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Carlos Saniz, en Mónaco.
Carlos Sainz ya camina solo
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Carlos Sainz ya camina solo

El madrileño brilla con luz propia en su primera temporada de Fórmula 1 y supera con creces las expectativas puestas en él

David Sánchez de Castro

Lunes, 25 de mayo 2015, 16:38

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La sonrisa de Carlos Sainz volvió a iluminar el abarrotado y caótico paddock de Mónaco este fin de semana. Lo nunca visto: desde el pitlane al décimo puesto en un circuito donde no se puede adelantar más que en uno o dos puntos, y no sin jugarte el pellejo en el intento. El piloto madrileño de 20 años está saltándose a pasos agigantados las lecciones de aprendizaje de su primer año en Fórmula 1, y en seis carreras ha demostrado que, ahora mismo, es el piloto de la cantera Red Bull más en forma, y eso no está pasando desapercibido para sus jefes.

Los nueve puntos de Sainz en las seis primeras carreras del año son oro puro, habida cuenta además del bajón que está teniendo la escudería madre en este inicio de campaña. Daniel Ricciardo y Daniil Kvyat van por delante en la clasificación, sí, y están intentando sostener la escudería madre como buenamente pueden, con un coche que sufre como un enfermo crónico con un motor Renault que está muy lejos de lo esperado. No obstante, el rendimiento de ambos sobre todo de Kvyat está ligeramente por debajo de las expectativas y ya empiezan a surgir los rumores que apuntan a que Helmut Marko está preparando la guillotina de nuevo para uno de sus dos pilotos.

En cuanto a su primer rival, su compañero de equipo, Sainz gana 4-1 a Verstappen, a lo que hay que sumar el doble abandono de ambos en Baréin. Más allá de los resultados en frío, aunque Verstappen se está granjeando los elogios por su espectacular estilo y su indudable calidad potencial, cuenta sus seis participaciones en F1 por polémicas, prácticamente: la última, emular a su padre que también acabó estrellado en Santa Devota en 1996. Este fin de semana acabó siendo Mad Max, y su exceso de optimismo a la hora de adelantar a Grosjean le ha costado un castigo en forma de colleja de cinco posiciones en Canadá.

Sainz, en cambio, está mostrando una templanza y una frialdad dignas de un piloto mucho más experimentado. Ha cometido y cometerá errores, como el del sábado de saltarse el pesaje de la FIA porque no lo vio bien o el que cometió en China cuando hizo un trompo en la primera curva. No obstante, los compensa con buenas y sobre todo fiables actuaciones en carrera. Fernando Alonso se mostraba orgulloso de su buen amigo, en un reportaje conjunto que realizaron y repitieron para todas las cadenas españolas en Mónaco. «Si tiene que ser alguien que me gane (de los pilotos españoles), me alegró de que seas tú».

Madurez

Lo que más está sorprendiendo de Sainz es su madurez. No tiene problemas en admitir los fallos, y está absorbiendo todo lo que puede de los que le rodean. En la lucha de tú a tú con Verstappen también acepta algo que ni siquiera los más veteranos tragan de buen gusto: las órdenes de equipo. En Mónaco, por ejemplo, no impidió que su compañero le pasase cuando éste llevaba un muy buen ritmo con neumáticos más frescos. Lejos de gruñir la decisión del equipo, acató la orden y se apartó, mientras además intentaba bregar con Kimi Räikkönen.

Entre los valores que aporta al equipo es la constancia y la inteligencia que muestra, tanto en pista como fuera de ella. El ambiente excesivamente servil también desde la prensa que se ha generado a su alrededor, la presión por tener la alcurnia que tiene y ser el heredero obligado del cetro de Alonso en España, no son más que parches en su mono: le pesan lo mismo. Su ingeniero, Marco Matassa, no hace más que enviar informes positivos a los jefes, y Franz Tost sonríe al saber que no se equivocaron los que le dieron al español para su Toro Rosso.

¿Hasta dónde llegará su potencial? Aún es pronto. Cada Gran Premio es una lección para Carlos Sainz. Este fin de semana aprendió que en Fórmula 1 los comisarios pueden ser muy duros, pero también que en Mónaco se puede adelantar. Aunque esa es una enseñanza en la que él fue el profesor.

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