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Cuando en una novela incluyes algún suceso real porque este te ha llamado la atención, los lectores suelen darte el toque porque dicen que resulta demasiado increíble. Y es que, a lo largo de tantos años en esto de contar historias, he comprobado que la realidad supera a la ficción. Con creces.

Agárralo como puedas. Desde que falleció Leslie Nielsen -¡qué solos nos dejaste, amigo!- no había vuelto a ver nada como esto. Me río como un tonto con estas comedias de los hermanos Zucker y había arrojado ya la toalla ante la inexistente posibilidad de volver a ver nada parecido. Pero, amigos, lo he visto, y además en la vida real. La ópera bufa en que se ha convertido esto del ‘procés’ nos ha deparado imágenes y ocurrencias que no vemos ni en la mejor ‘sitcom’ americana.

La lista de despropósitos es interminable. Tras el extraño modelo autonómico desarrollado en la Transición, se esforzaron en vendernos a los ‘pringaos’, a las comunidades de segunda, que «los catalanes eran serios, más trabajadores y más europeos». Crecí creyendo este axioma a pies juntillas y, ojo, esconde un argumento de cierto tonillo filofascista y, a qué no decirlo, xenófobo, porque lo que se deducía de esta línea de pensamiento era que los otros 40 millones no éramos serios, ni europeos ni trabajadores. Este último mes ese axioma ha volado por los aires. Solo echando un vistazo a Twitter en los últimos días nos encontramos con cosas como ese grillado de la ANC que da conferencias en las que Teresa de Jesús es catalana, o aquella histérica que denunciaba que le habían roto los dedos de la mano que ni le tocaron. Hemos vivido más noticias surrealistas como la del día en que Otegui se mosqueó porque no le invitaban a un acto para homenajear a empresarios asesinados por ETA y acabamos de saber que Tardá y Rufián, pese a pertenecer a una «república independiente», siguen cobrando del Congreso para defender a ¡Valencia y Baleares! La lista de paridas se acerca al esperpento: dos perros fueron expulsados de una competición canina porque ¡fueron policías!, y hemos asistido alucinados al ridículo de un conseller que acudió a trabajar, resistiendo como un campeón, cuando su jefe, Puigdemont, ya se había pirado a Bélgica. Lógicamente a las 10 de la mañana ya se había ido del despacho a instancia de los Mossos, y en taxi, porque ya no tiene ni escolta ni coche oficial.

Tom Puigdemont. Y es que el delirio de este chico no tiene límite. Está viviendo una ‘peli’ de espías, a lo ‘Misión Imposible’, pero no es Tom, ni Cruise, ni es espía. Es un pobre hombre. Les invito, como muestra, que lean lo que hizo el 1 de octubre: el tipo, para votar, ayudado por su corte de aduladores, preparó en una nave cinco vehículos como el suyo. Quiero hacer notar que este pavo debe de ir en un coche de lujo y blindado, así que, reunir 5 coches así no debió ser, precisamente, barato. De la nave salieron los 5 vehículos idénticos en 5 direcciones distintas. ¡Qué pasada! ¿Verdad? El helicóptero de la Policía, aún así, seguía al suyo. En un túnel, Puchi y su mujer cambiaron de carro dejando los teléfonos en el anterior, y así despistaron a la ‘pasma’. Buaasss. Mola, ¿no? El nivel de locura es alucinante. Bueno, el de Puchi y el millón y medio de tíos cuyo delirio autoinducido será objeto de estudio en el futuro en tratados de psiquiatría. Este pavo está viviendo una auténtica ‘peli’ de espías gastándose un pastizal en sus jueguecitos. Se siente grande, como Tom Cruise, pero es un pringao. ¿No sería mejor pagarle un buen blu-ray y que vea pelis en casa? Ese dinero, en lugar de ir a mamografías, escuelas o personas dependientes, se gasta en que este mindundi viva su aventura ficticia.

Ridículo internacional. Los detalles de su viaje a Bruselas pasando por Marsella son la risa. Los dos agentes del CNI que seguían a la comitiva debieron ‘escojonarse’. Es un tipo cuya mujer, ciudadana rumana que se dice bruja, le mete talismanes en los bolsillos y le predijo que llegaría lejos. La prensa internacional se rula con este cagueta que proclama la independencia y sale por patas. Valle-Inclán no hubiera ideado algo así. Ha reinventado el esperpento. ¿Se imaginan que hubiera sido de Israel, de Estados Unidos o de Inglaterra, si Moisés, Washington o Churchill hubieran sido así? A este tío lo ficha Netflix, fijo.

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