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Imagen del Mar Menor en las inmediaciones del club náutico de Los Nietos. J.M. Rodríguez / AGM
Así están los espacios naturales de la Región

Así están los espacios naturales de la Región

En el Día Mundial del Medio Ambiente, analizamos qué áreas se encuentran en mayor peligro o soportan más agresiones y cuáles permanecen menos alteradas o tienen un mejor trabajo de conservación

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Martes, 5 de junio 2018, 01:55

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Llega el 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente. La Organización de las Naciones Unidas marcó en verde esta fecha como momento idóneo para hacer examen de conciencia ecológica y escrutar cómo está el debe en las cuentas que nos llevamos con la 'madre tierra'. Es por tanto, también, una ocasión de carácter simbólico para ahondar en la sensibilización de la población y para dar los correspondientes tirones de orejas a las administraciones y autoridades por su gestión y protección de los espacios naturales.

En la Región de Murcia es tremendamente recurrente asociar la expresión 'problema ambiental' a la situación del Mar Menor. Su idiosincrasia, su estrecha relación con sectores de la economía regional y el sentimiento de identificación y pertenencia que suscita en buena parte de los ciudadanos de la Región invita a rasgarse las vestiduras con solo escuchar el nombre de la laguna salada. «Es innegable que el Mar Menor tiene problemas de origen diverso: vertidos procedentes de la actividad agrícola, la presencia de puertos deportivos, presentes y futuros, la pérdida de playas a causa del urbanismo...», explica Pedro García, director de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE).

Sin embargo, las organizaciones ecologistas recuerdan que, pese a que su situación es «simbólica», este no es el único ecosistema de la comunidad amenazado y que hay otras joyas ambientales que también requieren de un mayor trabajo de conservación. Así, ¿qué espacios naturales se encuentran, por tanto, en mayor peligro o soportan más agresiones y cuáles permanecen menos alterados? Para Rubén Vives, uno de los portavoces de Ecologistas en Acción, buena parte de los Espacios Naturales Protegidos de la Región, declarados por la ley 4/1992, suspenden en su gestión, la cual depende principalmente de la Comunidad Autónoma.

Tres son para él las amenazas que se ciernen particularmente sobre estos entornos y sobre el medio natural de toda la Región. La primera, la presión que ejerce, en algunos casos, la cercanía de las grandes ciudades, circunstancia que los convierte en «jardines» y lugares de esparcimiento para sus poblaciones. «La gente lo pisa todo, deja basura, se mete con el coche, incluso a veces por sitios que no se debe...», expone. La segunda tiene que ver con la agricultura intensiva y con unas plantaciones, de regadío o secano, que le van comiendo el terreno poco a poco a los parajes naturales, amén de otras distorsiones como la sobreexplotación de pozos y acuíferos y la contaminación por nitratos. Cultivos ilegales que, según precisa Vives, reciben sucesivas amnistías por parte de las administraciones públicas. La tercera es lo que él denomina «indisciplina urbanística». «Aquí construye todo el mundo y en todos sitios: huertas tradicionales, secano costa, sierra, espacios protegidos... y claro, luego se demandan servicios como suministro de agua, luz y un camino asfaltado hasta casa». Si unimos la contaminación generada por el tráfico rodado de las grandes ciudades y por las zonas industriales, se logra un cóctel con una importante resaca de insostenibilidad.

Espacios naturales y entornos especialmente amenazados

Tomando la temperatura a cada espacio en particular, se puede concluir que bastante afectados por la primera problemática, la de la presión turística, se encuentran el Paisaje Protegido de Cuatro Calas -muy circunscrita a los meses de verano- y el Parque regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar. Este último, subraya Vives, también se ha visto agredido por la ampliación del puerto, que ha traído consigo la regresión de la playa de la Llana que y se va a «acabar comiendo hasta las salinas».

