas tecnologías es múltiple, afecta a la cadena de producción de la Ford y también a una plataforma digital, y la solución no es la misma. En la Ford hay un sindicato que funciona y sabe lo que tiene que ver con la empresa... El problema está en las plataformas digitales. Nacen con una idea de economía colaborativa pero que es pura economía especulativa, porque ponen pocos medios, tienen poco coste económico para poner en marcha el proyecto y emplean a trabajadores que les obligan a darse de alta de autónomos, cuando en realidad realizan un trabajo por cuenta ajena cien por cien. Eso es volver a la situación laboral de principios del siglo pasado. Sobre este tema, que generalmente afecta a gente muy joven que no ha tenido una relación con el sindicato previa, tenemos una iniciativa en marcha que nos va a ayudar a sacar a estos trabajadores de la situación en la que están. Se trata de la Plataforma Sindical Digital, que está funcionando muy bien, con centenares de consultas diarias. La única solución es que las empresas digitales den de alta a los trabajadores y negocien un convenio colectivo.

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