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Juan Carlos Izpisua, director de la Cátedra de Biología del Desarrollo de la UCAM, en una foto de archivo. Guillermo Carrión / AGM
Izpisua descubre una biomolécula que ayuda al sistema inmunológico a superar el cáncer

Izpisua descubre una biomolécula que ayuda al sistema inmunológico a superar el cáncer

La investigación, liderada por el director de la Cátedra de Biología del Desarrollo de la UCAM, podría suponer el punto de partida para el tratamiento de varios tipos de esta enfermedad

EFE

Madrid

Lunes, 18 de septiembre 2017, 18:00

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El sistema inmunológico tiene la capacidad natural de destruir todas las células anormales de nuestro organismo, incluidas las del cáncer, pero muchos tumores son capaces de evitar a las defensas del organismo y desarrollarse.

Ahora, una investigación liderada por el profesor del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk Institute for Biological Studies y director de la Cátedra de Biología del Desarrollo de la Universidad Católica de San Antonio de Murcia (UCAM), Juan Carlos Izpisua, ha descubierto que actuando sobre unas pequeñas moléculas de ARN denominadas microRNAS, se desactiva la protección que ciertos tipos de cáncer tienen frente al sistema inmunológico.

Este descubrimiento podría suponer el punto de partida para el tratamiento de varios tipos de cáncer.

El estudio, publicado este lunes en 'Nature Cell Biology', revela que ciertos tipos de cáncer sobreviven a la respuesta inmune natural del cuerpo gracias a dos moléculas reguladoras de la expresión de genes implicadas en la alteración de las rutas de señalización celular dentro de las células tumorales.

«La respuesta inmunológica que se produce durante el desarrollo tumoral frena el desarrollo del tumor», explica Izpisua en un comunicado, pero «las células cancerosas encuentran una manera de evadir tal proceso, limitando el efecto de esta respuesta inmune antitumoral», agrega.

Los tumores a menudo crecen tan rápido que no disponen de la sangre suficiente en el tejido, creando un ambiente en el que falta oxígeno (hipoxia). En estas condiciones, las células cancerosas comienzan a autodestruirse, salvo en algunos tipos de cáncer, en los que se vio que el microambiente privado de oxígeno que rodea al tumor lo protege frente al sistema inmune.

«Nuestros resultados revelan cómo las células cancerosas, en condiciones pobres de oxígeno, escapan de la respuesta del sistema inmune mediante la activación de unas cascadas de señalización celular en las que intervienen microRNAs», señala Izpisua.

Los microRNAs son pequeñas moléculas de ARN no codificantes que regulan la expresión de los genes mediante el silenciamiento de ARN. Cada vez más se sabe que están implicados en la supervivencia y progresión de los tumores.

Para entender mejor la conexión entre los microRNAs y la supervivencia del tumor, los investigadores estudiaron los niveles de microRNAs en diferentes tipos de tumores e identificaron dos microRNAs -miR25 y miR93- cuyos niveles aumentaron en los tumores hipóxicos.

El equipo investigador determinó los niveles de esos dos microRNAs en los tumores de 148 pacientes de cáncer y hallaron que los tumores con altos niveles de miR25 y miR93 estaban directamente relacionados con un peor pronóstico de los pacientes comparado con tumores con bajos niveles de estos miRNA. Sin embargo, para la molécula cGAS, los resultados eran opuestos: a menor concentración de cGAS en el tumor, peor pronóstico.

Investigaciones previas hechas por otros científicos demostraron que cGAS actúa como una alarma para el sistema inmunológico; la detección de la presencia de ADN mitocondrial en el entorno celular actúa como señal de daño en los tejidos, activando la respuesta del sistema inmunológico.

«Teniendo en cuenta estos resultados, nos preguntamos si estas dos moléculas de microRNA, miR25 y miR93, podrían estar disminuyendo los niveles de cGAS, creando así un escudo de protección inmunitaria para el tumor», comenta Min-Zu (Michael) Wu, primer autor del trabajo e investigador asociado en el laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk y en la UCAM.

La hipótesis fue confirmada mediante nuevos experimentos y usando modelos de ratón y muestras de tejido humano.

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