Paisaje Protegido de Cuatro Calas.
Paisaje Protegido de Cuatro Calas. G. Carrión / AGM

La segunda amenaza incide más en la conservación del Parque Regional de Cabo Cope y Puntas de Calnegre, que sigue sin Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN). «Aquí la Ley del Suelo solucionó el problema urbanístico, pero los regadíos de lechugas han destruido alrededor de la mitad de este paisaje, especialmente en la parte bajo gestión de la Comunidad». Vives precisa así que el área bajo protección de la Unión Europea y la Red Natura Cabo Cope y Lomo de Bas goza de un mayor respeto.

Cabo Cope.
Cabo Cope. Sonia M. Lario

La roturación de terrenos también se ha cobrado en los últimos 25 años buena parte de los espacios de los Saladares del Guadalentín y al Paisaje Protegido del Humedal de Ajauque y Rambla Salada, que han perdido entre una cuarta y una quinta parte de su ya de por sí pequeña extensión, subrayan desde Ecologistas en Acción. Pero en este caso, la presión urbanística también tiene una influencia importante en su degradación. «Pierden un trozo cada dos por tres porque se construye algún elemento, isleta, carretera o infraestructura», lamenta Vives .

1. Paisaje protegido de Rambla Salada. 2 y 3. Saladares del Guadalentín. J. Serrano / J.A. López
Imagen principal - 1. Paisaje protegido de Rambla Salada. 2 y 3. Saladares del Guadalentín.
Imagen secundaria 1 - 1. Paisaje protegido de Rambla Salada. 2 y 3. Saladares del Guadalentín.
Imagen secundaria 2 - 1. Paisaje protegido de Rambla Salada. 2 y 3. Saladares del Guadalentín.

En este repaso por los entornos naturales más castigados de la Región, y fuera de los espacios protegidos de la red ordinaria, se enmarcan varias zonas dañadas por la actividad económica o industrial, como el Valle de Escombreras, afectado por una importante contaminación atmosférica. «Pese a la adaptación normativa, el propio Ministerio reconoce la superación en la zona de los umbrales de emisiones, problemática a la que contribuye la presencia del vertedero de residuos peligrosos de Befesa y cuyo cierre ya se ordenó por incumplimiento de la legislación medioambiental», explica García.

La presencia de otro vertedero, el de Proambiente, en Abanilla, ha generado un reseñable problema de contaminación difusa por lixiviados en la zona próxima a La Murada. Directa es en cambio la contaminación por metales pesados que padece la Sierra Minera de Cartagena y La Unión. También incide en el paisaje, en la biodiversidad y en las aguas subterráneas la actividad industrial asociada a las canteras, que es posible encontrar en zonas de Carrascoy, Alhama de Murcia, Caravaca de la Cruz, Cehegín y Abanilla, recuerda García. El director de ANSE tampoco se olvida de la sobreexplotación de acuíferos y pozos de sequía que soportan varios puntos del Noroeste y particularmente la zona del Sinclinal de Calasparra.

1. Bahía de Portmán. 2. Valle de Escombreras. 3. Restauración de la zona del antiguo vertedero de Proambiente. P. sánchez / A. Gil / J. Carrión
Imagen principal - 1. Bahía de Portmán. 2. Valle de Escombreras. 3. Restauración de la zona del antiguo vertedero de Proambiente.
Imagen secundaria 1 - 1. Bahía de Portmán. 2. Valle de Escombreras. 3. Restauración de la zona del antiguo vertedero de Proambiente.
Imagen secundaria 2 - 1. Bahía de Portmán. 2. Valle de Escombreras. 3. Restauración de la zona del antiguo vertedero de Proambiente.

Entornos bien conservados, pero con problemas puntuales y pendientes de mejora

Los espacios anteriores encabezan el 'ranking' de las áreas más amenazadas medioambientalmente de la Región. Sin embargo, hay otro grupo de entornos que conforman una zona difusa, cargada de problemas puntuales, pero que en general presentan un buen estado de conservación gracias a su gran tamaño, que les permite diluir la presión turística. Dentro de la Red Ordinaria de Espacios Protegidos, es el caso del Parque Regional de Carrascoy y el Valle, de casi 100.000 hectáreas, y que tiene una parte con un gran uso intensivo lúdico y recreativo (senderismo, bicis de montaña, 'running', tráfico, basuras, infraestructuras de uso público...).

