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José Antonio Ruiz y Andrés Espinosa en el claustro desembalando el último mobiliario, ayer.
El sentimiento azul en un museo

El sentimiento azul en un museo

A solo cinco días de su apertura, el antiguo convento de San Francisco se prepara para su puesta de largo

A. SORIANO / P. WALS

Domingo, 24 de mayo 2015, 01:05

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Trascender lo más obvio. Ese ha sido el principal propósito del Museo Azul de la Semana Santa (Mass); conseguir no ser solo un espacio expositivo donde se muestren bordados. La intención es dar a conocer a través de distintos ángulos lo que es el Paso Azul como fenómeno, vivencia y riqueza. Dar a conocer lo que hay detrás de lo que la gente ve, de la puesta en escena que cada año se representa en los Desfiles Bíblico Pasionales de la Semana Santa, que no es más que el resultado del trabajo en la sombra de mucha gente, precisamente lo que el museo ha querido reflejar.

  • La sala de la Dolorosa.

  • Es uno de los espacios más significativos. En él se podrán contemplar piezas de orfebrería nunca antes expuestas al público del ajuar de la Virgen de los Dolores. En una atmósfera de recogimiento se mostrará el manto azul de Cayuela.

  • De los estandartes.

  • Un lugar excepcional, porque se podrán ver las cinco piezas declaradas Bien de Interés Cultural, una colección con un nivel artístico sobresaliente.

  • Del Cortejo.

  • El visitante podrá sentirse parte del Cortejo azul. Se recreará visualmente y con sonido el transcurrrir del Paso Azul por la carrera principal de la Semana Santa lorquina.

El Mass no es un museo de bordados, como podrá comprobar el visitante. No es precisamente esta técnica lo que más se resalta en él, sino todo el sentimiento azul en el que -por supuesto- el bordado ocupa un lugar principal. El trabajo de los directores artísticos, las bordadoras, las comisiones de caballos, de San Francisco, del entorno de la Virgen de los Dolores... todo el trabajo de los azules, con la mayor dignidad posible, se recoge en sus más de 3.500 metros cuadrados de exposición, que lo convierten en el museo más grande de la Región de Murcia.

El antiguo Hospital de San Juan de Dios ha sido objeto en los últimos meses de dos proyectos. El primero para recuperar el viejo inmueble y el segundo ha sido museológico, que han dirigido tres arquitectos, Roberto Ávalos, Javier Perera y Oscar Castro, de Lávila Arquitectos, que han sido los encargados de la restauración del monumento. «No es un museo propio de bordados. En sus espacios hemos querido contar otras cosas», argumenta Oscar Castro.

Los niños y mayores que lo visiten podrán «sentirse azules» probándose algunas de las indumentarias que son parte del Cortejo Azul. Y los historiadores podrán recorrer espacios perfectamente definidos para albergar documentos históricos que «hasta el momento no se habían mostrado nunca», cuenta Castro. El museo no tiene un recorrido lineal o cronológico, sino que se van entremezclando los espacios. «Aunque hay un recorrido sugerido, los visitantes podrán deambular por donde quieran y hacer su propio trayecto», explica uno de los arquitectos del proyecto museografíco.

A cinco días de su apertura, de su puesta de largo, Oscar Castro nos acerca a las zonas más significativas del Museo Azul de la Semana Santa. Una de las más importantes es la de la Virgen de los Dolores y su ajuar. «El visitante no verá lo principal, la Virgen, pero sí piezas de orfebrería que nunca antes se han puesto a la vista del público». En una atmósfera de recogimiento «se podrá contemplar el manto azul de Cayuela».

La sala donde se exponen los estandartes es «excepcional, porque se muestran cinco BIC. Ese espacio muestra una colección a un nivel artístico sobresaliente. Se podrá ver la evolución estilística», relata. Y en la planta baja se dedicará toda el espacio al Cortejo Azul. «Es lo más parecido a estar en la carrera. Es difícil trasladarlo a un museo, pero hemos intentado recrear esa visión a través del movimiento, del sonido».

Uno de los espacios cuenta con un baldaquino. «La lámina de acero está calada y muestra motivos ornamentales del manto negro de 1856 y del azul de Cayuela de 1905-1906. El visitante sentirá que desfila bajo la protección del manto de la Virgen de los Dolores». La iluminación, la temperatura... están estudiados para que sea la que cada pieza precisa», concluyó.

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