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RUBÉN SERRANO
CARTAGENA
Jueves, 15 de marzo 2018, 04:11
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«¡Asesino, sinvergüenza!». Los gritos que se escucharon ayer en los pasillos de la Sección 5ª de la Audiencia Provincial, en Cartagena, obligaron a emplearse a fondo al personal de seguridad para evitar una pelea entre personas de etnia gitana. En concreto, mediaron para impedir que los familiares de Rafael Javier C. S., el hombre que en marzo de 2008 recibió cuatro balazos en la puerta de su casa, en Santiago de la Ribera, llegaran a las manos con Antonio S. H., sobrino de este y acusado de dispararle a bocajarro. La víctima tardó 248 días en recuperarse y ambas partes estaban citadas para el juicio, visto para sentencia.
La abogada del acusado también recibió los improperios de los familiares antes de entrar a la sala. «Como te pagan, dices que él no ha sido; todo el barrio sabe que fue él», le soltó uno de ellos. Los hechos a los que fueron citados se remontan al 25 de marzo de 2008, en una vivienda del barrio de Los Pozuelos. Aquella noche, a las once, Antonio, conocido como 'El Patarra', se dirigió presuntamente a la casa de su tío con otras tres personas: el consuegro del herido, Ramón S. H., alias 'El Rayas'; el hermano de este, José S. H., 'El Bolo', y su hijo 'El Chato', Ramón S. J.
Los acompañantes fueron enviados a prisión esa misma semana, a pesar de que negaron haber estado esa noche en el lugar del tiroteo. Posteriormente, en cambio, quedaron exculpados. La Fiscalía sostiene que Antonio realizó «varios disparos» a Rafael, causándole heridas en la lengua, el cuello, el costado y la pierna. Pide penas que suman dieciséis años por los delitos de asesinato en grado de tentativa y tenencia ilícita de armas.
Una vez dentro de la sala, delante del juez, 'El Patarra' aseguró que «es todo mentira», y sostuvo que «es más mentira todavía» que apretara el gatillo de la pistola con la intención de acabar con la vida de Rafael. Los tres acusados que quedaron absueltos testificaron por videoconferencia desde Roquetas de Mar, donde se mudaron a raíz del tiroteo, y secundaron la versión de los hechos de Antonio. «Nos amenazaron de muerte y quemaron la casa de mis padres [tras el suceso], los coches, las motos y hasta los animales», exclamó el acusado.
También respondieron a las preguntas la víctima, que confesó ir bebida aquel día, su mujer y su hija, que abandonó la sala llamando «asesino» y «desgraciado» a Antonio. La fiscal mantuvo la acusación y la defensa se remitió a una sentencia en firme de 2013, y a un informe de la Guardia Civil que determinó que las huellas del arma correspondían a un hombre de nacionalidad rumana. La letrada también incidió en las "contradicciones" de la familia de la víctima y en la "poca fiabilidad" de los relatos. La acusación particular se retiró antes del inicio de la sesión.
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