Parque Regional de Carrascoy y el Valle.
Parque Regional de Carrascoy y el Valle. G. Carrión / AGM

La misma problemática afecta a la joya de la corona de la red, Sierra Espuña. «Su extensión favorece su conservación global y es, además, donde hay más guardería forestal y más infraestructuras necesarias; incluso se han comprado fincas recientemente», señala Vives. El portavoz de Ecologistas en acción remarca, asimismo, que es uno de los espacios naturales en los que se ha invertido más dinero, frente a las inversiones escasas realizadas en otras áreas. Pedro García, considera, a pesar de ello, que su gestión «no es modélica» y tiene «más propaganda, que hechos», máxime teniendo en cuenta el dinero desembolsado. Para él, es especialmente reseñable la mala gestión que se ha hecho sobre el tema del arrui, «especie invasora que contribuye a la destrucción de la flora autóctona y que debería ser erradicada por completo».

Un grupo de arruis en Sierra Espuña.
Un grupo de arruis en Sierra Espuña. Eusebio Navarro

Tampoco se escapa de estos inconvenientes el Parque regional de Calblanque, con una gran afluencia en sus playas, el uso de caminos, regadíos en su entrada y la presencia de alguna construcción ilegal. Sin embargo, «y aunque insuficientes, la medidas de conservación adoptadas, como la regulación del tráfico, tienen un alto valor simbólico», valora García. Fuera de la red protegida del 92, también se está tratando de regular la afluencia en parajes como el del Salto del Usero, que como el entorno del río Chícamo, registra puntualmente un exceso de público.

Playa de Calblanque.
Playa de Calblanque. P. Sánchez

Se incluye en esta zona gris la Sierra de Columbares, que se encuentra bajo la protección de una figura como la ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves) y cuyas más de 20.000 hectáreas de extensión amortiguan los conflictos con el urbanismo y los regadíos ilegales.

Panorámica de la sierra de Columbares.
Panorámica de la sierra de Columbares. M.A. Ruiz

Controvertida es la valoración que las organizaciones ecologistas realizan del estado del río Segura y su entorno. Las sensaciones son positivas, porque siempre hay que tener en cuenta de dónde se viene y los años oscuros que atravesó. Pero sigue soportando, no obstante algunos problemas derivados de vertidos y de contaminación orgánica y por nitratos -muy inferiores a los de hace algunas décadas- y de que el río, más que un río, es «ahora un canal». Pedro García considera que «el reto es que el cauce recupere un caudal adecuado, para que cumpla ciertas funciones ambientales». Rubén Vives remarca, por otra parte, la aún baja densidad del bosque de ribera y que las aguas continentales de la Región están infestadas de especies invasoras como galápagos exóticos, cangrejos de río, la perca americana, la carpa, almeja asiática y el caracol manzana, que acaban con la fauna y la flora autóctonas.

A pesar de todo, Pedro García, valora actuaciones como la construcción de escalas de peces, los trabajos para la eliminación de especies exóticas, como la caña, y los trabajos de recuperación en algunas zonas del bosques de ribera, tanto en la zona del cañón de Almadenes, entre Cieza y Calasparra, -asociadas al proyecto Life Segura Riverlink-, como entre Murcia y Calasparra, que se ha ido repoblando con más de 2.500 árboles en toda la zona del corredor del río.

