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Martes, 31 de octubre 2017, 02:25
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La familia de Manuel V., el vecino del barrio murciano de Espinardo cuyo cadáver apareció en su casa el pasado agosto atado con bridas y tapado con una sábana, clama justicia. «No quiero venganza. Quiero justicia para que su muerte no quede impune», recalca uno de sus hermanos, R.V., en una carta remitida a 'La Verdad'.
La titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Murcia, que lleva el caso, dictó la pasada semana una orden de búsqueda y captura contra un joven letón, principal sospechoso de esta muerte. Tal y como ya informó este diario, la juez decidió sacar al sospechoso de prisión a principios de mes ante la inconsistencia de los resultados del informe forense que no es capaz de determinar la causa de la muerte -si fue o no violenta- dado el avanzado estado de descomposición en que se hallaba el cuerpo. La magistrada le retiró, sin embargo, el pasaporte y le obligó a comparecer periódicamente en el juzgado.
El procesado, sin embargo, no se presentó a sus citaciones en el juzgado ni acudió a la reconstrucción del crimen que la Policía llevó a cabo, motivo por el cual la juez dictó la orden de búsqueda y captura. Los familiares del difunto, que están personados como acusación particular, alaban el trabajo realizado por el Cuerpo Nacional de Policía y critican la decisión de la juez. «Había suficientes indicios para mantenerlo en la cárcel», explica su hermano. «Tenía en su poder diversos objetos de Manuel e incluso las llaves de su casa». Reclaman que realicen las indagaciones necesarias para dar con el joven letón.
El cadáver de este vecino de Espinardo fue descubierto a finales de agosto después de que los residentes alertasen de que goteaba desde el balcón de su vivienda un líquido que inicialmente se pensó que era sangre, pero que, en realidad, provenía de la descomposición del propio cuerpo. Según precisaron fuentes ligadas al caso, el cadáver no presentaba heridas de bala, ni de arma blanca, pero estaba maniatado -de manos y piernas con bridas- y envuelto en una manta.
En los días previos al crimen, según la familia, el fallecido había alojado al joven letón y a su compañera en su vivienda. Manuel V. era un habitual del 'couchsourfing', un sistema de intercambio de alojamientos -normalmente sofás- en casas de gente no conocida previamente y contactada a través de internet. «Él solía viajar en verano a Letonia, Estonia... de esta manera», explica su familia, que sospecha que el procesado podría haber aprovechado que el ahora difunto le abrió su casa para robarle.
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