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Un error de apreciación

Demasiado perro ·

Han perdido, midieron mal, lo saben y les da igual. A esto llevan los políticos poco preparados, al harakiri

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Martes, 3 de abril 2018, 01:13

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Cuando uno planea un asalto al poder, sea un golpe de estado, una revolución o dar el vuelco en el congreso de un partido, ha de medir muy bien las fuerzas de que dispone. La historia aparece jalonada de fracasos provocados por la precipitación, la falta de realismo a la hora de dar el salto que, si no te lleva a la otra orilla, acaba en catástrofe. Algo así ha ocurrido con el independentismo catalán, que se estrelló por no medir bien y ahora pretende hundir a toda la sociedad catalana en una especie de harakiri o secuencia de autodestrucción que amenaza con asolarlo todo.

El nivel, siempre el nivel. No me canso de denunciar el bajo nivel profesional y formativo de nuestra clase política. Al caso Cifuentes me remito. Ellos saben que son flojos e intentan, de cara a la galería, adornarse con diplomas, másteres y publicaciones que no son suyas. Todos conocemos casos de impresionantes mejoras en la formación de políticos regionales que coinciden -qué casualidad- con su etapa más ocupada como gestores de la cosa pública. Ahí queda para los anales la extrema fecundidad investigadora de Cámara durante sus años como alcalde en que debía acudir al laboratorio de madrugada para moverse, como científico insomne, entre tubos de ensayo y probetas. Y este bajo nivel al que hago referencia ha sido la causa del fiasco independentista, pues estos tipos que parecían tan sobrados y pagados de sí mi mismos, no supieron medir que el salto quedaba grande.

Europa. Este fue sin duda el error garrafal que les ha arrastrado a la catástrofe. Ese y pensar que el Estado español era tan débil como ellos creían. Pensaban que, tras la proclamación de la independencia, los reconocimientos internacionales caerían uno tras otro. No repararon en que solo leyendo la historia reciente del viejo continente y repasando el asunto del Brexit, podían haber previsto que a Europa lo último que le interesaba era un movidón nacionalista de estas características. En cuanto se vio que iban fuera de la Unión Europea, las empresas salieron por patas. Y de ahí en adelante, todo lo demás. La falta de respaldo internacional ha deparado un ridículo espantoso en que Puigdemont, que proclamó la República catalana para salir jopando, ha ido descendiendo cada vez más a su infierno particular para culminar con su detención en Alemania tras volver a fugarse en un rocambolesco periplo escandinavo acompañado tan solo por tres fieles.

'Borrokización'. Y por si fuera poco el daño que han causado a la economía catalana, el ridículo y desprestigio de las instituciones, la fuga de empresas y la caída del turismo, estos iluminados están planteando una 'borrokización' de Cataluña que va a terminar por hundir económicamente a toda una sociedad. Es llamativo que estos políticos llevan años dedicando todos sus esfuerzos y su dinero al asunto de la independencia, en exclusiva. ¿Quién se ocupa de la sanidad, de la educación, de la dependencia? Nadie. Y así, se hunde una sociedad entera. Cataluña está quedando arrasada económicamente. Porque si hay una cosa clara es que estos CDR no reparan en daños.

Las consecuencias. Ya las estamos viendo. Con la que hay liada en Barcelona son muchos los turistas que dejan de acudir. El desprestigio de los dirigentes independentistas tras las bufonadas protagonizadas por Puigdemont es total a nivel internacional. Nadie les toma en serio. Para muestra, un ejemplo: ya le ha visitado en la cárcel alemana un líder de ultraderecha y euroescéptico. Esos son los compañeros de viaje de esta aventura. Lo que comenzó como una huida hacia adelante de CiU para que sus líderes no entraran en prisión está terminando con el desprestigio de una parte de la clase política catalana y la estigmatización internacional de una sociedad que se desangra económicamente de manera lenta e inexorable. La falta de seguridad que generan los disturbios solo perjudica a Cataluña y sirve de cortina de humo a un PP más acorralado que nunca por la corrupción, los escándalos y un futuro electoral negro y sombrío. Creo que los independentistas deberían haber medido mejor el momento de dar el paso, no sé si les pudo la pasión o simplemente les daba todo igual, pero la cagaron. Y ahora están actuando como malos patriotas. «O mía o de nadie» parece que piensan dejando una Cataluña hundida para el que venga. Han perdido, midieron mal, lo saben y les da igual. A esto llevan los políticos poco preparados, al harakiri.

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