'Rafting' en el cañon de Almadenes.
'Rafting' en el cañon de Almadenes. J. Carrión / AGM

Áreas protegidas con valoración positiva sobre su estado de conservación

Pero si hay bastantes de cal, tampoco faltan unas cuantas de arena. No todos los espacios naturales de la Región presentan, por tanto, un nivel de castigo denunciable y sí un estado de conservación, al menos, reseñable. Unos, gracias al trabajo de protección de las administraciones; otros, por mor de la baja presión humana, al encontrarse bastante alejados de los núcleos urbanos más importantes y ser fundamentalmente de titularidad pública. Ejemplo de esta última casuística es la situación del Parque Regional del Carche, la Sierra de Salinas, el Parque Regional de la Sierra de la Pila, la Sierra de Ricote, la Sierra de Revolcadores y la Sierra de Mojantes. No se realizan grandes inversiones en ellos -alguna poda, algún cartel-, destaca Vives, pero «se preservan prácticamente solos», dado su pequeño uso público -algo de senderismo- y su ubicación en comarcas de baja densidad poblacional. «Su principal riesgo son los incendios», añade.

1. Parque Regional del Carche. 2. Sierra de Salinas. 3. Parque Regional de la Sierra de la Pila. G. Carrión / M.A. Ruiz
Imagen principal - 1. Parque Regional del Carche. 2. Sierra de Salinas. 3. Parque Regional de la Sierra de la Pila.
Imagen secundaria 1 - 1. Parque Regional del Carche. 2. Sierra de Salinas. 3. Parque Regional de la Sierra de la Pila.
Imagen secundaria 2 - 1. Parque Regional del Carche. 2. Sierra de Salinas. 3. Parque Regional de la Sierra de la Pila.

Por lo que respecta a aquellas zonas que cuentan con un trabajo destacable de las administraciones, ANSE apunta a varias ZEPA, como de las Estepas de Yecla, donde la pérdida de las poblaciones de aves esteparias, especialmente afectadas por una agricultura intensiva, se están intentando contrarrestar con medidas que favorezcan su recuperación en un futuro. También aplaude la labor en las ZEPA de rapaces de las sierras interiores de Lorca, Caravaca y Moratalla, que están viendo el aumento de la población de especies como el buitre leonado, y que se van a ver beneficiadas con medidas como la autorización de la administración para el abandono de carroña y cadáveres de ganado.

ZEPA de las Estepas de Yecla.
ZEPA de las Estepas de Yecla. A. Alonso

Fuera del Mar Menor, el trabajo en el medio marino obtiene un importante reconocimiento por parte de ANSE, especialmente en lo que toca a las reservas marinas de Cabo Tiñoso-Azohía y Cabo de Palos-Islas Hormigas. Para García, «es de reseñar la declaración de espacio protegido de la primera y las mejoras en la gestión de ambas». También García alaba la «la mejora en su sensibilización del sector pesquero, cada vez más responsable y con mayor predisposición a reconocer la necesidad de la protección y la conservación de los espacios, la cual es, además, positiva para su actividad». «Hay así un cambio de actitud muy grande respecto a lo que ocurrió en su día en Cabo de Palos, y ahora los pescadores están de acuerdo con las pocas medidas que se están implantando, como una mayor vigilancia y el establecimiento de boyas de fondeo para reducir el impacto sobre los fondos».

1 y 2. Cabo Tiñoso-Azohía y Cabo de Palos-Islas Hormigas. 3. Cabo Tiñoso-Azohía. Efe / J.J. Guillén / Sergi Pérez
Imagen principal - 1 y 2. Cabo Tiñoso-Azohía y Cabo de Palos-Islas Hormigas. 3. Cabo Tiñoso-Azohía.
Imagen secundaria 1 - 1 y 2. Cabo Tiñoso-Azohía y Cabo de Palos-Islas Hormigas. 3. Cabo Tiñoso-Azohía.
Imagen secundaria 2 - 1 y 2. Cabo Tiñoso-Azohía y Cabo de Palos-Islas Hormigas. 3. Cabo Tiñoso-Azohía.

En lo que toca a las aguas abiertas, de gestión ministerial, García pone el foco en la Zona Especial de Conservación Valle Submarino del Escarpe de Mazarrón, que abarca toda la costa sur de la Región de Murcia, desde Cabo de Palos a Águilas. «Es una de las zonas más grandes de conservación por la normativa comunitaria en la costa española y tiene ya aprobado el plan de gestión del Ministerio de Medio Ambiente», concluye.

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