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Manifestantes por el NO se reúnen en la plaza Syntagma de Atenas.
Grecia, cobrar a un muerto

Grecia, cobrar a un muerto

La UE se niega a una quita de la deuda griega, a pesar de que la mayoría de los expertos, con el FMI en cabeza, consideran que es insostenible

Miguel Salvatierra

Sábado, 4 de julio 2015, 07:35

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Cuando faltan horas para que se conozca el resultado del referéndum griego sobre las propuestas de Bruselas, la intervención del FMI a favor de una quita ha vuelto a poner sobre la mesa el carácter insostenible de la deuda de Atenas. La institución financiera internacional reitera que, incluso con las reformas previstas, el crecimiento del país no le dará margen para pagar a sus acreedores. Aunque el FMI critica con dureza las medidas adoptadas por el Gobierno de Alexis Tsipras, insiste en que sería necesaria una quita de deuda, así como conceder un periodo de gracia de 20 años a las deudas existentes y extender la vida de los créditos en vigor hasta los 40 años.

El FMI hace estas observaciones desde el tendido, ya que serían los acreedores europeos los que deberían de atender la mayoría de necesidades de financiación hasta 2018 y que ascenderían a más de 60.000 millones de euros. Las normas del Fondo Monetario le impiden asumir una quita al igual que participar en un tercer rescate a causa de la falta de pago de Grecia del pasado martes. En Bruselas la quita es un tabú innegociable, ya que supondría de hecho una pérdida para los bancos europeos, sobre todo para Alemania, donde la campaña contra los estafadores griegos sigue arreciando.

La cuestión es que después de cinco años de tratamiento de choque a cargo de la troika el pulso económico y financiero de Grecia sigue plano, mientras el deterioro de las condiciones de vida de la población griega ha sido imparable, por mucho que se empeñe la prensa alemana en convencernos de lo bien que viven. El informe del FMI es una dura constatación de ese fracaso. No parece que las previsiones y los modelos aplicados hayan tenido algún efecto positivo con un 25% de descenso del PIB griego en estos cinco años.

Al final, todo se ha reducido a que los acreedores quieren cobrar su deuda por encima de cualquier otra disquisición. Como señala el filósofo alemán, Jürgen Habermas, en un artículo publicado el pasado 23 de junio en el diario Süddeutsche Zeitung, los responsables de la Unión Europea y, en particular, la canciller Angela Merkel, se están comportando más como acreedores y representantes de los intereses bancarios que como políticos. Abundando en esta línea, el ministro de Economía, Luis de Guindos, ha precisado que España se juega 26.000 millones en el impago de la deuda griega.

No parece que a los españoles les vaya a impresionar mucho esa cifra después de ver las cantidades multimillonarias del rescate a los bancos o las estratosféricas pensiones y jubilaciones de sus directivos. Habermas insiste en que esa disolución de la política de acuerdo con los mercados explica por qué los miembros del Gobierno alemán -todas personas con integridad moral- niegan fríamente toda responsabilidad en las graves consecuencias sociales de una política que impusieron en el Consejo Europeo.

Sea cual sea el resultado del referéndum, con Tsipras o sin él, habrá que volver a la mesa de negociaciones y ambas partes tendrán que hacer concesiones. Si el paciente quiere vivir necesitará oxígeno, pero si los acreedores quieren cobrar algún día necesitan ante todo que no se les muera el enfermo o permanezca en estado vegetativo.

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